La realidad resultó, lamentablemente, ser algo más complicada: los viajes interplanetarios tuvieron que ser relegados a la narrativa, y nosotros nos vimos obligados a abandonar nuestros delirios.
Elm Road Drive-in Theatre by Jack Pearce
Las implicaciones del aerodinamismo moderno de los años 30 y su posterior evolución hacia la arquitectura Googie, (hasta mediados de los 60), se mezclaron con las señas de una heroica expansión espacial a mediados de siglo para construir una visión cósmica e ilimitada: un futuro, en fin, de posibilidades indescriptibles.
Benjamin G. Bowdens Spacelander Bicycle. Brooklyn Museum
Al mismo tiempo, el interiorismo y la arquitectura sufrieron una fuerte sacudida en forma de un movimiento cultural que rechazaba la austeridad caracterÃstica del hogar estadounidense prefabricado.
El espacio exterior, antaño imposible, acabó por formar parte de nuestras salas y salones.
Mientras tanto, la música se recreó en los espacios remotos de la psicodelia y el LSD. David Bowie abrió la veda con la creación de un Ziggy Stardust hijo de su tiempo, y otros artistas acabarÃan por cargar su relevo hasta los lÃmites de la rapsodia (Queen) o la experimentación (Pink Floyd).
Pero los riffs de Bowie formaron algo más que grandes canciones: si el The Velvet Underground & Nico de Lou Reed representó el nihilismo de una generación traicionada, el absurdamente titulado The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars les sirvió a esos mismos jóvenes como desesperado escape a una realidad asfixiante.
En un irónico regreso, el ciclo se ha completado hoy con el estreno contemporáneo de cintas como Interstellar, donde la exploración espacial pierde todo brillo en favor de una autenticidad opresiva: ahora el espacio ya no cumple su función como escape apasionante, sino que se revela como última salida a un planeta que se muere.
Hoy en dÃa son las páginas como Future Forms las encargadas de preservar y expandir el legado inocente y optimista de la era espacial; y en el campo musical, grupos como Public Service Announcement han retomado algunos de sus elementos más caracterÃsticos en sus propias composiciones.
A lo largo de los años, nuestra relación con el universo ha cambiado, pero al propio universo nunca le hemos importado demasiado, principalmente por nuestra condición infinitesimal. Nosotros, sin embargo, nunca hemos llegado a perder la esperanza.
El final de nuestros viajes es tan imposible de predecir como el propio; pues, mientras haya gente, habrá sueños. Y mientras haya sueños, habrá quien mire a las estrellas.
La realidad resultó, lamentablemente, ser algo más complicada: los viajes interplanetarios tuvieron que ser relegados a la narrativa, y nosotros nos vimos obligados a abandonar nuestros delirios.
Elm Road Drive-in Theatre by Jack Pearce
Las implicaciones del aerodinamismo moderno de los años 30 y su posterior evolución hacia la arquitectura Googie, (hasta mediados de los 60), se mezclaron con las señas de una heroica expansión espacial a mediados de siglo para construir una visión cósmica e ilimitada: un futuro, en fin, de posibilidades indescriptibles.
Benjamin G. Bowdens Spacelander Bicycle. Brooklyn Museum
Al mismo tiempo, el interiorismo y la arquitectura sufrieron una fuerte sacudida en forma de un movimiento cultural que rechazaba la austeridad caracterÃstica del hogar estadounidense prefabricado.
El espacio exterior, antaño imposible, acabó por formar parte de nuestras salas y salones.
Mientras tanto, la música se recreó en los espacios remotos de la psicodelia y el LSD. David Bowie abrió la veda con la creación de un Ziggy Stardust hijo de su tiempo, y otros artistas acabarÃan por cargar su relevo hasta los lÃmites de la rapsodia (Queen) o la experimentación (Pink Floyd).
Pero los riffs de Bowie formaron algo más que grandes canciones: si el The Velvet Underground & Nico de Lou Reed representó el nihilismo de una generación traicionada, el absurdamente titulado The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars les sirvió a esos mismos jóvenes como desesperado escape a una realidad asfixiante.
En un irónico regreso, el ciclo se ha completado hoy con el estreno contemporáneo de cintas como Interstellar, donde la exploración espacial pierde todo brillo en favor de una autenticidad opresiva: ahora el espacio ya no cumple su función como escape apasionante, sino que se revela como última salida a un planeta que se muere.
Hoy en dÃa son las páginas como Future Forms las encargadas de preservar y expandir el legado inocente y optimista de la era espacial; y en el campo musical, grupos como Public Service Announcement han retomado algunos de sus elementos más caracterÃsticos en sus propias composiciones.
A lo largo de los años, nuestra relación con el universo ha cambiado, pero al propio universo nunca le hemos importado demasiado, principalmente por nuestra condición infinitesimal. Nosotros, sin embargo, nunca hemos llegado a perder la esperanza.
El final de nuestros viajes es tan imposible de predecir como el propio; pues, mientras haya gente, habrá sueños. Y mientras haya sueños, habrá quien mire a las estrellas.
Un placer escribir para vosotros, gente. Una especie de sueño hecho realidad, jaja. Nos vemos en Twitter 😉 -@ferpalaciosd
Un artÃculo redondo. Mi enhorabuena a el autor.
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