La mejor vocalista británica que (probablemente) no conocesÂ

¡Yorokobu gratis en formato digital!
El nombre y la mĂşsica de Eska Mtungwazi les suenan a muy pocos en España. Son un selecto grupo los españoles que conocen a esta cantante y multi-instrumentista británica nacida en Zimbabue. Entre ellos se encuentran los afortunados que pudieron verla actuar a finales de septiembre en el festival Barcelona AcciĂł Musical (BAM). Esa era una de las Ăşltimas fechas internacionales que tenĂa reservada en nuestro paĂs. Hace años seguro que alguno la verĂa poniendo la voz en las composiciones de la orquesta de jazz de Matthew Herbert, un artista que ha sido decisivo en la carrera de Mtungwazi. Pero entonces —a excepciĂłn de los insiders — pocos se interesaron por lo que esta cantante tenĂa que decir.
A su paso por BerlĂn, Mtungwazi explicĂł a Yorokobu mucho de lo que tiene que aclarar. Su caso es de todo menos habitual. ÂżPor quĂ© una licenciada en Matemáticas por la prestigiosa London School of Economics resulta ser, para muchos de sus pares, «la mejor vocalista del Reino Unido» ? Con esos tĂ©rminos ha definido a Mtungwazi su compatriota Laura Mvula, otra reputada vocalista y compositora. Otra pregunta sobre Mtungwazi y sus 44 años: ÂżPor quĂ© se ha hecho esperar tanto su primer disco? ESKA, nombre artĂstico de esta mujer llegada a Londres desde Zimbabue siendo bebĂ© y tambiĂ©n tĂtulo de su primer álbum, aĂşn está presentando ese trabajo de debut. En 2015, fue nominado a los premios Mercury, galardĂłn que reconoce el mejor disco del año en el Reino Unido.
No resulta sencillo dar explicaciones sobre ESKA. Las complejidades que esconden el talento de esta artista son tan difĂciles de entender como fácil de escuchar puede resultar su mĂşsica. A Mtungwazi la comparan con Adele, cantante y compositora de Ă©xito planetario. TambiĂ©n con otras estrellas de pegada global, como la islandesa Björk, la estadounidense Faith Evans o la canadiense Joni Mitchell. A todas ellas recuerda la mĂşsica de ESKA.
«Tuve que enfrentarme a mi propia identidad, tuve que preguntarme: ÂżquiĂ©n soy? ÂżCuál es mi lugar en el mundo? ÂżVoy a hacer un álbum tĂpico de mĂşsica afroamericana, porque eso es lo que se espera de mĂ por ser negra? ÂżO voy a hacer un disco sobre lo que representa ser una persona salida de una familia de inmigrantes, habiendo crecido en un Londres multicultural, aprendiendo mĂşsica clásica, jazz y gĂłspel?», cuenta ESKA. «EmpecĂ© a decirme, soy inglesa, sĂ, pero espera, algo más, tambiĂ©n africana, pero no sĂłlo africana; asĂ me di cuenta de las complejidades de mi identidad cultural», añade.
Musicalmente, esas preguntas le llevaron a «poner las manos sobre el piano y tocar primero Elgart, Schumann, Mozart o Heiden, y luego Duke Ellington, canciones de folk o tĂpicas de la campiña inglesa, mucho desorden», rememora. AsĂ de complejo es el sustrato del que ha surgido esta vocalista y compositora.
Antes de lanzar su proyecto en solitario, ESKA habĂa participado en cerca de 150 producciones, junto a grandes nombres como Bobby McFerrin, Nitin Sawhney, Grace Jones o Cinematic Orchestra. Cabe imaginar que no serĂan fáciles de satisfacer las exigencias de esas casi instituciones de la mĂşsica. Pero las que ESKA se ha puesto y que ha tenido que superar son, sobre todo, las que explican la demora de su álbum de debut. «Hubo miedo y el sentimiento de que yo no tenĂa voz, no creĂa que valĂa, nunca pensĂ© que alguien estuviera interesado en lo que yo tenĂa que decir, pese a que tenĂa que decirlo», aclara.
Colaborar con Matthew Herbert ha sido una de las claves de su carrera. ESKA puso la voz en aquel There’s Me and There’s You (Accidental Records & Studio !K7, 2008) de la orquesta de jazz del genio británico de la electrĂłnica. «Él me animĂł y me pidiĂł que escribiera mĂşsica para explicar quĂ© se siente siendo ESKA», dice, aludiendo al eclĂ©ctico mĂşsico británico, identificado con otra media docena de nombres de la escena electrĂłnica (Herbert, Docktor Rockit, Radio Boy, Mr. Vertigo, Transformer y Wishmountain). No es casualidad que Herbert haya producido cinco de los diez temas de ESKA, el disco. Tampoco lo es que a la mĂşsica de ese álbum se le haya puesto la etiqueta de folk experimental.
