31 de diciembre 2015    /   CIENCIA
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El vagabundo de los nĂºmeros

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ViviĂ³ de lugar en lugar llevando todas sus posesiones en una maleta. No tuvo familia ni un lugar fijo de residencia. Viajaba continuamente y se presentaba en casa de sus colegas de profesiĂ³n con el rostro cetrino, el cabello recio, chaqueta, camisa y sin corbata. Cuando le abrĂ­an la puerta, sonreĂ­a y decĂ­a: «Mi cerebro estĂ¡ abierto».

Paul ErdÅ‘s entraba entonces en la casa del matemĂ¡tico que allĂ¡ viviera, colaboraban en la resoluciĂ³n de algunos problemas, escribĂ­an juntos algunos artĂ­culos de esta disciplina y despuĂ©s, aquel hĂºngaro pequeño, delgado, enamorado de los nĂºmeros a su manera, salĂ­a de nuevo de viaje hacia otra puerta a la que llamar y decir: «Mi cerebro estĂ¡ abierto». Y asĂ­, continuamente, hasta que la muerte le sorprendiĂ³ en Varsovia hace apenas veinte años. Él tenĂ­a ochenta y tres.

El caso de ErdÅ‘s es sin duda Ăºnico en la historia de las matemĂ¡ticas, y yo dirĂ­a que en la historia de la ciencia. Es, junto con Euler, el matemĂ¡tico mĂ¡s prolĂ­fico. ErdÅ‘s escribiĂ³ mĂ¡s artĂ­culos que Euler (mil quinientos veinticinco). Euler escribiĂ³ mĂ¡s pĂ¡ginas que ErdÅ‘s. Aquel escribiĂ³ casi toda su obra en solitario mientras que este lo hizo en mĂ¡s de quinientas colaboraciones con otros matemĂ¡ticos.

Se dice que la media entre los matemĂ¡ticos que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s es 5, y que si nos restringimos al selecto grupo de los medallistas Fields (el mĂ¡s prestigioso premio que puede recibir un matemĂ¡tico y que, por cierto, ErdÅ‘s nunca recibiĂ³), la media baja a 3

AtacĂ³ cuestiones de teorĂ­a de nĂºmeros, de combinatoria, de anĂ¡lisis, de topologĂ­a, de teorĂ­a de conjuntos, y amaba, sobre todas las cosas, la resoluciĂ³n de problemas y las demostraciones hermosas. Gastaba el dinero que tenĂ­a en viajar de un sitio a otro y en premios que Ă©l mismo establecĂ­a para quien resolviera algunos problemas que le parecieran particularmente interesantes. Fue un hombre extraño, difĂ­cil de alguna forma y, aunque es verdad que no desarrollĂ³ teorĂ­as profundas, ni decidiĂ³ las direcciones de la matemĂ¡tica que le sucediĂ³, sĂ­ tuvo una influencia notable que hoy todavĂ­a se mantiene en esta ciencia perenne.

Hay mĂºltiples objetos matemĂ¡ticos que llevan su nombre: conjeturas, teoremas, grafos, desigualdades, modelos… Existe tambiĂ©n un nĂºmero de ErdÅ‘s, una curiosidad que no me resisto a describirles. Es un nĂºmero que se asigna a cada matemĂ¡tico que haya colaborado con ErdÅ‘s o a quien se le pueda trazar una lĂ­nea de colaboraciĂ³n que llegue a Ă©l. AsĂ­, el propio Paul ErdÅ‘s tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 0, todos sus colaboradores directos, mĂ¡s de quinientos, tienen nĂºmero de ErdÅ‘s 1.

Quien haya colaborado con un matemĂ¡tico que tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 1 adquiere inmediatamente el nĂºmero de ErdÅ‘s 2 (a no ser que haya colaborado directamente con Ă©l, claro). Y asĂ­ sucesivamente, midiendo el grado de separaciĂ³n con respecto al viejo Paul. Hay mĂ¡s de doscientos mil matemĂ¡ticos —y eso son muchos matemĂ¡ticos— que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s, y se ha estimado que el 90% de ellos actualmente en activo tienen un nĂºmero de ErdÅ‘s menor o igual a 8.

