
Es voraz con los recuerdos. Pero no se queda ahĂ. El Alzheimer es capaz de arrasar con cualquier rastro de lo que la persona que lo padece fue. A los estragos mentales se unen los fĂsicos y, por si no le bastase, se ceba tambiĂ©n con el entorno familiar. A medida que el enfermo cambia todo lo de su alrededor lo hace con Ă©l.
A Pere Arnaldo le ha tocado vivir de cerca la enfermedad. Por eso la conoce bien: âEl Alzheimer se esta convirtiendo en uno de los problemas sanitarios mas importantes de nuestra sociedad, ya que cada vez es mĂĄs anciana. Una persona de cada ocho mayor de 65 años la padece y, a partir de los 85 años, una de cada dos tiene Alzheimer. Se estĂĄ creando una sociedad mas dependiente. Por eso creĂ importante poder enseñarla de cercaâ.

El fotĂłgrafo eligiĂł el centro geriĂĄtrico La Alzina, a las afueras de Barcelona, para realizar su reportaje. Tanto los responsables del centro como las familias accedieron a que Arnaldo recogiese con su cĂĄmara un dĂa en las vidas de personas con Alzheimer. SabĂan que el respeto al enfermo estaba garantizado.

Las imĂĄgenes captadas debĂan mostrar la realidad del Alzheimer desde tres perspectivas distintas: âpor un lado, la pĂ©rdida de memoria a largo plazo, sobre todo en lo que respecta a la gente que lucha sin para contra ella, ejercitando la mente y el cuerpo a diarioâ.

La otra faceta es la que tiene que ver con la dependencia de los pacientes en las etapas mĂĄs avanzadas de la enfermedad. Por Ășltimo, Arnaldo no querĂa perder la oportunidad de rendir un homenaje a la labor de los enfermeros y mĂ©dicos que cuidan a diario a estos pacientes.

Arnaldo asegura que aprendiĂł mucho de la enfermedad tras enfrentarse a ella como fotĂłgrafo: âAprendĂ que el cuerpo humano es muy frĂĄgil, pero tambiĂ©n me sorprendiĂł que aunque se pueda perder la memoria, hay cosas que nunca se olvidan, ya que se sienten. La familia de una de las ancianas a las que fotografiĂ© âcontinua- hacĂa que volviese a sentir esas pequeñas cosas que tanto le gustaban, como el gusto por un bombĂłn de chocolate o escuchar esa melodĂa que tanto le agradaba u oler sus flores preferidas⊠La expresiĂłn de su cara me dejĂł sin palabras. PodĂa haberse olvidado de quiĂ©n era y de las caras de sus familiares, pero no del calor que le transmitĂanâ.

“En muchos casos te sientes un poco impotente al ver que las personas que estas fotografiando no sabes muy bien si son conscientes de que tĂș estas ahĂ, pero por otra parte tambiĂ©n hay muchos casos en que solo verte entrar por la puerta ya te demuestran su alegrĂa, aunque solo sea por hablar un rato y compartir momentos agradables que les saquen un poco de la rutina del geriĂĄtrico”.






Es voraz con los recuerdos. Pero no se queda ahĂ. El Alzheimer es capaz de arrasar con cualquier rastro de lo que la persona que lo padece fue. A los estragos mentales se unen los fĂsicos y, por si no le bastase, se ceba tambiĂ©n con el entorno familiar. A medida que el enfermo cambia todo lo de su alrededor lo hace con Ă©l.
A Pere Arnaldo le ha tocado vivir de cerca la enfermedad. Por eso la conoce bien: âEl Alzheimer se esta convirtiendo en uno de los problemas sanitarios mas importantes de nuestra sociedad, ya que cada vez es mĂĄs anciana. Una persona de cada ocho mayor de 65 años la padece y, a partir de los 85 años, una de cada dos tiene Alzheimer. Se estĂĄ creando una sociedad mas dependiente. Por eso creĂ importante poder enseñarla de cercaâ.

El fotĂłgrafo eligiĂł el centro geriĂĄtrico La Alzina, a las afueras de Barcelona, para realizar su reportaje. Tanto los responsables del centro como las familias accedieron a que Arnaldo recogiese con su cĂĄmara un dĂa en las vidas de personas con Alzheimer. SabĂan que el respeto al enfermo estaba garantizado.

Las imĂĄgenes captadas debĂan mostrar la realidad del Alzheimer desde tres perspectivas distintas: âpor un lado, la pĂ©rdida de memoria a largo plazo, sobre todo en lo que respecta a la gente que lucha sin para contra ella, ejercitando la mente y el cuerpo a diarioâ.

La otra faceta es la que tiene que ver con la dependencia de los pacientes en las etapas mĂĄs avanzadas de la enfermedad. Por Ășltimo, Arnaldo no querĂa perder la oportunidad de rendir un homenaje a la labor de los enfermeros y mĂ©dicos que cuidan a diario a estos pacientes.

Arnaldo asegura que aprendiĂł mucho de la enfermedad tras enfrentarse a ella como fotĂłgrafo: âAprendĂ que el cuerpo humano es muy frĂĄgil, pero tambiĂ©n me sorprendiĂł que aunque se pueda perder la memoria, hay cosas que nunca se olvidan, ya que se sienten. La familia de una de las ancianas a las que fotografiĂ© âcontinua- hacĂa que volviese a sentir esas pequeñas cosas que tanto le gustaban, como el gusto por un bombĂłn de chocolate o escuchar esa melodĂa que tanto le agradaba u oler sus flores preferidas⊠La expresiĂłn de su cara me dejĂł sin palabras. PodĂa haberse olvidado de quiĂ©n era y de las caras de sus familiares, pero no del calor que le transmitĂanâ.

“En muchos casos te sientes un poco impotente al ver que las personas que estas fotografiando no sabes muy bien si son conscientes de que tĂș estas ahĂ, pero por otra parte tambiĂ©n hay muchos casos en que solo verte entrar por la puerta ya te demuestran su alegrĂa, aunque solo sea por hablar un rato y compartir momentos agradables que les saquen un poco de la rutina del geriĂĄtrico”.





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