Ya se sabe. Tratar con determinadas figuras del firmamento de la tecnologĂa no resulta nada fácil. En muchas ocasiones, el nivel del talento viene acompañado de un carácter huraño, despĂłtico, y siempre acompañado de un nivel de exigencia fuera de lo comĂşn. AsĂ las cosas, los que trabajaron en su dĂa con Steve Jobs evitaban el cara a cara en lugares triviales de la sede de Apple como los servicios o el ascensor. Esa cercanĂa en las distancias podĂa motivar que el lĂder disparara a bocajarro sobre cualquier asunto, y una respuesta no adecuada podĂa significar el fin.
Pues bien, otro que se las gasta de cuidado a la hora de gestionar equipos es el genial Elon Musk. Hablamos de un hombre que ha revolucionado la industria de la automociĂłn con sus vehĂculos elĂ©ctricos (Tesla) y que promete llevarnos a Marte en poco tiempo (SpaceX). Detrás de estos retos se esconde una persona tremendamente exigente, y no solo consigo mismo. Y los detalles que conocemos de los que han sobrevivido bajo su mandato, nos dan una idea del carácter de esta figura irrepetible.
Estos dĂas su nombre ha vuelto a saltar a las portadas y no precisamente por sus logros como emprendedor, sino por su mala baba a la hora de gestionar a su equipo. SegĂşn una biografĂa no autorizada y firmada por Ashlee Vance, Musk reprendiĂł duramente a uno de sus subordinados en SpaceX que se excusĂł de una reuniĂłn para estar presente en el nacimiento de su primer hijo. «Esa no es excusa, estoy profundamente decepcionado. Tienes que tener claras cuáles son tus prioridades. Vamos a cambiar el rumbo de la historia. O te comprometes a ello, o no». Este serĂa el demoledor email que habrĂa recibido el reciĂ©n estrenado padre, aunque hay que avanzar que el propio Musk negĂł rápidamente haber dicho eso nunca a uno de sus empleados. A estas alturas, lo realmente preocupante no es ya si lo llegĂł a decir o no en alguna ocasiĂłn: sino que de haberlo hecho, tampoco nos hubiera sorprendido en exceso.
La pregunta fatĂdica
De mirada penetrante y trabajando 20 horas al dĂa (y no exageramos), los que terminan por trabajar en alguna de sus empresas conocen con antelaciĂłn cĂłmo se las gasta. Musk cuida en especial a los componentes que forman parte de SpaceX, y se dice que ha asistido a las mil entrevistas que se han celebrado para reclutar a los respectivos ingenieros. SegĂşn parece, en los primeros instantes de la misma, el genial empresario parece como ajeno y sin dejar de aporrear el teclado mientras trabaja.
Pero en un momento determinado, se gira y mira fijamente a los ojos del candidato: «Si en la Tierra caminas una milla hacia el sur, otra hacia el oeste y otra hacia el norte… ÂżdĂłnde estás exactamente?», la pregunta cae a bocajarro de alguien que ha estado silente en todo momento mientras hacĂan la entrevista. Y bien, las respuestas acertadas son, o en el Polo Norte o en algĂşn punto cercano al Polo Sur. Vamos, que uno puede haber hecho una entrevista brillante y echar todo por tierra con esta ingeniosa pregunta.
Trabajar con una persona asĂ es muy difĂcil, y es que este CEO no duda en humillar pĂşblicamente a quien no logra alcanzar los plazos (casi siempre, imposibles) marcados por Ă©l. Eso sĂ, si el empleado en cuestiĂłn ha logrado salir entero del brutal rapapolvo y al dĂa siguiente vuelve a su puesto, entonces Musk lo comienza a mirar con cierto respeto.
En las reuniones, nuestro hombre destaca por el valor que otorga al tiempo: una persona que dedica el grueso de su jornada a trabajar no desea perder un solo segundo en algo que no sea realmente productivo. Musk quiere que los que asistan aporten algo y nunca pierde el foco de lo que se está discutiendo, con lo que responderá siempre con monosĂlabos a las cuestiones que se le planteen. ÂżUn bicho raro? SĂ, posiblemente, pero a ver quiĂ©n le discute algo a una persona que promete llevar al hombre a Marte. Y lo hará.
