No es lo mismo la ignorancia que la estupidez. Por esto, el ignorante no debe ser tratado igual que el estĂºpido: el primero merece respeto; el segundo, quizĂ¡ no tanto. Hay un bonito ejemplo —y ejemplo de ironĂa fina— en el primer episodio de la quinta temporada de Downton Abbey.
LA ESTUPIDEZ Y EL ABOGADO AUTODESFENESTRADO
Garry Hoy, socio de una prestigiosa firma de abogados de Toronto, era estĂºpido y estĂºpida fue su muerte. Convencido de que el vidrio de las ventanas del Toronto-Dominion Centre era irrompible, se lanzĂ³ contra un ventanal para hacer la gracia. La primera vez rebotĂ³; la segunda, rompiĂ³ el cristal y cayĂ³ desde la planta 24. (Una muerte estĂºpida que trajo consecuencias: el bufete perdiĂ³ reputaciĂ³n —¿cĂ³mo fiarse de una firma que contrata a un estĂºpido como Hoy?— y quebrĂ³). Sin duda la muerte de Garry Hoy es risible (se podrĂa decir que hizo un Peter Griffin) y por esto forma parte de la cultura popular norteamericana: hay referencias en videojuegos, series de televisiĂ³n e incluso Ben Stiller hizo una parodia en la pelĂcula —paradĂ³jicamente— dramĂ¡tica Doble vida/Permanent Midnight.
LA IGNORANCIA
La ignorancia es la falta de conocimientos (ni mĂ¡s ni menos) e ignorante es un insulto. Realmente todos somos ignorantes: no podemos saberlo todo. En cualquier caso, reĂrse de una persona con menos instrucciĂ³n es una canallada (prĂ¡ctica zafia del reporterismo de programas de entretenimiento).
TambiĂ©n hay una ignorancia inevitable y otra evitable. Hay personas que han dedicado la mayor parte de su vida a sacar a la familia adelante y ha carecido de tiempo y medios para adquirir una formaciĂ³n. Estas personas no deberĂan ser objeto de burlas. Sin embargo, si deberĂa ser motivo de burla quien pudiendo acceder al conocimiento —por medios y tiempo—, permanece en la ignorancia e incluso presume de ello (como estos hipermusculados chicos y neumĂ¡ticas chicas que pululan por las televisiones patrias).
DOWNTON ABBEY
En el primer capĂtulo de la quinta temporada de Downton Abbey, la maestra de pueblo Sarah Bunting se burla de una estĂºpida de clase alta y simpatiza con Daisy, la ayudante de cocina, muchacha con mĂ¡s intenciones que luces.
Primero, la estĂºpida de alta alcurnia, se dirige a la maestra.


Después, la maestra quiere felicitar al servicio de Downton Abbey por la fiesta y baja a la cocina:

La maestra Sarah Bunting pone en su lugar a la estĂºpida de alta sociedad (criatura inĂºtil que sin duda ha gozado de facilidades para cultivarse). Sin embargo, la maestra sabe lo duro que es trabajar como sirvienta, y trata con respeto a la cocinera quitĂ¡ndose importancia. AquĂ hay dos lecciones para los escritores (guionistas, novelistas…): por un lado, establece las posiciones ideolĂ³gicas del personaje: el mismo elogio, dos respuestas. Por otro lado, una pequeña lecciĂ³n sobre el humor: el blanco de los dardos debe ser una instituciĂ³n o un personaje que estĂ¡ «encima de los espectadores»: el polĂtico, el rico, el pedante, el que se da aires de grandeza… Es otro ejemplo del mimo con el que se trabajan los guiones de Downton Abbey.
No es lo mismo la ignorancia que la estupidez. Por esto, el ignorante no debe ser tratado igual que el estĂºpido: el primero merece respeto; el segundo, quizĂ¡ no tanto. Hay un bonito ejemplo —y ejemplo de ironĂa fina— en el primer episodio de la quinta temporada de Downton Abbey.
LA ESTUPIDEZ Y EL ABOGADO AUTODESFENESTRADO
Garry Hoy, socio de una prestigiosa firma de abogados de Toronto, era estĂºpido y estĂºpida fue su muerte. Convencido de que el vidrio de las ventanas del Toronto-Dominion Centre era irrompible, se lanzĂ³ contra un ventanal para hacer la gracia. La primera vez rebotĂ³; la segunda, rompiĂ³ el cristal y cayĂ³ desde la planta 24. (Una muerte estĂºpida que trajo consecuencias: el bufete perdiĂ³ reputaciĂ³n —¿cĂ³mo fiarse de una firma que contrata a un estĂºpido como Hoy?— y quebrĂ³). Sin duda la muerte de Garry Hoy es risible (se podrĂa decir que hizo un Peter Griffin) y por esto forma parte de la cultura popular norteamericana: hay referencias en videojuegos, series de televisiĂ³n e incluso Ben Stiller hizo una parodia en la pelĂcula —paradĂ³jicamente— dramĂ¡tica Doble vida/Permanent Midnight.
LA IGNORANCIA
La ignorancia es la falta de conocimientos (ni mĂ¡s ni menos) e ignorante es un insulto. Realmente todos somos ignorantes: no podemos saberlo todo. En cualquier caso, reĂrse de una persona con menos instrucciĂ³n es una canallada (prĂ¡ctica zafia del reporterismo de programas de entretenimiento).
TambiĂ©n hay una ignorancia inevitable y otra evitable. Hay personas que han dedicado la mayor parte de su vida a sacar a la familia adelante y ha carecido de tiempo y medios para adquirir una formaciĂ³n. Estas personas no deberĂan ser objeto de burlas. Sin embargo, si deberĂa ser motivo de burla quien pudiendo acceder al conocimiento —por medios y tiempo—, permanece en la ignorancia e incluso presume de ello (como estos hipermusculados chicos y neumĂ¡ticas chicas que pululan por las televisiones patrias).
DOWNTON ABBEY
En el primer capĂtulo de la quinta temporada de Downton Abbey, la maestra de pueblo Sarah Bunting se burla de una estĂºpida de clase alta y simpatiza con Daisy, la ayudante de cocina, muchacha con mĂ¡s intenciones que luces.
Primero, la estĂºpida de alta alcurnia, se dirige a la maestra.


Después, la maestra quiere felicitar al servicio de Downton Abbey por la fiesta y baja a la cocina:

La maestra Sarah Bunting pone en su lugar a la estĂºpida de alta sociedad (criatura inĂºtil que sin duda ha gozado de facilidades para cultivarse). Sin embargo, la maestra sabe lo duro que es trabajar como sirvienta, y trata con respeto a la cocinera quitĂ¡ndose importancia. AquĂ hay dos lecciones para los escritores (guionistas, novelistas…): por un lado, establece las posiciones ideolĂ³gicas del personaje: el mismo elogio, dos respuestas. Por otro lado, una pequeña lecciĂ³n sobre el humor: el blanco de los dardos debe ser una instituciĂ³n o un personaje que estĂ¡ «encima de los espectadores»: el polĂtico, el rico, el pedante, el que se da aires de grandeza… Es otro ejemplo del mimo con el que se trabajan los guiones de Downton Abbey.
De la estupidez y de la enfermedad tampoco nos libramos, aunque lo mĂ¡s sano sea evitarlas.
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