
A āLos Mismosā el miedo les podĆa. En la canción que el grupo pop espaƱol popularizó a finales de los 60 aseguraban que, aunque tenĆan intención de viajar de Valencia a Mallorca, podĆan esperar todo el tiempo que fuera necesario con tal de no tener que recurrir ni al barco ni al avión. Confiaban en que, algĆŗn dĆa, un largo puente unirĆa la ciudad levantina con la isla balear, lo que les permitirĆa hacer el recorrido en bici, a pie o haciendo autostop.
En Rotterdam no tienen tanta paciencia. Por eso, hace algĆŗn tiempo decidieron que, si lo que querĆan era un puente peatonal que comunicase el centro de la ciudad con los barrios perifĆ©ricos del norte, lo mejor era ponerse manos a la obra cuanto antes. Porque, aunque entre los planes urbanĆsticos del gobierno municipal se encontraba la remodelación de la zona y la posible construcción de un paso peatonal que uniese ambas, no se trataba precisamente de un proyecto a corto plazo. El Ayuntamiento calculaba que el puente podrĆa ser una realidad dentro de unos 30 aƱosā¦
La ciudad no podĆa esperar tanto. La Ćŗnica vĆa para acortar los plazos de un proyecto de ese tipo pasaba, sĆ o sĆ, por encontrar financiación. Y el crowdfunding era la solución. El estudio de arquitectura y urbanismo ZUS [Zones Urbaines Sensibles] se puso al frente del plan, al que denominó I Make Rotterdam, y cuyo primer paso debĆa ser, precisamente, la construcción de un puente peatonal que uniese el distrito centro de la ciudad con el barrio de Hofbogen. Una zona a la que el trĆ”fico rodado le habĆa despojado de la vida y animación de la que gozaba dĆ©cadas atrĆ”s. Tanto el Luchtsingel (puente elevado, en neerlandĆ©s) como el resto de futuras acciones enmarcadas dentro de I Make Rotterdam debĆan recuperar aquella Ć”rea para los peatones.

En los 17.000 tablones que, según cÔlculos de ZUS, dispondrÔ el puente, una vez que esté finalizado, estÔ la clave de la financiación del proyecto. Por 25 euros, un ciudadano puede sufragar una de estas planchas de madera y ver plasmado su nombre en ella. O si prefiere una presencia mucho mÔs evidente en la infraestructura, puede optar por subvencionar algún otro elemento mÔs complejo y cuyo precio puede llegar a ascender hasta los 1.250 euros. Todo depende del presupuesto del que disponga.
Hasta la fecha, según Violet Baudet, de ZUS, mÔs de 1.300 personas han participado en el proyecto como mecenas del Luchtsingel. Gracias a ella, ya se han construido 150 metros del puente. Durante la próxima primavera darÔ comienzo la segunda fase durante la que se espera continuar con otros 200 metros mÔs.

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CrƩditos fotos: Ossip van Duivenbode/ ZUS [Zones Urbaines Sensibles] in Rotterdam
Este artĆculo es un avance de los contenidos del nĆŗmero de marzo de Yorokobu.

A āLos Mismosā el miedo les podĆa. En la canción que el grupo pop espaƱol popularizó a finales de los 60 aseguraban que, aunque tenĆan intención de viajar de Valencia a Mallorca, podĆan esperar todo el tiempo que fuera necesario con tal de no tener que recurrir ni al barco ni al avión. Confiaban en que, algĆŗn dĆa, un largo puente unirĆa la ciudad levantina con la isla balear, lo que les permitirĆa hacer el recorrido en bici, a pie o haciendo autostop.
En Rotterdam no tienen tanta paciencia. Por eso, hace algĆŗn tiempo decidieron que, si lo que querĆan era un puente peatonal que comunicase el centro de la ciudad con los barrios perifĆ©ricos del norte, lo mejor era ponerse manos a la obra cuanto antes. Porque, aunque entre los planes urbanĆsticos del gobierno municipal se encontraba la remodelación de la zona y la posible construcción de un paso peatonal que uniese ambas, no se trataba precisamente de un proyecto a corto plazo. El Ayuntamiento calculaba que el puente podrĆa ser una realidad dentro de unos 30 aƱosā¦
La ciudad no podĆa esperar tanto. La Ćŗnica vĆa para acortar los plazos de un proyecto de ese tipo pasaba, sĆ o sĆ, por encontrar financiación. Y el crowdfunding era la solución. El estudio de arquitectura y urbanismo ZUS [Zones Urbaines Sensibles] se puso al frente del plan, al que denominó I Make Rotterdam, y cuyo primer paso debĆa ser, precisamente, la construcción de un puente peatonal que uniese el distrito centro de la ciudad con el barrio de Hofbogen. Una zona a la que el trĆ”fico rodado le habĆa despojado de la vida y animación de la que gozaba dĆ©cadas atrĆ”s. Tanto el Luchtsingel (puente elevado, en neerlandĆ©s) como el resto de futuras acciones enmarcadas dentro de I Make Rotterdam debĆan recuperar aquella Ć”rea para los peatones.

En los 17.000 tablones que, según cÔlculos de ZUS, dispondrÔ el puente, una vez que esté finalizado, estÔ la clave de la financiación del proyecto. Por 25 euros, un ciudadano puede sufragar una de estas planchas de madera y ver plasmado su nombre en ella. O si prefiere una presencia mucho mÔs evidente en la infraestructura, puede optar por subvencionar algún otro elemento mÔs complejo y cuyo precio puede llegar a ascender hasta los 1.250 euros. Todo depende del presupuesto del que disponga.
Hasta la fecha, según Violet Baudet, de ZUS, mÔs de 1.300 personas han participado en el proyecto como mecenas del Luchtsingel. Gracias a ella, ya se han construido 150 metros del puente. Durante la próxima primavera darÔ comienzo la segunda fase durante la que se espera continuar con otros 200 metros mÔs.

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CrƩditos fotos: Ossip van Duivenbode/ ZUS [Zones Urbaines Sensibles] in Rotterdam
Este artĆculo es un avance de los contenidos del nĆŗmero de marzo de Yorokobu.
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