Hoy nos centraremos en los que se dedican al cine o a la polÃtica. El filme Get shorty (Barry Sonnenfield, 1996) se puede traducir como Atrapa al bajito, aunque en España se estrenó bajo el imaginativo tÃtulo de Cómo conquistar Hollywood. Allà un todopoderoso Danny DeVito manejaba los hilos de toda la industria del celuloide… a pesar de medir poco más de uno cincuenta. (Opinión)
Jota Bayona, el cineasta español más brillante de su generación (El orfanato, Lo imposible) no levanta mucho del suelo, pero cuando abre la boca aprendemos que hay estaturas que no están al alcance de la mayorÃa. Jota es un lÃder, y no lo puede disimular. Mide uno sesenta, o asÃ, pero que no sufra, pues Woody Allen es chiquitÃn, como Martin Scorsese o Roman Polanski, y todos han ganado el Óscar o la Palma de Oro en Cannes.
En el cine la lista es larga: James Cagney, Eduard G. Robinson, Michael J. Fox, Joe Pesci, Al Pacino, Dustin Hoffman… ninguno alcanza los ciento setenta centÃmetros de estatura.
Y si nos vamos a la polÃtica, encontramos a Napoleón, Hitler, Franco, Mussolini… ¿Por qué la mayorÃa de los dictadores son bajitos? SÃ; bajito puede significar peligro de disrupción histórica y cientos de miles de muertos… Aunque dejemos mostachos aparte, o llegaremos a nuestro bigotudo exlÃder Aznar, cliente de la zapaterÃa sevillana, que también vende calzado con cuñas enormes a Sarkozy o a Tom Cruise, y cuyos fundadores se inspiraron en los taconazos masculinos de José Luis López Vázquez en Patrimonio Nacional (Luis GarcÃa Berlanga, 1981).
¿SabÃan ustedes que Putin y Berlusconi miden lo mismo? Uno sesenta y cinco. Aznar un poco menos, aunque en internet los medios afines le atribuyen un generoso uno setenta, imaginamos que con las alzas antes mencionadas. Pero, ojo a las excepciones, porque en polÃtica también ha habido grandes tipos atrapados en cuerpos pequeños, como Gandhi. Y de eso va este artÃculo, de la energÃa de los bajitos.
La única vez que me he cruzado con Federico Jiménez Losantos fue en la terminal 2 de Barajas, y creà que era un niño disfrazado de viejo. Reconozco que irradiaba un aura difÃcil de describir, pero intensa al fin y al cabo. Nadie podrá discutir que este pequeñÃn de ciento cincuenta y cinco centÃmetros de estatura llenos de odio la lió parda cuando tuvo su oportunidad, hasta que la Conferencia Episcopal le dio la espalda (y el finiquito).
Peter Sellers, Cantinflas o Humphrey Bogart eran un tapón para la época, y fÃjense dónde llegaron. Pero no hay ningún bajito con tanta personalidad como Fernando Arrabal, el dramaturgo vivo más representado del mundo (y director de siete largometrajes). Cené con él y dos amigos hace tiempo, y cuando llegó al restaurante con una camiseta negra que lucÃa la palabra KAFKA en letras blancas todo el mundo pareció contener la respiración. Jamás he sentido tanto poder irradiando de una persona, fuese alta o baja. Y eso que el autor de Carta al general Franco apenas supera el metro cincuenta.
Sospecho que muchos de los chistes que circulan acerca de la correspondencia inversa entre el tamaño del miembro viril y la estatura los han acuñado hombres bajitos, y es que los altos dan un poco de mal rollo: UrdangarÃn, Marichalar, Vaquerizo, León de Aranoa… Y encima con apellidos compuestos o de cuatro sÃlabas, que eso jode todavÃa más.
A Tom Cruise lo vi de lejos cuando inauguró el edificio de la CienciologÃa en la madrileña calle del Prado, mientras todo el mundo pensaba que Nicole Kidman habrÃa dado una oreja por medir quince centÃmetros menos… Aunque para bajita Bo Derek (Diez, la mujer perfecta ¿recuerdan?) a quien saludé en el Florida Park de Madrid en 1988, y no me pregunten qué demonios hacÃa yo allÃ.
Al otro lado del espectro encontramos a los polÃticos que se acercan más a los dos metros, como Rajoy y Zapatero, que medÃan casi exactamente lo mismo al inicio de sus respectivas legislaturas, y a quienes la Historia está reduciendo a cenizas.
Para terminar, la última vez que vi al rey de España fue en una inauguración de ARCO hace tres o cuatro ediciones. TenÃa el rostro enrojecido y no me pareció un tipo alto.
Y mucho menos un rey.
Magnifico artÃculo, cuantas cosas se dicen, que bien y que rápido.
El titular (sex appeal) y los ejemplos (Berlusconi, Putin y Aznar) no cuadran mucho… :O
magnÃfico cierre
Yo mas bien dirÃa enanos peligrosos.
nada de nada
No quiero ser mala ni racista. Pero no me gustan los bajitos ni los que tienen los pies pequeños. Está comprobado que tienen más mala leche. Y no sé porque.
No quiero ser mala ni racista. Pero no me gustan los bajitos ni los que tienen los pies pequeños. Está comprobado que tienen más mala leche. Y no sé porque.
La misteriosa mala leche de los hombres bajitos.
La misteriosa mala leche de los hombres bajitos.
El artÃculo realmente no dice nada, pero ha sido una buena excusa para el punchline final. Ta bien.
Aznar, Putin y Berlusconi ¿Sex appeal? ¿en donde? en sus cojones lo tendrán…
Lo que no entiendo del artÃculo es como dices con tanta alegrÃa que la historia reduce a cenizas a Zapatero y no a Aznar o Berlusconni.
No lo digo con alegrÃa. Creo que a Aznar ya le doy lo suyo cuando está en el mismo párrafo que Franco, Mussolini o Hitler. Y Berlusconi se escribe con una sola “n”. 😉
ya sabes puti yo en total desacuerdo. tu sabes q si no mide como mÃnimo 1,90 ni los miro. cielo todo es proporcional
Putin, Berlusconi y Aznar… en la misma frase qué sexappeal… WTF?!?!
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