
Llevaba aƱos infrautilizado en un estado de semiolvido fĆsico y existencial. Se cerró un tiempo y se volvió a abrir. Sirvió de cine y luego de teatro. Pero la sensación de que el Teatre Principal de Badalona habĆa vivido tiempos mejores seguĆa allĆ hasta que llegó su tabla de salvación. El ayuntamiento de la ciudad vió en la reforma del edificio una oportunidad para rellenar el vació que existĆa en espacios de tamaƱo medio en esta localidad colindante a Barcelona. El proyecto cayó en manos del estudio de arquitectura AIA Salazar-Navarro y este es el resultado.
Tras un aƱo y 4 meses de obras, lo que queda del antiguo teatro es la fachada y los laterales del exterior potenciado con un nuevo tratamiento. Una tipografĆa iluminada de corte racionalista anuncia el nuevo espacio en honor a su herencia estĆ©tica de los aƱos 30, pero el homenaje al pasado acaba allĆ.
(Fotos de Ariel Ramirez)


El interior se ha cambiado por completo. La nueva sala introduce unas gradas con capacidad para sentar hasta a 400 personas, pero tambiĆ©n la opción de dividir la sala en dos para programar distintas funciones āno al mismo tiempo por temas de sonido, pero sĆ en el mismo dĆaā, cuenta Albert Salazar, cofundador del estudio de arquitectura AIA Salazar-Navarro y responsable del proyecto junto con Joan Carles Navarro.

En lĆnea con la tendencia a construir teatros polivalentes, el espacio cuenta con unas gradas retrĆ”ctiles con la capacidad para desmontar el escenario que convierte al lugar en una sala de actos con capacidad para 850 personas de pie.

Se ha creado ademĆ”s un nuevo hall en la entrada para dar protagonismo a una zona que congrega al pĆŗblico antes y despuĆ©s de cada función. En esta parte del edificio, un enorme vinilo a escala real replica la imagen de un patio de butacas . āEs una manera simbólica de hacer vivir al asistente esa sensación que tiene el actor cuando entra en escena. Esta misma imagen se puede ver desde la calle, algo que crea una situación de despiste para el viandante que por un segundo puede llegar a pensar que estĆ” delante del pĆŗblicoā, aƱade Navarro.

El Teatre Principal ya tiene un nuevo cometido y, de paso, la ciudad se ha quitado la espina de tener en el olvido este espacio cultural. āEse sitio emblemĆ”tico de valor sentimental ya no es un estorbo y hoy vuelve a estar al servicio de los ciudadanosā.








Llevaba aƱos infrautilizado en un estado de semiolvido fĆsico y existencial. Se cerró un tiempo y se volvió a abrir. Sirvió de cine y luego de teatro. Pero la sensación de que el Teatre Principal de Badalona habĆa vivido tiempos mejores seguĆa allĆ hasta que llegó su tabla de salvación. El ayuntamiento de la ciudad vió en la reforma del edificio una oportunidad para rellenar el vació que existĆa en espacios de tamaƱo medio en esta localidad colindante a Barcelona. El proyecto cayó en manos del estudio de arquitectura AIA Salazar-Navarro y este es el resultado.
Tras un aƱo y 4 meses de obras, lo que queda del antiguo teatro es la fachada y los laterales del exterior potenciado con un nuevo tratamiento. Una tipografĆa iluminada de corte racionalista anuncia el nuevo espacio en honor a su herencia estĆ©tica de los aƱos 30, pero el homenaje al pasado acaba allĆ.
(Fotos de Ariel Ramirez)


El interior se ha cambiado por completo. La nueva sala introduce unas gradas con capacidad para sentar hasta a 400 personas, pero tambiĆ©n la opción de dividir la sala en dos para programar distintas funciones āno al mismo tiempo por temas de sonido, pero sĆ en el mismo dĆaā, cuenta Albert Salazar, cofundador del estudio de arquitectura AIA Salazar-Navarro y responsable del proyecto junto con Joan Carles Navarro.

En lĆnea con la tendencia a construir teatros polivalentes, el espacio cuenta con unas gradas retrĆ”ctiles con la capacidad para desmontar el escenario que convierte al lugar en una sala de actos con capacidad para 850 personas de pie.

Se ha creado ademĆ”s un nuevo hall en la entrada para dar protagonismo a una zona que congrega al pĆŗblico antes y despuĆ©s de cada función. En esta parte del edificio, un enorme vinilo a escala real replica la imagen de un patio de butacas . āEs una manera simbólica de hacer vivir al asistente esa sensación que tiene el actor cuando entra en escena. Esta misma imagen se puede ver desde la calle, algo que crea una situación de despiste para el viandante que por un segundo puede llegar a pensar que estĆ” delante del pĆŗblicoā, aƱade Navarro.

El Teatre Principal ya tiene un nuevo cometido y, de paso, la ciudad se ha quitado la espina de tener en el olvido este espacio cultural. āEse sitio emblemĆ”tico de valor sentimental ya no es un estorbo y hoy vuelve a estar al servicio de los ciudadanosā.







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