– PapĆ”aaaaaa⦠¿CuĆ”ndo hoy sea de noche ya va a ser maƱana?
Desde la puerta de casa, antes de salir hacia el jardĆn, Bauti comienza a ordenar su propio tiempo. Sistematiza, enumera, contabiliza. La noche marca un cierre, la oscuridad es un sinónimo de final. El dĆa, cuando todavĆa es hoy, tiene una agenda apretada. Antes del almuerzo y del jardĆn debemos conseguir una mĆ”scara de Batman porque hoy hay fiesta. Para la celebración de la Semana de los Jardines de Infantes se organizaron, entre otras cosas, un dĆa de disfraces. El atuendo lo eligió Ć©l: «”Quiero ser Batman!Ā», el superhĆ©roe que trabaja por la noche, cuando todavĆa no es maƱana.
Luego de buscar sin suerte en varios locales comerciales de baratijas y chucherĆas, en un cotillón de calle Mitre y San Luis de Rosario conseguimos la mĆ”scara que le permite a Bruno DĆaz dejar de ser un joven millonario para transformarse en un caballero de la noche. Bauti se la prueba frente a un espejo y estĆ” serio como perro en bote.
– ĀæTe gusta?

Mueve la cabeza asintiendo y pronunciando una sucesión de letras emes. No lo veo convencido pero me dice que sĆ, que la llevemos. Atuendo listo con capa negra y murciĆ©lago en el pecho. Salimos del cotillón camino al almuerzo. Voy por calle Rioja de la mano de un hĆ©roe esquivando a la multitud. Bautiman me pregunta y se responde solo: «¿SabĆ©s papĆ” por quĆ© no hablĆ© en el negocio? Porque habĆa mucho olor a perroĀ». Varios canes de aspecto vagabundo merodeaban el cotillón y un profundo olor a orĆn tapaba hasta la fosa nasal mĆ”s corajuda
– Es que hay que cuidar a los animalitos. Hay gente que los quiere mucho y por eso los cuidan. Les dan un hogar.
– A mĆ me gustan los animalitos. Y no me gusta cazar pajaritos.
– Me parece muy bien. Yo nunca, en toda mi vida, matĆ© un pajarito.
– ĀæY tus abuelos?
– Mis abuelos no sĆ© porque no los conocĆ. Pero mi papĆ”, cuando era chiquito, cazaba pajaritos con una gomera.
– ĀæY por quĆ© no conociste a tus abuelos?
– Porque cuando yo nacĆ ellos ya estaban en el cielo.
– Ā”Ah! Ellos estaban acĆ” en el mundo hace muchoā¦
– Claroā¦
– ĀæY ellos sĆ te conocieron a vos?
ĀæEs posible anticiparnos a quienes estĆ”n por venir? La transpolación temporal espacial traducida en expresiones sensoriales es una posibilidad entre signos de interrogación, segĆŗn Bauti. El pasado y el futuro entremezclados en ensoƱaciones, flash-backs, recuerdos repentinos. Desde el nacimiento de Bauti hay ojos en otros ojos, hay gestos que ya conocĆamos, expresiones que vienen y que van con la cadencia de las olas que nacen en la nada, en lugares antojadizos y se rompen a cada rato para luego volver a nacer.
Una madrugada de hace dos aƱos atrĆ”s soƱƩ que me despertaba en el mismo lugar en donde estaba durmiendo. La frontera difusa entre lo onĆrico y lo real me llevó a sentir esas imĆ”genes con una piel de estreno.
Me desperté con el llanto de mi hijo de dos años. De madrugada. Me incorporé de un salto. Mi hijo dejó de llorar. Se calmó de golpe mientras yo caminaba hacia la pieza contigua.
AbrĆ la puerta y lo vi parado en la cuna, aferrado a los barrotes. Miraba fijo a un niƱo de unos siete u ocho aƱos que era yo mismo. Mi hijo estaba enfrente a mi propia infancia. Ambos estaban serenos, se observaban, se disfrutaban y se sonreĆan sin llegar a sonreĆr.
Mi yo adulto quedó petrificado. Llegó mi esposa sigilosamente y me acarició la nuca. Luego se acercó a la cuna y le susurró a nuestro hijo que descansara, que soƱara con los angelitos, que lo querĆamos mucho.
Yo pasĆ© muy cerca de un adulto con barba de tres dĆas y me esfumĆ© antes de cruzar la puerta de la pieza.
Todos dormĆamos.
—
Lo que mi hijo me enseƱa sobre los monstruos
Lo que mi hijo me enseƱa sobre el arte
Lo que mi hijo me enseƱa de los dispositivos
– PapĆ”aaaaaa⦠¿CuĆ”ndo hoy sea de noche ya va a ser maƱana?