SegĂşn la artista, para las cuestiones de identidad, que para ella tanto tienen que ver con la mĂşsica, «no hay una sola respuesta, y eso está bien», apunta. Para su segundo disco —un álbum que ya está preparando—, las reflexiones identitarias continĂşan llevando la voz cantante. «Es prácticamente imposible que estas ideas no estĂ©n ahĂ», señala al respecto.
«En el Reino Unido nadie me va a preguntar de dĂłnde soy y, si lo hacen, me dicen de dĂłnde en el Reino Unido, a lo que respondo, ‘de Londres’. Pero fuera del Reino Unido, me lo preguntan, digo ‘de Londres’, y vuelven a preguntar. Me doy cuenta entonces de que quieren saber dĂłnde nacĂ [Zimbabue, ndlr.], pero allĂ vivĂ dos dĂas», dice entre risas. «Luego, si voy a Zimbabue, me dicen que soy blanca, porque todo sobre mĂ se explica, polĂticamente, a travĂ©s del hombre blanco y sus privilegios», abunda.
Su formación en la London School of Economics constituye buena parte de esos privilegios. Pero ella le atribuye a sus estudios en matemáticas poca relevancia. «La educación superior no tiene por qué ser ilustradora, esa educación sirve si ayuda a la persona a seguir interesada en aprender. Yo estoy agradecida a mis padres por haberme facilitado esa educación superior, eso lo llevo conmigo, pero, claro, ¿hasta qué punto tiene esto que ver con lo que estoy haciendo ahora?», se pregunta esta hija de inmigrantes jubilados en la capital británica. Su padre fue maestro y su madre enfermera.
En paralelo, ESKA se formĂł artĂsticamente estudiando violĂn y violonchelo. TambiĂ©n se hizo con una beca para estudiar canto para la Ăłpera. Con ese bagaje, ESKA no es de esos vocalistas que sĂłlo llegan al estudio para cantar el disco y marcharse. En más, tiene su propia compañĂa independiente de mĂşsica, Earthling Recordings. La libertad que ha tenido para firmar un álbum de mĂşsica folk y dar un paso al frente en una industria en la que dominan estándares, segĂşn los cuales a una artista con orĂgenes africanos ese gĂ©nero no le va, puede verse coartada por otras contingencias geopolĂticas.
De eso da cuenta una conversación con ella en tiempos de posbrexit. «Trabajé mucho en el último año y medio distribuyendo mi trabajo en Europa, siempre en comunicación con promotores internacionales, pero esto probablemente no será tan fácil de hacer en un par de años», afirma, aludiendo al escenario de incertidumbre que resulta del triunfo del leave en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
«En la comunidad de artistas británicos ha habido un cambio, hay tristeza, no tenemos ni idea del impacto que va a tener todo esto sobre el arte en el Reino Unido», comenta. «Pero una cosa es segura, el arte dependĂa aquĂ de la UniĂłn Europea, galerĂas y museos incluidos. No está claro que el dinero que iba a la UE termine repercutiendo en la comunidad de artistas», añade.
Sin embargo, puede que no haya mal que por bien no venga. ESKA sabe que el discurso del miedo y antiinmigraciĂłn tambiĂ©n triunfaron en aquel referĂ©ndum. Pero del divorcio de su paĂs con la UE puede resultar una situaciĂłn en la que, probablemente, ir a tocar a Europa sea más difĂcil, por las exigencias de «visados, papeleos burocráticos, los impuestos», señala la artista. «Tal vez esto nos fuerce a mirar a nuestro paĂs», añade. De ser asĂ, habrá más británicos expuestos a creaciones como la suyas.
«Mi música refleja a los inmigrantes, a los outsiders, pero desde el interior del Reino Unido», plantea ESKA. «Puede que mi voz sirva para educar sobre el nuevo Reino Unido que está emergiendo, porque ofrece una perspectiva diferente de lo que es esta nación», agrega.
Londres, la metrĂłpolis británica, siempre ha sido un crisol para la cultura. Desde allĂ, infinidad de artistas han preferido moverse por una Europa que ofrecĂa mayores márgenes de rentabilidad que hacerlo por el Reino Unido. De terminar por producirse, el brexit abrirĂa, segĂşn expresa ESKA sin falso optimismo, una oportunidad para el «reflorecimiento de la cultura en el paĂs». Porque «la gente que quiera darse a conocer tal vez tenga que concentrarse en el Reino Unido y abandonar la idea de salir de gira por Europa», prevĂ©. Para entonces, es más probable que ESKA siga dándole vueltas a su intrĂngulis identitario, creando canciones para la banda sonora del multicultural presente británico.
