Desde que salió de su casa hasta que se instaló en la habitación de los jóvenes Z, la palabra chill ha vivido unas cuantas aventuras y un cambio, si no de significado, sà de matiz.
Cuando estaba soltero y ejerciendo de verbo en su inglés natal, to chill significaba enfriar. Pero pronto le salió novio, y a su gélida existencia se le unió out . Y debe ser que se rodearon de mucha gente enfadada, excitada y acalorada, porque la nueva pareja empezó a lanzar al personal su grito de «¡a enfriarse, buddies !», que dio lugar a relajarse .
Como eso es lo que se hacÃa cuando se escuchaba cierta música creada expresamente para rebajar intensidad a la vida, a ese estilo musical se le llamó también chill out . Y por extensión, acabó nombrando al garito en el que se pinchaba. Nada mejor para combatir el estrés que tomarse un copazo en uno de esos sitios, a ser posible con vistas al mar, que puestos a pedir…
La cosa siguió relajándose y relajándose hasta que de definir un plan de fin de semana pasó a nombrar un estado. Alguien estaba chilling si el estrés no le acosaba. Eso sÃ, cuando lo adoptó el español le quito esa -g y lo dejó en chillin , aunque hoy está en desuso, asà que mejor olvÃdate.
¿Qué han hecho los jóvenes de la generación Z con esta expresión? Pues, lo primero, reducirla aún más y dejarla en chill a secas, más cercana al inglés original (que para eso las criaturas van a colegios bilingües). Después, convertirla en una interjección (Chill, bro! ), que equivaldrÃa a un «¡Tranquilo, no te me alteres!». Y por último, desdoblarla en dos expresiones parecidas: Estar de chill , para hablar de un plan en el que no se hace nada especial ni loco, pero que es entretenido. Y estar chill , que es estar tranquilito, relajado.
¿Qué ha pasado con la música, el mar y el mojito de tranqui que te tomabas tú en un chill out ?, te preguntarás. Pues no sabemos qué responderte, la verdad. Hace tiempo que nuestra vida nocturna es escasa, tirando a nula.