Primero de todo, pónganse cómodos. Para leer este post y para dar rienda suelta a su imaginación. Solo asĆ podrĆ”n escribir varias decenas de libros que vendan cientos de millones de ejemplares en todo el mundo. Ese es uno de los primeros consejos de Roald Dahl, que escribĆa apartado en una cabaƱa en el jardĆn de su casa, a lĆ”piz y sentado en un cómodo sillón en cuyos brazos apoyaba una tabla.
A continuación, es útil tener al alcance de la vista objetos que puedan resultar inspiradores por estar vinculados a la vida de cada uno, a sus deseos o sus experiencias.
Para que el trabajo sea fructĆfero, es necesario estar concentrado y evitar cualquier distracción del mundo exterior. El mejor consejo es cerrar las cortinas, especialmente cuando se vive rodeado de ardillas, pĆ”jaros y otros animales como le sucedĆa a Dahl, que reconocĆa: Ā«me pasarĆa la maƱana mirĆ”ndolos y no trabajarĆa nadaĀ».
Por Ćŗltimo, ser un buen autor no depende tanto de la idea sino de la calidad de lo que se escribe. SegĆŗn Steve Gardman, Roald Dahl podĆa reescribir y corregir mĆ”s de cien veces el mismo manuscrito.
Cada dĆa repasaba el trabajo anterior, pero no del dĆa inmediatamente pasado, sino desde la primera pĆ”gina. Una rutina que podrĆa paralizar la labor de creación si no fuera porque, como contaba Dahl, durante ese proceso Ā«van surgiendo otras cosas. La pequeƱa semilla va fructificando en la cabeza, van surgiendo los colores de la historia, los dedos que sujetan el lĆ”piz comienzan a temblar… y el libro comienzaĀ».
Primero de todo, pónganse cómodos. Para leer este post y para dar rienda suelta a su imaginación. Solo asĆ podrĆ”n escribir varias decenas de libros que vendan cientos de millones de ejemplares en todo el mundo. Ese es uno de los primeros consejos de Roald Dahl, que escribĆa apartado en una cabaƱa en el jardĆn de su casa, a lĆ”piz y sentado en un cómodo sillón en cuyos brazos apoyaba una tabla.
A continuación, es útil tener al alcance de la vista objetos que puedan resultar inspiradores por estar vinculados a la vida de cada uno, a sus deseos o sus experiencias.
Para que el trabajo sea fructĆfero, es necesario estar concentrado y evitar cualquier distracción del mundo exterior. El mejor consejo es cerrar las cortinas, especialmente cuando se vive rodeado de ardillas, pĆ”jaros y otros animales como le sucedĆa a Dahl, que reconocĆa: Ā«me pasarĆa la maƱana mirĆ”ndolos y no trabajarĆa nadaĀ».
Por Ćŗltimo, ser un buen autor no depende tanto de la idea sino de la calidad de lo que se escribe. SegĆŗn Steve Gardman, Roald Dahl podĆa reescribir y corregir mĆ”s de cien veces el mismo manuscrito.
Cada dĆa repasaba el trabajo anterior, pero no del dĆa inmediatamente pasado, sino desde la primera pĆ”gina. Una rutina que podrĆa paralizar la labor de creación si no fuera porque, como contaba Dahl, durante ese proceso Ā«van surgiendo otras cosas. La pequeƱa semilla va fructificando en la cabeza, van surgiendo los colores de la historia, los dedos que sujetan el lĆ”piz comienzan a temblar… y el libro comienzaĀ».