Si se sube alto, muy alto, lo que queda abajo es el testimonio en directo de la existencia urbana del ser humano. Tokyo hierve. Por eso, teamLab quiso ilustrar toda esa actividad en un mural digital gigante de 40 metros de ancho.
Si cada persona tiene una historia, una ciudad como Tokyo es el más grande de los compendios narrativos. La vida transcurre en cada rincón del planeta, pero en la capital japonesa lo hace a su manera, conjugando la occidentalización galopante que sufre todo oriente con el temor a abandonar la tradición milenaria envuelta en kimonos, teatro kabuki y respeto al ancestro.
Si se sube alto, muy alto, lo que queda abajo es el testimonio en directo de la existencia urbana del ser humano. Tokyo hierve. Por eso, teamLab quiso ilustrar toda esa actividad en un mural digital gigante de 40 metros de ancho.
Si cada persona tiene una historia, una ciudad como Tokyo es el más grande de los compendios narrativos. La vida transcurre en cada rincón del planeta, pero en la capital japonesa lo hace a su manera, conjugando la occidentalización galopante que sufre todo oriente con el temor a abandonar la tradición milenaria envuelta en kimonos, teatro kabuki y respeto al ancestro.