“Cuando seas padre, comerás huevos” es una inquietante sentencia que, si bien ha caído en desuso, todavía resuena como una promesa o una amenaza, según se mire… y sobre todo, según sean los dígitos rojos que adornan sus cáscaras. En ellos está la clave. Hace poco compré pollo de corral en el mercado, y la tendera me advirtió “¿Seguro que lo quiere de corral? Se me han quejado clientas porque dicen que sabe mucho a pollo”.
Noah (Northwest Organization for Animal Help) es una organización activista que, bajo el nombre de “Egg Machine”, instaló en el centro de Frankfurt una máquina de vending con una matriz de 4 x 4 , o sea, dieciséis gallinas vivas ponedoras. En teoría, uno introduce las monedas y recibe un huevo de uno de los atribulados animales, que arrastran su penosa existencia a la vista del cliente.
En la cadena de 11 caracteres que hay impresa en tinta roja sobre la propia cáscara del huevo, el primer dígito es fundamental, y puede variar entre 0 y 3. Cuanto más alto es ese dígito más miserable y asquerosa ha sido la vida de la gallina que puso el huevo. Y aunque haya a quien esto le traiga sin cuidado, existe una relación directa entre esa vida miserable y la calidad del huevo que nos zamparemos. Así, en el caso del 3, sabremos que la gallina vive hacinada en una jaula diminuta, con luz permanente y alimentos industriales.
Si el número es un 2, también padecen las jaulas, pero al menos están en el suelo, y el estrés se reduce significativamente. El 1 indica que son gallinas camperas, o sea, que también pasean por ahí en régimen de semilibertad. El 0 quiere decir que además de estar en semilibertad, se alimentan con productos ecológicos.
Se ha producido un gran revuelo (qué adecuada palabra) en España por la entrada en vigor de la normativa que garantiza 750 cms cuadrados en cada jaula por cada gallina, frente a los 400 anteriores. Parece una conquista pírrica, toda vez que los huevos procedentes de estos animales seguirán etiquetados con el número 3.
Somos lo que comemos, y si ingerimos dolor, estrés, mierda, hacinamiento y falta de descanso eso será exactamente lo que estemos perpetuando. Hay muchas formas de maltrato animal, y muchos grados de bellaquería al respecto: toreros, cazadores “deportivos” (monárquicos o no), señoras con abrigo de visón o público de Las Ventas…
Pero también hay gente, si no sensibilizada con el sufrimiento animal sí con la calidad de lo que ingieren sus estómagos burgueses, lo que me parece muy bien. Todos los caminos son buenos, pero el problema es que la industria avícola ha hecho todo lo posible para que no se conociera de manera suficiente esta clasificación.
La próxima vez que vean docenas de huevos apiladas en el supermercado observen qué es lo que se resalta, siempre las letras S, M, L ó XL. O peor aun, a la espuria clasificación de “Primera”, “Extra” o “Superior”, que no significa absolutamente nada, ya que ¿alguien ha visto alguna vez la etiqueta “Inferior” en algún alimento?.
Así pues, que a nadie sorprenda si la tendera advierte que los huevos camperos “saben mucho a huevo”.
“Cuando seas padre, comerás huevos” es una inquietante sentencia que, si bien ha caído en desuso, todavía resuena como una promesa o una amenaza, según se mire… y sobre todo, según sean los dígitos rojos que adornan sus cáscaras. En ellos está la clave. Hace poco compré pollo de corral en el mercado, y la tendera me advirtió “¿Seguro que lo quiere de corral? Se me han quejado clientas porque dicen que sabe mucho a pollo”.
Noah (Northwest Organization for Animal Help) es una organización activista que, bajo el nombre de “Egg Machine”, instaló en el centro de Frankfurt una máquina de vending con una matriz de 4 x 4 , o sea, dieciséis gallinas vivas ponedoras. En teoría, uno introduce las monedas y recibe un huevo de uno de los atribulados animales, que arrastran su penosa existencia a la vista del cliente.