Desde la puerta de casa, antes de salir hacia el jardĆn, Bauti comienza a ordenar su propio tiempo. Sistematiza, enumera, contabiliza. La noche marca un cierre, la oscuridad es un sinónimo de final. El dĆa, cuando todavĆa es hoy, tiene una agenda apretada. Antes del almuerzo y del jardĆn debemos conseguir una mĆ”scara de Batman porque hoy hay fiesta. Para la celebración de la Semana de los Jardines de Infantes se organizaron, entre otras cosas, un dĆa de disfraces. El atuendo lo eligió Ć©l: «”Quiero ser Batman!Ā», el superhĆ©roe que trabaja por la noche, cuando todavĆa no es maƱana.
Luego de buscar sin suerte en varios locales comerciales de baratijas y chucherĆas, en un cotillón de calle Mitre y San Luis de Rosario conseguimos la mĆ”scara que le permite a Bruno DĆaz dejar de ser un joven millonario para transformarse en un caballero de la noche. Bauti se la prueba frente a un espejo y estĆ” serio como perro en bote.
– ĀæTe gusta?

Mueve la cabeza asintiendo y pronunciando una sucesión de letras emes. No lo veo convencido pero me dice que sĆ, que la llevemos. Atuendo listo con capa negra y murciĆ©lago en el pecho. Salimos del cotillón camino al almuerzo. Voy por calle Rioja de la mano de un hĆ©roe esquivando a la multitud. Bautiman me pregunta y se responde solo: «¿SabĆ©s papĆ” por quĆ© no hablĆ© en el negocio? Porque habĆa mucho olor a perroĀ». Varios canes de aspecto vagabundo merodeaban el cotillón y un profundo olor a orĆn tapaba hasta la fosa nasal mĆ”s corajuda
– Es que hay que cuidar a los animalitos. Hay gente que los quiere mucho y por eso los cuidan. Les dan un hogar.
– A mĆ me gustan los animalitos. Y no me gusta cazar pajaritos.
– Me parece muy bien. Yo nunca, en toda mi vida, matĆ© un pajarito.
– ĀæY tus abuelos?
– Mis abuelos no sĆ© porque no los conocĆ. Pero mi papĆ”, cuando era chiquito, cazaba pajaritos con una gomera.
– ĀæY por quĆ© no conociste a tus abuelos?
– Porque cuando yo nacĆ ellos ya estaban en el cielo.
– Ā”Ah! Ellos estaban acĆ” en el mundo hace muchoā¦
– Claroā¦
– ĀæY ellos sĆ te conocieron a vos?
ĀæEs posible anticiparnos a quienes estĆ”n por venir? La transpolación temporal espacial traducida en expresiones sensoriales es una posibilidad entre signos de interrogación, segĆŗn Bauti. El pasado y el futuro entremezclados en ensoƱaciones, flash-backs, recuerdos repentinos. Desde el nacimiento de Bauti hay ojos en otros ojos, hay gestos que ya conocĆamos, expresiones que vienen y que van con la cadencia de las olas que nacen en la nada, en lugares antojadizos y se rompen a cada rato para luego volver a nacer.
Una madrugada de hace dos aƱos atrĆ”s soƱƩ que me despertaba en el mismo lugar en donde estaba durmiendo. La frontera difusa entre lo onĆrico y lo real me llevó a sentir esas imĆ”genes con una piel de estreno.
Me desperté con el llanto de mi hijo de dos años. De madrugada. Me incorporé de un salto. Mi hijo dejó de llorar. Se calmó de golpe mientras yo caminaba hacia la pieza contigua.
AbrĆ la puerta y lo vi parado en la cuna, aferrado a los barrotes. Miraba fijo a un niƱo de unos siete u ocho aƱos que era yo mismo. Mi hijo estaba enfrente a mi propia infancia. Ambos estaban serenos, se observaban, se disfrutaban y se sonreĆan sin llegar a sonreĆr.
Mi yo adulto quedó petrificado. Llegó mi esposa sigilosamente y me acarició la nuca. Luego se acercó a la cuna y le susurró a nuestro hijo que descansara, que soƱara con los angelitos, que lo querĆamos mucho.
Yo pasĆ© muy cerca de un adulto con barba de tres dĆas y me esfumĆ© antes de cruzar la puerta de la pieza.
Todos dormĆamos.
—
Lo que mi hijo me enseƱa sobre los monstruos
Lo que mi hijo me enseƱa sobre el arte
Lo que mi hijo me enseƱa de los dispositivos