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El nombre y la mĂşsica de Eska Mtungwazi les suenan a muy pocos en España. Son un selecto grupo los españoles que conocen a esta cantante y multi-instrumentista británica nacida en Zimbabue. Entre ellos se encuentran los afortunados que pudieron verla actuar a finales de septiembre en el festival Barcelona AcciĂł Musical (BAM). Esa era una de las Ăşltimas fechas internacionales que tenĂa reservada en nuestro paĂs. Hace años seguro que alguno la verĂa poniendo la voz en las composiciones de la orquesta de jazz de Matthew Herbert, un artista que ha sido decisivo en la carrera de Mtungwazi. Pero entonces —a excepciĂłn de los insiders — pocos se interesaron por lo que esta cantante tenĂa que decir.
A su paso por BerlĂn, Mtungwazi explicĂł a Yorokobu mucho de lo que tiene que aclarar. Su caso es de todo menos habitual. ÂżPor quĂ© una licenciada en Matemáticas por la prestigiosa London School of Economics resulta ser, para muchos de sus pares, «la mejor vocalista del Reino Unido» ? Con esos tĂ©rminos ha definido a Mtungwazi su compatriota Laura Mvula, otra reputada vocalista y compositora. Otra pregunta sobre Mtungwazi y sus 44 años: ÂżPor quĂ© se ha hecho esperar tanto su primer disco? ESKA, nombre artĂstico de esta mujer llegada a Londres desde Zimbabue siendo bebĂ© y tambiĂ©n tĂtulo de su primer álbum, aĂşn está presentando ese trabajo de debut. En 2015, fue nominado a los premios Mercury, galardĂłn que reconoce el mejor disco del año en el Reino Unido.
No resulta sencillo dar explicaciones sobre ESKA. Las complejidades que esconden el talento de esta artista son tan difĂciles de entender como fácil de escuchar puede resultar su mĂşsica. A Mtungwazi la comparan con Adele, cantante y compositora de Ă©xito planetario. TambiĂ©n con otras estrellas de pegada global, como la islandesa Björk, la estadounidense Faith Evans o la canadiense Joni Mitchell. A todas ellas recuerda la mĂşsica de ESKA.
«Tuve que enfrentarme a mi propia identidad, tuve que preguntarme: ÂżquiĂ©n soy? ÂżCuál es mi lugar en el mundo? ÂżVoy a hacer un álbum tĂpico de mĂşsica afroamericana, porque eso es lo que se espera de mĂ por ser negra? ÂżO voy a hacer un disco sobre lo que representa ser una persona salida de una familia de inmigrantes, habiendo crecido en un Londres multicultural, aprendiendo mĂşsica clásica, jazz y gĂłspel?», cuenta ESKA. «EmpecĂ© a decirme, soy inglesa, sĂ, pero espera, algo más, tambiĂ©n africana, pero no sĂłlo africana; asĂ me di cuenta de las complejidades de mi identidad cultural», añade.
Musicalmente, esas preguntas le llevaron a «poner las manos sobre el piano y tocar primero Elgart, Schumann, Mozart o Heiden, y luego Duke Ellington, canciones de folk o tĂpicas de la campiña inglesa, mucho desorden», rememora. AsĂ de complejo es el sustrato del que ha surgido esta vocalista y compositora.
Antes de lanzar su proyecto en solitario, ESKA habĂa participado en cerca de 150 producciones, junto a grandes nombres como Bobby McFerrin, Nitin Sawhney, Grace Jones o Cinematic Orchestra. Cabe imaginar que no serĂan fáciles de satisfacer las exigencias de esas casi instituciones de la mĂşsica. Pero las que ESKA se ha puesto y que ha tenido que superar son, sobre todo, las que explican la demora de su álbum de debut. «Hubo miedo y el sentimiento de que yo no tenĂa voz, no creĂa que valĂa, nunca pensĂ© que alguien estuviera interesado en lo que yo tenĂa que decir, pese a que tenĂa que decirlo», aclara.
Colaborar con Matthew Herbert ha sido una de las claves de su carrera. ESKA puso la voz en aquel There’s Me and There’s You (Accidental Records & Studio !K7, 2008) de la orquesta de jazz del genio británico de la electrĂłnica. «Él me animĂł y me pidiĂł que escribiera mĂşsica para explicar quĂ© se siente siendo ESKA», dice, aludiendo al eclĂ©ctico mĂşsico británico, identificado con otra media docena de nombres de la escena electrĂłnica (Herbert, Docktor Rockit, Radio Boy, Mr. Vertigo, Transformer y Wishmountain). No es casualidad que Herbert haya producido cinco de los diez temas de ESKA, el disco. Tampoco lo es que a la mĂşsica de ese álbum se le haya puesto la etiqueta de folk experimental.
