5 de abril 2014    /   IDEAS
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El menĂș de la Ășltima cena

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Los campos de la arqueologĂ­a estaban casi todos cubiertos. A base de investigaciones, los expertos han sabido decirnos el tipo de casas que tenĂ­an nuestros antepasados, cĂłmo vestĂ­an, cĂłmo trabajaban, quĂ© cultivaban, en quĂ© platos comĂ­an, a quĂ© dioses adoraban, quĂ© monedas usaban y hasta cĂłmo les gustaba enterrarse. Casi nadie se preocupĂł sin embargo de saber quĂ© destreza tendrĂ­an en la cocina. Arqueoreceta (Archeoricette) es un proyecto italiano que ha decidido explorar nuestro pasado a travĂ©s de la investigaciĂłn de recetas milenarias y el anĂĄlisis de la cultura gastronĂłmica entre el 3000 a.C. y el 600 d.C. PrĂłximo reto: descubrir el menĂș de la Ășltima cena.
Generoso Urcioli y Marta Bergogno, los dos arqueĂłlogos turineses al mando de esta lĂ­nea de indagaciones, dicen que su trabajo se dirige «especialmente a los que consideran que un proyecto arqueolĂłgico ‘de recetas populares’ no tiene valor cientĂ­fico».
«En efecto, Arqueoreceta es un proyecto científico de producción y difusión que involucra a personas cualificadas para formar un grupo de estudio», defiende Urcioli.
Su exploraciones culinarias abarcan geogråficamente la cuenca del Mediterråneo hasta Oriente Medio, y los resultados de sus estudios los transmiten a través de web, papel, redes sociales, tablas profesionales y radio.
«Con este tipo de arqueologĂ­a, las artes culinarias y la gastronomĂ­a se convierten en un modelo para tratar de explicar, mĂĄs allĂĄ de los estereotipos o conocimientos facilitados por la Vulgata, una visiĂłn fiable y coherente del mundo antiguo a travĂ©s de la alimentaciĂłn en culturas como la mesopotĂĄmica, la egipcia, la hitita, la micĂ©nica, la minoica, la persa etrusca…», explica.
«La receta se define como el proceso que tiene en cuenta la relación entre los ingredientes y su jerarquía interna, como una síntesis del ciclo de producción de los alimentos antes de su consumo. Ademås, demostramos así la existencia técnicas de cocina mucho antes de la Edad Media».
Su nuevo plan lo han puesto a la altura de las deidades. La idea es viajar a Oriente Medio (junto a la fotĂłgrafa Sarah Scaparone) para reconstruir los hĂĄbitos alimenticios de hace dos mil años en Palestina. Textos bĂ­blicos como las bodas de CanĂĄ, la fiesta de Herodes, o la Ășltima cena son la materia prima con la que cuentan para iniciar sus investigaciones.
«Nuestras fuentes son los datos arqueológicos: desde la iconografía hasta el anålisis del contexto histórico y las técnicas cada vez mås sofisticadas para analizar materiales mediante las que es posible entender cómo se preparaba un determinado alimento en un determinado contenedor».
En concreto, respecto al menĂș de la Ășltima cena, estos dos profesionales de la comida pasada ya han empezado a trazar la hoja de ruta sobre la que tienen que empezar buscando: «JesĂșs y los suyos eran judĂ­os y seguĂ­an la tradiciĂłn. Lo cual imponĂ­a, por ejemplo, que no pudieran comer carne de animales con pezuña, usar cereal o cocer la carne en leche», desglosa Urcioli.
«Otro aspecto es que aquel JerusalĂ©n era una ciudad internacional bajo dominio romano, por lo que existirĂ­a una cocina con influencias latinas; o que el cristianismo es la Ășnica religiĂłn monoteĂ­sta que no tiene prohibiciones alimenticias, algo a tener en cuenta en este caso».
Repite de nuevo que su trabajo «es ciencia, no un hobby. Acontecimientos que hemos considerado histĂłricos, como la Ășltima cena o cualquier otro, se trataron de eventos de vital importancia para la historia de la humanidad», dice el investigador, «y opinamos que la historia de la humanidad es algo lo suficientemente importante como para tomar en serio su profundidad y concreciĂłn. Y no hay nada mĂĄs concreto y cotidiano que la comida”.

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Generoso Urcioli y Marta Bergogno, los dos arqueĂłlogos turineses al mando de esta lĂ­nea de indagaciones, dicen que su trabajo se dirige «especialmente a los que consideran que un proyecto arqueolĂłgico ‘de recetas populares’ no tiene valor cientĂ­fico».
«En efecto, Arqueoreceta es un proyecto científico de producción y difusión que involucra a personas cualificadas para formar un grupo de estudio», defiende Urcioli.
Su exploraciones culinarias abarcan geogråficamente la cuenca del Mediterråneo hasta Oriente Medio, y los resultados de sus estudios los transmiten a través de web, papel, redes sociales, tablas profesionales y radio.
«Con este tipo de arqueologĂ­a, las artes culinarias y la gastronomĂ­a se convierten en un modelo para tratar de explicar, mĂĄs allĂĄ de los estereotipos o conocimientos facilitados por la Vulgata, una visiĂłn fiable y coherente del mundo antiguo a travĂ©s de la alimentaciĂłn en culturas como la mesopotĂĄmica, la egipcia, la hitita, la micĂ©nica, la minoica, la persa etrusca…», explica.
«La receta se define como el proceso que tiene en cuenta la relación entre los ingredientes y su jerarquía interna, como una síntesis del ciclo de producción de los alimentos antes de su consumo. Ademås, demostramos así la existencia técnicas de cocina mucho antes de la Edad Media».
Su nuevo plan lo han puesto a la altura de las deidades. La idea es viajar a Oriente Medio (junto a la fotĂłgrafa Sarah Scaparone) para reconstruir los hĂĄbitos alimenticios de hace dos mil años en Palestina. Textos bĂ­blicos como las bodas de CanĂĄ, la fiesta de Herodes, o la Ășltima cena son la materia prima con la que cuentan para iniciar sus investigaciones.
«Nuestras fuentes son los datos arqueológicos: desde la iconografía hasta el anålisis del contexto histórico y las técnicas cada vez mås sofisticadas para analizar materiales mediante las que es posible entender cómo se preparaba un determinado alimento en un determinado contenedor».
En concreto, respecto al menĂș de la Ășltima cena, estos dos profesionales de la comida pasada ya han empezado a trazar la hoja de ruta sobre la que tienen que empezar buscando: «JesĂșs y los suyos eran judĂ­os y seguĂ­an la tradiciĂłn. Lo cual imponĂ­a, por ejemplo, que no pudieran comer carne de animales con pezuña, usar cereal o cocer la carne en leche», desglosa Urcioli.
«Otro aspecto es que aquel JerusalĂ©n era una ciudad internacional bajo dominio romano, por lo que existirĂ­a una cocina con influencias latinas; o que el cristianismo es la Ășnica religiĂłn monoteĂ­sta que no tiene prohibiciones alimenticias, algo a tener en cuenta en este caso».
Repite de nuevo que su trabajo «es ciencia, no un hobby. Acontecimientos que hemos considerado histĂłricos, como la Ășltima cena o cualquier otro, se trataron de eventos de vital importancia para la historia de la humanidad», dice el investigador, «y opinamos que la historia de la humanidad es algo lo suficientemente importante como para tomar en serio su profundidad y concreciĂłn. Y no hay nada mĂĄs concreto y cotidiano que la comida”.

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