En la cadena de 11 caracteres que hay impresa en tinta roja sobre la propia cáscara del huevo, el primer dígito es fundamental, y puede variar entre 0 y 3. Cuanto más alto es ese dígito más miserable y asquerosa ha sido la vida de la gallina que puso el huevo. Y aunque haya a quien esto le traiga sin cuidado, existe una relación directa entre esa vida miserable y la calidad del huevo que nos zamparemos. Así, en el caso del 3, sabremos que la gallina vive hacinada en una jaula diminuta, con luz permanente y alimentos industriales.
Si el número es un 2, también padecen las jaulas, pero al menos están en el suelo, y el estrés se reduce significativamente. El 1 indica que son gallinas camperas, o sea, que también pasean por ahí en régimen de semilibertad. El 0 quiere decir que además de estar en semilibertad, se alimentan con productos ecológicos.
Se ha producido un gran revuelo (qué adecuada palabra) en España por la entrada en vigor de la normativa que garantiza 750 cms cuadrados en cada jaula por cada gallina, frente a los 400 anteriores. Parece una conquista pírrica, toda vez que los huevos procedentes de estos animales seguirán etiquetados con el número 3.
Somos lo que comemos, y si ingerimos dolor, estrés, mierda, hacinamiento y falta de descanso eso será exactamente lo que estemos perpetuando. Hay muchas formas de maltrato animal, y muchos grados de bellaquería al respecto: toreros, cazadores “deportivos” (monárquicos o no), señoras con abrigo de visón o público de Las Ventas…
Pero también hay gente, si no sensibilizada con el sufrimiento animal sí con la calidad de lo que ingieren sus estómagos burgueses, lo que me parece muy bien. Todos los caminos son buenos, pero el problema es que la industria avícola ha hecho todo lo posible para que no se conociera de manera suficiente esta clasificación.
La próxima vez que vean docenas de huevos apiladas en el supermercado observen qué es lo que se resalta, siempre las letras S, M, L ó XL. O peor aun, a la espuria clasificación de “Primera”, “Extra” o “Superior”, que no significa absolutamente nada, ya que ¿alguien ha visto alguna vez la etiqueta “Inferior” en algún alimento?.
Así pues, que a nadie sorprenda si la tendera advierte que los huevos camperos “saben mucho a huevo”.
Me parece increíble que en España se tenga que ir buscando un numerito pequeño pintado en un huevo para saber qué estás comiendo o de dónde procede el alimento. Parece un intento de engaño o de ocultamiento aunque no sé muy bien de qué.
Aquí en Dinamarca la procedencia de los huevos está escrita claramente en la caja de cartón. En letras grandes se indica el tipo de producto; se puede leer: “Økologiske” (ecológicos), “Frilandsæg” (de gallinas en libertad”, “Skrabeæg” (jaulas en el suelo)… No hay ninguna duda sobre lo que se compra y el porqué de la diferencia de precio entre un huevo y otro. Como esto me parece “lo normal” no puedo evitar sentir estupefacción por el sistema del código.
Tienes razón, Sonia. Y en Austria los huevos con el número “3” directamente están prohibidos. En concienciación (y en muchas otras cosas) por aquí abajo vamos muy atrasados…
Si, los austríacos somos los mejores 🙂 ahora también se han prohibido los huevos de gallinas enjauladas en una provincia de Australia. en Austria tb están prohibidos otras cosas que en España le hace gracia a la gente, como por ejemplo los perros encadenados
A mí me pareció bastante fácil encontrar huevos de “corral” en España, igual pollo de corral. Lo que es imposible es saber algo acerca del bienestar animal en el caso de la carne. Hay carne más cara y más barata, pero es más bien un resultado del corte o de la higiene en los críaderos. parece que el hecho de comerse un cerdo que procede de Mordor no importa. Igual con la leche.
Aquí en UK, puedes encontrar una linea de productos cárnicos “free range” – jamones, embutidos etc. Cuesta un poco más, pero no mucho, y por lo menos se puede elegir
🙂
Además, Antonio, enhorabuena por mencionar que ingerir algo que procede de estrés puede no sentarnos tan bien como pensamos. Suena a rollo esotérico decir que la mala energía se transmite, pero yo creo que la comida es más que nutrientes; tb es energía vital y colores!