Se dice que la media entre los matemĂ¡ticos que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s es 5, y que si nos restringimos al selecto grupo de los medallistas Fields (el mĂ¡s prestigioso premio que puede recibir un matemĂ¡tico y que, por cierto, ErdÅ‘s nunca recibiĂ³), la media baja a 3.

Mi cerebro estĂ¡ abierto

Hay incluso un famoso jugador de baseball, Hank Aaron, que tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 1, ya que la Universidad de Emory, en Estados Unidos, concediĂ³ a Aaron y ErdÅ‘s el doctorado honoris causa el mismo dĂ­a, y ambos firmaron en la misma pelota de baseball de un admirador. El tal admirador era Carl Pomerance, que escribiĂ³ 40 artĂ­culos matemĂ¡ticos con ErdÅ‘s, entre ellos uno sobre nĂºmeros de Ruth-Aaron (sĂ­, Aaron el jugador de este deporte).

Hay un bebĂ©, varios actores y hasta un caballo que dicen que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s. Y es que parece que cualquiera puede tener nĂºmero de Ă©l. Por cierto, que el mĂ­o es 4, el mismo que Bill Gates o Stephen Hawking. Y eso que mi carrera matemĂ¡tica comenzĂ³ despuĂ©s de su fallecimiento. Ya ven, parece que, aun despuĂ©s de muerto, aquel vagabundo que amĂ³ tanto los nĂºmeros, sigue irĂ³nicamente viajando de casa en casa de sus colegas actuales, transformado en un nĂºmero que, irremediablemente, irĂ¡ creciendo conforme pasen las generaciones.

ViviĂ³ de lugar en lugar llevando todas sus posesiones en una maleta. No tuvo familia ni un lugar fijo de residencia. Viajaba continuamente y se presentaba en casa de sus colegas de profesiĂ³n con el rostro cetrino, el cabello recio, chaqueta, camisa y sin corbata. Cuando le abrĂ­an la puerta, sonreĂ­a y decĂ­a: «Mi cerebro estĂ¡ abierto».

Paul ErdÅ‘s entraba entonces en la casa del matemĂ¡tico que allĂ¡ viviera, colaboraban en la resoluciĂ³n de algunos problemas, escribĂ­an juntos algunos artĂ­culos de esta disciplina y despuĂ©s, aquel hĂºngaro pequeño, delgado, enamorado de los nĂºmeros a su manera, salĂ­a de nuevo de viaje hacia otra puerta a la que llamar y decir: «Mi cerebro estĂ¡ abierto». Y asĂ­, continuamente, hasta que la muerte le sorprendiĂ³ en Varsovia hace apenas veinte años. Él tenĂ­a ochenta y tres.

El caso de ErdÅ‘s es sin duda Ăºnico en la historia de las matemĂ¡ticas, y yo dirĂ­a que en la historia de la ciencia. Es, junto con Euler, el matemĂ¡tico mĂ¡s prolĂ­fico. ErdÅ‘s escribiĂ³ mĂ¡s artĂ­culos que Euler (mil quinientos veinticinco). Euler escribiĂ³ mĂ¡s pĂ¡ginas que ErdÅ‘s. Aquel escribiĂ³ casi toda su obra en solitario mientras que este lo hizo en mĂ¡s de quinientas colaboraciones con otros matemĂ¡ticos.