SegĂşn la artista, para las cuestiones de identidad, que para ella tanto tienen que ver con la mĂşsica, «no hay una sola respuesta, y eso está bien», apunta. Para su segundo disco —un álbum que ya está preparando—, las reflexiones identitarias continĂşan llevando la voz cantante. «Es prácticamente imposible que estas ideas no estĂ©n ahĂ», señala al respecto.
«En el Reino Unido nadie me va a preguntar de dĂłnde soy y, si lo hacen, me dicen de dĂłnde en el Reino Unido, a lo que respondo, ‘de Londres’. Pero fuera del Reino Unido, me lo preguntan, digo ‘de Londres’, y vuelven a preguntar. Me doy cuenta entonces de que quieren saber dĂłnde nacĂ [Zimbabue, ndlr.], pero allĂ vivĂ dos dĂas», dice entre risas. «Luego, si voy a Zimbabue, me dicen que soy blanca, porque todo sobre mĂ se explica, polĂticamente, a travĂ©s del hombre blanco y sus privilegios», abunda.
Su formación en la London School of Economics constituye buena parte de esos privilegios. Pero ella le atribuye a sus estudios en matemáticas poca relevancia. «La educación superior no tiene por qué ser ilustradora, esa educación sirve si ayuda a la persona a seguir interesada en aprender. Yo estoy agradecida a mis padres por haberme facilitado esa educación superior, eso lo llevo conmigo, pero, claro, ¿hasta qué punto tiene esto que ver con lo que estoy haciendo ahora?», se pregunta esta hija de inmigrantes jubilados en la capital británica. Su padre fue maestro y su madre enfermera.
En paralelo, ESKA se formĂł artĂsticamente estudiando violĂn y violonchelo. TambiĂ©n se hizo con una beca para estudiar canto para la Ăłpera. Con ese bagaje, ESKA no es de esos vocalistas que sĂłlo llegan al estudio para cantar el disco y marcharse. En más, tiene su propia compañĂa independiente de mĂşsica, Earthling Recordings. La libertad que ha tenido para firmar un álbum de mĂşsica folk y dar un paso al frente en una industria en la que dominan estándares, segĂşn los cuales a una artista con orĂgenes africanos ese gĂ©nero no le va, puede verse coartada por otras contingencias geopolĂticas.
De eso da cuenta una conversación con ella en tiempos de posbrexit. «Trabajé mucho en el último año y medio distribuyendo mi trabajo en Europa, siempre en comunicación con promotores internacionales, pero esto probablemente no será tan fácil de hacer en un par de años», afirma, aludiendo al escenario de incertidumbre que resulta del triunfo del leave en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
«En la comunidad de artistas británicos ha habido un cambio, hay tristeza, no tenemos ni idea del impacto que va a tener todo esto sobre el arte en el Reino Unido», comenta. «Pero una cosa es segura, el arte dependĂa aquĂ de la UniĂłn Europea, galerĂas y museos incluidos. No está claro que el dinero que iba a la UE termine repercutiendo en la comunidad de artistas», añade.
Sin embargo, puede que no haya mal que por bien no venga. ESKA sabe que el discurso del miedo y antiinmigraciĂłn tambiĂ©n triunfaron en aquel referĂ©ndum. Pero del divorcio de su paĂs con la UE puede resultar una situaciĂłn en la que, probablemente, ir a tocar a Europa sea más difĂcil, por las exigencias de «visados, papeleos burocráticos, los impuestos», señala la artista. «Tal vez esto nos fuerce a mirar a nuestro paĂs», añade. De ser asĂ, habrá más británicos expuestos a creaciones como la suyas.
«Mi música refleja a los inmigrantes, a los outsiders, pero desde el interior del Reino Unido», plantea ESKA. «Puede que mi voz sirva para educar sobre el nuevo Reino Unido que está emergiendo, porque ofrece una perspectiva diferente de lo que es esta nación», agrega.
Londres, la metrĂłpolis británica, siempre ha sido un crisol para la cultura. Desde allĂ, infinidad de artistas han preferido moverse por una Europa que ofrecĂa mayores márgenes de rentabilidad que hacerlo por el Reino Unido. De terminar por producirse, el brexit abrirĂa, segĂşn expresa ESKA sin falso optimismo, una oportunidad para el «reflorecimiento de la cultura en el paĂs». Porque «la gente que quiera darse a conocer tal vez tenga que concentrarse en el Reino Unido y abandonar la idea de salir de gira por Europa», prevĂ©. Para entonces, es más probable que ESKA siga dándole vueltas a su intrĂngulis identitario, creando canciones para la banda sonora del multicultural presente británico.
Muy agradable esta ayuda para salir de lo convencional.ana
Gracias
Gracias, muchas gracias por acercarnos a ESKA.
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