Gracias, lectora austriaca afincada en UK! Hay que cuidarse, y cuidar a los demás, eso es todo. 🙂
ya ves…
Buenísimo.
Claro, mucho mejor el sabor a antibióticos y hormonas de un pollo normal, dónde va a parar… O_o
Es que es preocupante cuando las cosas saben a lo qué tienen que saber..
yo como lo mejor que puedo, ecológico y eso, pero soy uno a mantener. me gustaría saber cuántas familias con 3 hijos pueden ser tan meticulosas. esto es lo de siempre, no hay bastantes huertecitos ni corrales para alimentar a 7000 millones de bocas.
De eso no hay duda Jose. Alimentar a la humanidad entera es labor complicada pero no debe ser excusa para no encontrar mejores formas de hacerlo…
en mi familia producimos mandarinas “ecológicas” (que es una denominación de la UE que obtienes si no utilizas ciertos productos químicos, que por otro lado están prohibidos si pretendes exportar. este es otro tema de enjundia: los americanos y alemanes te venden productos fitosanitarios pero no quieren comerse lo que se ha tratado con ellos) y se venden en el campo a 30 cent/kilo. luego las ves en el súper a 3€ y te venden que hay una chica con trenzas que las riega y cuida una por una. “ecológico” es una etiqueta que sigue una normativa, pero es una producción industrial como cualquier otra cuyo sobrecoste no justifica el sobreprecio que pagamos.
bueno, es que las cooperativas… ahí entraríamos en modelo de negocio, que en esos tinglaos cobra bien todo el mundo menos el agricultor. el campo está muy chungo porque nuestros políticos han decidido que es mejor que comamos productos marroquíes a cambio de que ellos les compren bienes industriales a los alemanes. el tema es que allí son todo latifundios que ríete de los de la duquesa de Alba, hacen lo que quieren y la gente cobra jornales misérrimos. imposible competir en precio, y en calidad… ya se encargan las cadenas de supermercados de hacer lo de aquí taaaaan caro que nadie pague la diferencia.
Creo que la verdadera cuestión de fondo en este tema sería qué justificación tenemos para usar a otros animales como comida. Ya sea para comernos sus cuerpos (lo que se llamamos “carne”, que en realidad son cadáveres) o lo que proceda de ellos (leche, huevos,…).
Por un lado, no tenemos ninguna necesidad nutricional de consumir sustancias de origen animal para poder vivir y estar sanos. Las proteínas, las vitaminas, los minerales, y todos los nutrientes en general, que necesitamos podemos fácilmente obtenerlos de alimentos de origen vegetal. Sé que mucha gente no es consciente de esto, o que le cuesta creerlo la primera vez que lo oye, pero es solamente cuestión de informarse un poco al respecto.
Por otro lado, no podemos justificar éticamente el hecho de utilizar a otros animales como nuestra propiedad, como objetos de consumo, más de lo que podemos justificar el usar a otros humanos en los mismos términos. Los demás animales son seres con capacidad de sentir. No son cosas, no son objetos, son individuos con intereses propios. El simple hecho de que no sean humanos no justifica moralmente que podamos usarlos sin tener en cuenta su consentimiento ni sus intereses.
Damos por hecho que no hay un problema ético en usar a otros animales para satisfacer nuestras necesidades y gustos. En el mejor de los casos, nos preguntamos si el hecho de usarles les causa mucho sufrimiento, y cómo podríamos evitar o reducir dicho sufrimiento. Pero lo cierto es que en primer lugar deberíamos preguntarnos por qué estamos usando a otros animales como si fueran máquinas de producción. Por qué usamos a seres que sienten como si fueran objetos.
En realidad, las etiquetas de los productos animales que supuestamente garantizan el “bienestar animal” solamente sirve para proporcionar bienestar a quienes consumen dichos productos. Porque el verdadero bienestar no es compatible con la explotación. Todas las gallinas usadas para producir huevos habrán vivido toda su vida confinadas en espacios cerrados, ya sean jaulas o corrales, y finalmente, cuando ya no sean productivas, serán enviadas al matadero.
