Al calor de las elecciones, escribĆa ayer el Ćnclito Enrique Dans un artĆculo reflexionando acerca de los resultados, la comunicación y las valoraciones sobre lo sucedido.Ā No pienso entrar en ese debate. QuĆ© pereza. Ni valorar al autor, a veces mĆ”s sesudo de lo que puedo digerir, pero maestro al fin y al cabo. Ā”Ave, Enrique!
(Opinión)
Hubo algo que leĆ en el artĆculo, o mejor, en los comentarios al mismo, que me entretuvo y me distrajo. En plena cascada de comentarios, uno de sus lectores cambiaba de golpe el ritmo de la conversación: Ā«Enrique, me cuesta horrores leer un artĆculo tuyo con esta nueva tipografĆaĀ».
Ya imagino el gran silencio virtual. Los millones de lectores parados en seco. El desconcierto, gente mirĆ”ndose unos a otros sin saber cómo seguir. Poco friendly, pereza visual⦠Y la amenaza de un usuario de quitarle de sus favoritos (uhhh)ā¦. Fueron algunas de las valoraciones siguientes.
Dans, quizÔs forzado por la situación, salió al ruedo para reconducir el debate: «Mi mujer y mi hija se muestran muy preocupadas con tu comentario ;-)» y luego echó balones fuera diciendo que eran cosas de su diseñador. «Si hay muchas protestas, la cambiaré». Zanjado el tema. Bueno, para mà no.
Yo creo que, siendo Dans una referencia ineludible del mundo empresarial y de la gestión de clientes, experto en esta nueva realidad tecnológica, colaborativa y participativa, y teniendo en la palabra escrita su modo de vida, igual su nueva tipografĆa y los comentarios espontĆ”neos de sus lectores debieran preocuparle algo mĆ”s.
Los consultores de branding, lo sĆ© bien, tienen en el apartado de tipografĆa verdaderos retos. Las letras dicen mucho. Pero cuando son parte de una identidad profesional tambiĆ©n dicen mucho de quien las escribe y hay mucha ciencia detrĆ”s (tracking/kerning/hinting). Y autĆ©nticos expertos en descifrar por quĆ© algo se lee o no se lee bien. En este mundo de abundancia hay incluso movimientos sociales en contra de estilos tipogrĆ”ficos como la Comic Sans. QuĆ© absurdo, Āæno? Digo mĆ”s, leer a Enrique Dans en Comic Sans serĆa un ejercicio muy gracioso.
Ya entiendo que el discurso era mucho mĆ”s elevado y valioso. Pero a veces Ā tambiĆ©n hay que bajar al sótano a ver si estĆ” todo bien. Y la verdad es que despuĆ©s de leer los comentarios, prestĆ© atención a la tipografĆa. Y efectivametne, no es la mĆ”s legible, la sugestión funciona asĆā¦
ĀæSerĆ” este el fin del fenómeno Enrique Dans? ĀæLe abandonaremos sus millones de seguidores?Ā ĀæAcaso el insigne consultor no prestó atención a un pequeƱo detalle que le llevó a la postre a la bancarrota y a la bebida? No, evidentemente no. Seguramente he sido el Ćŗnico que ha pensado en esto. Pero realmente me extrañó una respuesta tan casual y evasiva. En su caso la tipografĆa es unĀ basic. Su herramienta. El martillo del zapatero o laĀ tijera del peluquero. Para alguien que escribe, tanto y tan bien, que le lean bien debiera ser importante.
PD: Ā TambiĆ©n me extrañó que usara un – š – Ā alguien como Ć©l, pero esa es ya otra historiaā¦;)
Al calor de las elecciones, escribĆa ayer el Ćnclito Enrique Dans un artĆculo reflexionando acerca de los resultados, la comunicación y las valoraciones sobre lo sucedido.Ā No pienso entrar en ese debate. QuĆ© pereza. Ni valorar al autor, a veces mĆ”s sesudo de lo que puedo digerir, pero maestro al fin y al cabo. Ā”Ave, Enrique!
(Opinión)
Hubo algo que leĆ en el artĆculo, o mejor, en los comentarios al mismo, que me entretuvo y me distrajo. En plena cascada de comentarios, uno de sus lectores cambiaba de golpe el ritmo de la conversación: Ā«Enrique, me cuesta horrores leer un artĆculo tuyo con esta nueva tipografĆaĀ».
Ya imagino el gran silencio virtual. Los millones de lectores parados en seco. El desconcierto, gente mirĆ”ndose unos a otros sin saber cómo seguir. Poco friendly, pereza visual⦠Y la amenaza de un usuario de quitarle de sus favoritos (uhhh)ā¦. Fueron algunas de las valoraciones siguientes.
Dans, quizÔs forzado por la situación, salió al ruedo para reconducir el debate: «Mi mujer y mi hija se muestran muy preocupadas con tu comentario ;-)» y luego echó balones fuera diciendo que eran cosas de su diseñador. «Si hay muchas protestas, la cambiaré». Zanjado el tema. Bueno, para mà no.
Yo creo que, siendo Dans una referencia ineludible del mundo empresarial y de la gestión de clientes, experto en esta nueva realidad tecnológica, colaborativa y participativa, y teniendo en la palabra escrita su modo de vida, igual su nueva tipografĆa y los comentarios espontĆ”neos de sus lectores debieran preocuparle algo mĆ”s.
Los consultores de branding, lo sĆ© bien, tienen en el apartado de tipografĆa verdaderos retos. Las letras dicen mucho. Pero cuando son parte de una identidad profesional tambiĆ©n dicen mucho de quien las escribe y hay mucha ciencia detrĆ”s (tracking/kerning/hinting). Y autĆ©nticos expertos en descifrar por quĆ© algo se lee o no se lee bien. En este mundo de abundancia hay incluso movimientos sociales en contra de estilos tipogrĆ”ficos como la Comic Sans. QuĆ© absurdo, Āæno? Digo mĆ”s, leer a Enrique Dans en Comic Sans serĆa un ejercicio muy gracioso.
Ya entiendo que el discurso era mucho mĆ”s elevado y valioso. Pero a veces Ā tambiĆ©n hay que bajar al sótano a ver si estĆ” todo bien. Y la verdad es que despuĆ©s de leer los comentarios, prestĆ© atención a la tipografĆa. Y efectivametne, no es la mĆ”s legible, la sugestión funciona asĆā¦
ĀæSerĆ” este el fin del fenómeno Enrique Dans? ĀæLe abandonaremos sus millones de seguidores?Ā ĀæAcaso el insigne consultor no prestó atención a un pequeƱo detalle que le llevó a la postre a la bancarrota y a la bebida? No, evidentemente no. Seguramente he sido el Ćŗnico que ha pensado en esto. Pero realmente me extrañó una respuesta tan casual y evasiva. En su caso la tipografĆa es unĀ basic. Su herramienta. El martillo del zapatero o laĀ tijera del peluquero. Para alguien que escribe, tanto y tan bien, que le lean bien debiera ser importante.
PD: Ā TambiĆ©n me extrañó que usara un – š – Ā alguien como Ć©l, pero esa es ya otra historiaā¦;)
Yo asistĆ el otro dĆa por primera vez a una charla de Enrique Dans y fue el mayor bluff de la historia de las charlas. Puede que fuera porque su ego, Ć©l y la audiencia Ć©ramos demasiado para la sala gigante donde estĆ”bsmos. Sobraba la audiencia….y supongo que le sobran los lectores.
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