El nuevo universo en el que aterrizaron requerĆa un lenguaje nuevo. A los sapos y culebras se unieron objetos que emitĆan destellos y descargas, sonidos y luz. El vocabulario de urracas y amuletos, raĆces y esqueletos, debĆa actualizarse como un programa informĆ”tico cuando se descarga la Ćŗltima versión.
A oĆdos de hoy, La Bola podrĆa resultar polĆticamente incorrecta. No se cortaban. De sus programas salieron lemas crĆticos, como chispazos, hacia el sistema neoliberal que sobrevolaba el paĆs y que los niƱos y adolescentes repetĆan como una letanĆa:
Aunque Alba Rico piensa que Ā«mĆ”s que una vocación subversiva, habĆa mucha espontaneidad disruptivaĀ». La genialidad de aquel programa que arrastraba frente al televisor a millones de personas, cada sĆ”bado por la maƱana, surgió de una fusión del talento de la generación X (nacidos entre 1960 y 1980), los baby boomers (nacidos entre 1940 y 1960) y los silenciosos (nacidos entre 1920 y 1940).
Carlo Frabetti escribĆa alejandrinos satĆricos para la sección del Librovisor. Carlos FernĆ”ndez Liria armaba falsos eslóganes mitológicos, como «”Homero, se te ha visto el plumero!Ā». A los electroduendes Alba Rico reservaba unos pareados Ā«claramente āterroristasā, ripios intencionadamente rechinantes que intentaban āhacer oĆrā lo que habitualmente no se escuchaĀ». DetrĆ”s de sus guiones, cuando los escribĆa, estaban el dramaturgo Bertolt Brecht y el poeta satĆrico Jonathan Swift. Y asĆ, rememora, Ā«tenĆamos un pie en la calle y otro en los librosĀ».
Aquella bola por un tiempo rodó sin freno. En ella cantaban, sin pudor y sin miedo, sin remilgos ni sobreprotección, temas que decĆan a los niƱos X:
Ā«Parece mentira, pero la Ćŗnica televisión que existĆa, la pĆŗblica, era mucho mĆ”s libre que las plurales e infinitas redes sociales donde ya no se puede contar un chisteĀ», lamenta el guionista. Ā«La combinación de leyes represivas y de tenazas polĆticamente correctas ha contraĆdo enormemente el Ć”mbito de la libertad de expresión, que hay que defender con uƱas y dientes, incluso o sobre todo para quienes dicen cosas que preferirĆamos no escucharĀ».
El nuevo universo en el que aterrizaron requerĆa un lenguaje nuevo. A los sapos y culebras se unieron objetos que emitĆan destellos y descargas, sonidos y luz. El vocabulario de urracas y amuletos, raĆces y esqueletos, debĆa actualizarse como un programa informĆ”tico cuando se descarga la Ćŗltima versión.
A oĆdos de hoy, La Bola podrĆa resultar polĆticamente incorrecta. No se cortaban. De sus programas salieron lemas crĆticos, como chispazos, hacia el sistema neoliberal que sobrevolaba el paĆs y que los niƱos y adolescentes repetĆan como una letanĆa:
Aunque Alba Rico piensa que Ā«mĆ”s que una vocación subversiva, habĆa mucha espontaneidad disruptivaĀ». La genialidad de aquel programa que arrastraba frente al televisor a millones de personas, cada sĆ”bado por la maƱana, surgió de una fusión del talento de la generación X (nacidos entre 1960 y 1980), los baby boomers (nacidos entre 1940 y 1960) y los silenciosos (nacidos entre 1920 y 1940).
Carlo Frabetti escribĆa alejandrinos satĆricos para la sección del Librovisor. Carlos FernĆ”ndez Liria armaba falsos eslóganes mitológicos, como «”Homero, se te ha visto el plumero!Ā». A los electroduendes Alba Rico reservaba unos pareados Ā«claramente āterroristasā, ripios intencionadamente rechinantes que intentaban āhacer oĆrā lo que habitualmente no se escuchaĀ». DetrĆ”s de sus guiones, cuando los escribĆa, estaban el dramaturgo Bertolt Brecht y el poeta satĆrico Jonathan Swift. Y asĆ, rememora, Ā«tenĆamos un pie en la calle y otro en los librosĀ».
Aquella bola por un tiempo rodó sin freno. En ella cantaban, sin pudor y sin miedo, sin remilgos ni sobreprotección, temas que decĆan a los niƱos X:
Ā«Parece mentira, pero la Ćŗnica televisión que existĆa, la pĆŗblica, era mucho mĆ”s libre que las plurales e infinitas redes sociales donde ya no se puede contar un chisteĀ», lamenta el guionista. Ā«La combinación de leyes represivas y de tenazas polĆticamente correctas ha contraĆdo enormemente el Ć”mbito de la libertad de expresión, que hay que defender con uƱas y dientes, incluso o sobre todo para quienes dicen cosas que preferirĆamos no escucharĀ».
Excelente historia. Por complementar musicalmente, podƩis echarle un vistazo a este post:
http://ruidosyzumbidos.weebly.com/microruido/la-bola-de-cristal
La verdad es que nos hemos convertido en una sociedad enfadada contra todo y contra todos. En fin,lo siento por las nuevas generaciones
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