Para terminar, pongo un enlace a una receta de tortilla de patata (sin huevo) para que cualquiera pueda ver que prescindir de los productos de origen animal no signfica en ningún caso prescindir del placer de comer:
Tony, para cuando un articulo sobre como la sofisticacion nos esta llevando a la extincion como especie? e incluyo en la sofisticacion a los ideologos de que comer carne es innecesario.A este paso Luis, me fecundas via ondas, no vaya a ser poco etico que me duela perder la virginidad o un acto sexista de dominacion. ;)))
Mari Posa, yo creo que la sofisticación tecnológica nos convertirá en una nueva especie, más molona. ¡Soy tecno-optimista!
Me parece increíble que en España se tenga que ir buscando un numerito pequeño pintado en un huevo para saber qué estás comiendo o de dónde procede el alimento. Parece un intento de engaño o de ocultamiento aunque no sé muy bien de qué.
Aquí en Dinamarca la procedencia de los huevos está escrita claramente en la caja de cartón. En letras grandes se indica el tipo de producto; se puede leer: “Økologiske” (ecológicos), “Frilandsæg” (de gallinas en libertad”, “Skrabeæg” (jaulas en el suelo)… No hay ninguna duda sobre lo que se compra y el porqué de la diferencia de precio entre un huevo y otro. Como esto me parece “lo normal” no puedo evitar sentir estupefacción por el sistema del código.
Tienes razón, Sonia. Y en Austria los huevos con el número “3” directamente están prohibidos. En concienciación (y en muchas otras cosas) por aquí abajo vamos muy atrasados…
Si, los austríacos somos los mejores 🙂 ahora también se han prohibido los huevos de gallinas enjauladas en una provincia de Australia. en Austria tb están prohibidos otras cosas que en España le hace gracia a la gente, como por ejemplo los perros encadenados
A mí me pareció bastante fácil encontrar huevos de “corral” en España, igual pollo de corral. Lo que es imposible es saber algo acerca del bienestar animal en el caso de la carne. Hay carne más cara y más barata, pero es más bien un resultado del corte o de la higiene en los críaderos. parece que el hecho de comerse un cerdo que procede de Mordor no importa. Igual con la leche.
Aquí en UK, puedes encontrar una linea de productos cárnicos “free range” – jamones, embutidos etc. Cuesta un poco más, pero no mucho, y por lo menos se puede elegir
🙂
Además, Antonio, enhorabuena por mencionar que ingerir algo que procede de estrés puede no sentarnos tan bien como pensamos. Suena a rollo esotérico decir que la mala energía se transmite, pero yo creo que la comida es más que nutrientes; tb es energía vital y colores!
Gracias, lectora austriaca afincada en UK! Hay que cuidarse, y cuidar a los demás, eso es todo. 🙂
ya ves…
Buenísimo.
Claro, mucho mejor el sabor a antibióticos y hormonas de un pollo normal, dónde va a parar… O_o
Es que es preocupante cuando las cosas saben a lo qué tienen que saber..
yo como lo mejor que puedo, ecológico y eso, pero soy uno a mantener. me gustaría saber cuántas familias con 3 hijos pueden ser tan meticulosas. esto es lo de siempre, no hay bastantes huertecitos ni corrales para alimentar a 7000 millones de bocas.
De eso no hay duda Jose. Alimentar a la humanidad entera es labor complicada pero no debe ser excusa para no encontrar mejores formas de hacerlo…
en mi familia producimos mandarinas “ecológicas” (que es una denominación de la UE que obtienes si no utilizas ciertos productos químicos, que por otro lado están prohibidos si pretendes exportar. este es otro tema de enjundia: los americanos y alemanes te venden productos fitosanitarios pero no quieren comerse lo que se ha tratado con ellos) y se venden en el campo a 30 cent/kilo. luego las ves en el súper a 3€ y te venden que hay una chica con trenzas que las riega y cuida una por una. “ecológico” es una etiqueta que sigue una normativa, pero es una producción industrial como cualquier otra cuyo sobrecoste no justifica el sobreprecio que pagamos.