Imagen de portada: durantelallera / Shutterstock
Ya se sabe. Tratar con determinadas figuras del firmamento de la tecnologĂa no resulta nada fácil. En muchas ocasiones, el nivel del talento viene acompañado de un carácter huraño, despĂłtico, y siempre acompañado de un nivel de exigencia fuera de lo comĂşn. AsĂ las cosas, los que trabajaron en su dĂa con Steve Jobs evitaban el cara a cara en lugares triviales de la sede de Apple como los servicios o el ascensor. Esa cercanĂa en las distancias podĂa motivar que el lĂder disparara a bocajarro sobre cualquier asunto, y una respuesta no adecuada podĂa significar el fin.
Pues bien, otro que se las gasta de cuidado a la hora de gestionar equipos es el genial Elon Musk. Hablamos de un hombre que ha revolucionado la industria de la automociĂłn con sus vehĂculos elĂ©ctricos (Tesla) y que promete llevarnos a Marte en poco tiempo (SpaceX). Detrás de estos retos se esconde una persona tremendamente exigente, y no solo consigo mismo. Y los detalles que conocemos de los que han sobrevivido bajo su mandato, nos dan una idea del carácter de esta figura irrepetible.
Estos dĂas su nombre ha vuelto a saltar a las portadas y no precisamente por sus logros como emprendedor, sino por su mala baba a la hora de gestionar a su equipo. SegĂşn una biografĂa no autorizada y firmada por Ashlee Vance, Musk reprendiĂł duramente a uno de sus subordinados en SpaceX que se excusĂł de una reuniĂłn para estar presente en el nacimiento de su primer hijo. «Esa no es excusa, estoy profundamente decepcionado. Tienes que tener claras cuáles son tus prioridades. Vamos a cambiar el rumbo de la historia. O te comprometes a ello, o no». Este serĂa el demoledor email que habrĂa recibido el reciĂ©n estrenado padre, aunque hay que avanzar que el propio Musk negĂł rápidamente haber dicho eso nunca a uno de sus empleados. A estas alturas, lo realmente preocupante no es ya si lo llegĂł a decir o no en alguna ocasiĂłn: sino que de haberlo hecho, tampoco nos hubiera sorprendido en exceso.
La pregunta fatĂdica
De mirada penetrante y trabajando 20 horas al dĂa (y no exageramos), los que terminan por trabajar en alguna de sus empresas conocen con antelaciĂłn cĂłmo se las gasta. Musk cuida en especial a los componentes que forman parte de SpaceX, y se dice que ha asistido a las mil entrevistas que se han celebrado para reclutar a los respectivos ingenieros. SegĂşn parece, en los primeros instantes de la misma, el genial empresario parece como ajeno y sin dejar de aporrear el teclado mientras trabaja.
Pero en un momento determinado, se gira y mira fijamente a los ojos del candidato: «Si en la Tierra caminas una milla hacia el sur, otra hacia el oeste y otra hacia el norte… ÂżdĂłnde estás exactamente?», la pregunta cae a bocajarro de alguien que ha estado silente en todo momento mientras hacĂan la entrevista. Y bien, las respuestas acertadas son, o en el Polo Norte o en algĂşn punto cercano al Polo Sur. Vamos, que uno puede haber hecho una entrevista brillante y echar todo por tierra con esta ingeniosa pregunta.
Trabajar con una persona asĂ es muy difĂcil, y es que este CEO no duda en humillar pĂşblicamente a quien no logra alcanzar los plazos (casi siempre, imposibles) marcados por Ă©l. Eso sĂ, si el empleado en cuestiĂłn ha logrado salir entero del brutal rapapolvo y al dĂa siguiente vuelve a su puesto, entonces Musk lo comienza a mirar con cierto respeto.
En las reuniones, nuestro hombre destaca por el valor que otorga al tiempo: una persona que dedica el grueso de su jornada a trabajar no desea perder un solo segundo en algo que no sea realmente productivo. Musk quiere que los que asistan aporten algo y nunca pierde el foco de lo que se está discutiendo, con lo que responderá siempre con monosĂlabos a las cuestiones que se le planteen. ÂżUn bicho raro? SĂ, posiblemente, pero a ver quiĂ©n le discute algo a una persona que promete llevar al hombre a Marte. Y lo hará.
Imagen de portada: durantelallera / Shutterstock
“A estas alturas, lo realmente preocupante no es ya si lo llegĂł a decir o no en alguna ocasiĂłn” ÂżPero quĂ© burrada es esta? Los hechos son, de largo, lo más importante para darle credibilidad al asunto.
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