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¿Por qué a los dictadores les encantan las estatuas?

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Eduardo Bravo
26 abril 2017
  • Arte
  • Conocimiento y educación
  • Diseño
  • No sabemos dónde archivar esto
  • Corea del Norte
  • Doctadores
  • Esculturas
  • estatuas
  • monumentos
  • Política
  • propaganda
  • Realismo socialista
  • Ted Hyunhak Yoon

Durante los años 60 y 70, el líder coreano Chung-hee Park envió a algunos de sus ciudadanos a trabajar a Alemania. El objetivo era conseguir divisas para el país oriental. Esos coreanos se incorporaron a sectores como la minería o la sanidad y algunos se establecieron en el país. Años después y como agradecimiento, decidieron erigir al líder una estatua en Berlín.

«Hubo un montón de coreanos que se negaron a que la estatua se construyera», explica Ted Hyunhak Yoon. «A raíz de ese hecho, comencé a preguntarme, ¿por qué las estatuas y la representaciones de los dictadores son tan controvertidas? Finalmente, decidí estudiar ese fenómeno».

El resultado de ese estudio es Decoding the statues of dictators. En este libro Hyunhak Yoon analiza las particularidades de las estatuas de los líderes políticos, especialmente los de los países del Este.

«Establecí la frontera de estudio en las estatuas del Realismo socialista. Por ejemplo, las que están en la antigua Unión Soviética, China y Corea del Norte que, por otra parte, tienen muchas cosas en común. Por ejemplo, todos esos países buscan representar a sus líderes carismáticos exagerando sus características físicas en las estatuas».


Uno de los objetivos de estos monumentos es idealizar la figura del líder, una labor para la que los constructores se toman algunas licencias.

«Los norcoreanos tienden a modificar las proporciones de los cuerpos de los líderes. Se puede comprobar muy fácilmente comparando, por ejemplo, la estatua de que Kim Jong-Il tiene en Corea y su verdadera altura. Es evidente que ha sido representado más alto de manera intencionada».

También son importantes las posturas, que pueden abarcar un amplio abanico de actitudes: severidad, benevolencia, convicción, optimismo… En ocasiones se da el caso de que muchos de los dictadores, independientemente de la ideología que profesen, aparecen representados con la misma actitud.

«La postura es uno de los clichés de este tipo de estatuas. La gente acostumbra a imaginarse a esos líderes en esas actitudes y los fabricantes tienden a repetir ese tipo de ademanes. En definitiva, el objetivo es que esas actitudes simbólicas funcionen como propaganda para aquellos que las ven».

Además de las cuestiones de propaganda, en este tipo de trabajos tienen mucha importancia los aspectos narcisistas de los líderes. Tanto es así, que ese egocentrismo, mezclado con una coquetería extrema, provoca en ocasiones situaciones peculiares.

En 2012, una estatua de Kim Jong-Il ataviado con un abrigo liviano fue reemplazada por otra en la que el líder portaba un abrigo de invierno. Lo mismo pero al revés podría suceder en un futuro no lejano en algunos países africanos.

«Los fabricantes norcoreanos de estatuas están exportando su trabajo a aquellos países de África que viven en regímenes autocráticos. Por eso, algunas de las representaciones de líderes de ese continente se parecen a las de los coreanos. En ocasiones, los escultores se limitan a aplicar las proporciones corporales de la dinastía Kim a los cuerpos de los políticos africanos».

La mejor prueba de estas conexiones entre Corea del Norte y el continente africano es el llamado Mansudae Overseas Project. Esta empresa de construcción radicada en Pyongyang ha facturado desde 2011 más de 160 millones de dólares con la fabricación de estatuas para países como Angola, Botswana, Guinea ecuatorial, Etiopía, Mali, Togo o Zimbaue.


Sin embargo, y a pesar de la aparente repetición, el mundo de las estatuas de dictadores está en continua transformación. Si las formas de propaganda varían con el tiempo, también lo hacen las formas de representación monumental de los líderes.

«De la misma forma que cambia la comunicación política y la propaganda, cambian las estatuas, las posturas y los materiales con las que se construyen», explica Ted Hyunhak Yoon. «En este sentido se abren muchas incógnitas. Por ejemplo, ¿las estatuas de los dictadores del futuro serán tangibles?».

A lo mejor la realidad virtual, las proyecciones o los hologramas pueden abrir nuevos horizontes a este tipo de representaciones políticas. Incluso es posible que también se ponga fin a un detalle que se repite constantemente: estas estatuas son un sector exclusivamente masculino. «Posiblemente sea algo derivado de los países que he estudiado, pero en mi investigación no he encontrado estatuas que representen como líder a ninguna mujer», concluye Ted Hyunhak Yoon.


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Por Eduardo Bravo
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  1. Mar dice:
    27/04/2017 a las 22:29

    Propaganda pró americana? Este artigo não é sério, pois as estátuas dos líderes já vem da antiguidade e passou por todos os países, ditadores ou não. Shame on you.

    Responder
  2. Pingback: ¿Por qué a los dictadores les encantan las estatuas? – Mediavelada

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