Sin duda. Hay mucho engaño con el tema. Mira las miserias que se están pagando a algunos agricultores en Valencia: http://www.levante-emv.com/comarcas/2012/05/13/pagan-agricultor-328-euros-38000-kilos-naranja/904703.html
bueno, es que las cooperativas… ahí entraríamos en modelo de negocio, que en esos tinglaos cobra bien todo el mundo menos el agricultor. el campo está muy chungo porque nuestros políticos han decidido que es mejor que comamos productos marroquíes a cambio de que ellos les compren bienes industriales a los alemanes. el tema es que allí son todo latifundios que ríete de los de la duquesa de Alba, hacen lo que quieren y la gente cobra jornales misérrimos. imposible competir en precio, y en calidad… ya se encargan las cadenas de supermercados de hacer lo de aquí taaaaan caro que nadie pague la diferencia.
Creo que la verdadera cuestión de fondo en este tema sería qué justificación tenemos para usar a otros animales como comida. Ya sea para comernos sus cuerpos (lo que se llamamos “carne”, que en realidad son cadáveres) o lo que proceda de ellos (leche, huevos,…).
Por un lado, no tenemos ninguna necesidad nutricional de consumir sustancias de origen animal para poder vivir y estar sanos. Las proteínas, las vitaminas, los minerales, y todos los nutrientes en general, que necesitamos podemos fácilmente obtenerlos de alimentos de origen vegetal. Sé que mucha gente no es consciente de esto, o que le cuesta creerlo la primera vez que lo oye, pero es solamente cuestión de informarse un poco al respecto.
http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/13352184/Guia-para-una-dieta-vegana-_escrito-por-el-CFMR_.html
Por otro lado, no podemos justificar éticamente el hecho de utilizar a otros animales como nuestra propiedad, como objetos de consumo, más de lo que podemos justificar el usar a otros humanos en los mismos términos. Los demás animales son seres con capacidad de sentir. No son cosas, no son objetos, son individuos con intereses propios. El simple hecho de que no sean humanos no justifica moralmente que podamos usarlos sin tener en cuenta su consentimiento ni sus intereses.
Damos por hecho que no hay un problema ético en usar a otros animales para satisfacer nuestras necesidades y gustos. En el mejor de los casos, nos preguntamos si el hecho de usarles les causa mucho sufrimiento, y cómo podríamos evitar o reducir dicho sufrimiento. Pero lo cierto es que en primer lugar deberíamos preguntarnos por qué estamos usando a otros animales como si fueran máquinas de producción. Por qué usamos a seres que sienten como si fueran objetos.
En realidad, las etiquetas de los productos animales que supuestamente garantizan el “bienestar animal” solamente sirve para proporcionar bienestar a quienes consumen dichos productos. Porque el verdadero bienestar no es compatible con la explotación. Todas las gallinas usadas para producir huevos habrán vivido toda su vida confinadas en espacios cerrados, ya sean jaulas o corrales, y finalmente, cuando ya no sean productivas, serán enviadas al matadero.
http://www.youtube.com/watch?v=o-jgy-Sdqic
Para terminar, pongo un enlace a una receta de tortilla de patata (sin huevo) para que cualquiera pueda ver que prescindir de los productos de origen animal no signfica en ningún caso prescindir del placer de comer:
http://cocinaricasanayvegana.blogspot.com.es/2010/01/tortilla-de-patatas-sin-huevo.html
Tony, para cuando un articulo sobre como la sofisticacion nos esta llevando a la extincion como especie? e incluyo en la sofisticacion a los ideologos de que comer carne es innecesario.A este paso Luis, me fecundas via ondas, no vaya a ser poco etico que me duela perder la virginidad o un acto sexista de dominacion. ;)))
Mari Posa, yo creo que la sofisticación tecnológica nos convertirá en una nueva especie, más molona. ¡Soy tecno-optimista!
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