Se dice que la media entre los matemĂ¡ticos que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s es 5, y que si nos restringimos al selecto grupo de los medallistas Fields (el mĂ¡s prestigioso premio que puede recibir un matemĂ¡tico y que, por cierto, ErdÅ‘s nunca recibiĂ³), la media baja a 3

AtacĂ³ cuestiones de teorĂ­a de nĂºmeros, de combinatoria, de anĂ¡lisis, de topologĂ­a, de teorĂ­a de conjuntos, y amaba, sobre todas las cosas, la resoluciĂ³n de problemas y las demostraciones hermosas. Gastaba el dinero que tenĂ­a en viajar de un sitio a otro y en premios que Ă©l mismo establecĂ­a para quien resolviera algunos problemas que le parecieran particularmente interesantes. Fue un hombre extraño, difĂ­cil de alguna forma y, aunque es verdad que no desarrollĂ³ teorĂ­as profundas, ni decidiĂ³ las direcciones de la matemĂ¡tica que le sucediĂ³, sĂ­ tuvo una influencia notable que hoy todavĂ­a se mantiene en esta ciencia perenne.

Hay mĂºltiples objetos matemĂ¡ticos que llevan su nombre: conjeturas, teoremas, grafos, desigualdades, modelos… Existe tambiĂ©n un nĂºmero de ErdÅ‘s, una curiosidad que no me resisto a describirles. Es un nĂºmero que se asigna a cada matemĂ¡tico que haya colaborado con ErdÅ‘s o a quien se le pueda trazar una lĂ­nea de colaboraciĂ³n que llegue a Ă©l. AsĂ­, el propio Paul ErdÅ‘s tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 0, todos sus colaboradores directos, mĂ¡s de quinientos, tienen nĂºmero de ErdÅ‘s 1.

Quien haya colaborado con un matemĂ¡tico que tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 1 adquiere inmediatamente el nĂºmero de ErdÅ‘s 2 (a no ser que haya colaborado directamente con Ă©l, claro). Y asĂ­ sucesivamente, midiendo el grado de separaciĂ³n con respecto al viejo Paul. Hay mĂ¡s de doscientos mil matemĂ¡ticos —y eso son muchos matemĂ¡ticos— que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s, y se ha estimado que el 90% de ellos actualmente en activo tienen un nĂºmero de ErdÅ‘s menor o igual a 8.

Se dice que la media entre los matemĂ¡ticos que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s es 5, y que si nos restringimos al selecto grupo de los medallistas Fields (el mĂ¡s prestigioso premio que puede recibir un matemĂ¡tico y que, por cierto, ErdÅ‘s nunca recibiĂ³), la media baja a 3.

Mi cerebro estĂ¡ abierto

Hay incluso un famoso jugador de baseball, Hank Aaron, que tiene nĂºmero de ErdÅ‘s 1, ya que la Universidad de Emory, en Estados Unidos, concediĂ³ a Aaron y ErdÅ‘s el doctorado honoris causa el mismo dĂ­a, y ambos firmaron en la misma pelota de baseball de un admirador. El tal admirador era Carl Pomerance, que escribiĂ³ 40 artĂ­culos matemĂ¡ticos con ErdÅ‘s, entre ellos uno sobre nĂºmeros de Ruth-Aaron (sĂ­, Aaron el jugador de este deporte).

Hay un bebĂ©, varios actores y hasta un caballo que dicen que tienen nĂºmero de ErdÅ‘s. Y es que parece que cualquiera puede tener nĂºmero de Ă©l. Por cierto, que el mĂ­o es 4, el mismo que Bill Gates o Stephen Hawking. Y eso que mi carrera matemĂ¡tica comenzĂ³ despuĂ©s de su fallecimiento. Ya ven, parece que, aun despuĂ©s de muerto, aquel vagabundo que amĂ³ tanto los nĂºmeros, sigue irĂ³nicamente viajando de casa en casa de sus colegas actuales, transformado en un nĂºmero que, irremediablemente, irĂ¡ creciendo conforme pasen las generaciones.

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Opiniones 4
  • ¿El nĂºmero es solo por colaboraciĂ³n? ¿Si escribes un texto sobre Erdös obtienes un nĂºmero?

    • Efectivamente, Dolores, el nĂºmero es sĂ³lo por colaboraciĂ³n, por escribir sobre Erdös no obtienes nĂºmero, a menos que el artĂ­culo lo escribas con alguien que sĂ­ tenga nĂºmero de Erdös y entonces obtendrĂ­as uno mĂ¡s que el de tu coautor o coautora.

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