16 de noviembre 2020    /   CREATIVIDAD
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Feminista tenĂ­as que ser: el machismo en datos

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Feminista havies de ser

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Una muerte es una tragedia; un millĂ³n es estadĂ­stica. La frase la dijo Stalin para explicar las purgas soviĂ©ticas, pero encierra una idea poderosa. Una idea que lo mismo sirve para justificar una masacre que para concienciar sobre ella. Cuando los dramas se convierten en endĂ©micos, los nĂºmeros pueden ayudarnos a sondear su profundidad, pero no sirven para empatizar. Domestic Data Streamers lleva años luchando contra la frialdad de los nĂºmeros, modelando con sus instalaciones la realidad que encierran las estadĂ­sticas.

Este estudio multidisciplinar, con sede en Barcelona, trabaja transformando cifras en emociones a travĂ©s del diseño. «Hablamos de realidades trascendentes pero que ignoramos», explica Pau GarcĂ­a, director creativo del colectivo. «Cuando nos dicen que son 200 inmigrantes los que han muerto en el MediterrĂ¡neo, seguimos comiendo; y lo harĂ­amos igual si fueran 2.000. Nuestro cerebro no ha evolucionado para darle sentido a esas cifras». Su misiĂ³n es ayudarnos a hacerlo.

Feminista havies de ser (Feminista tenĂ­as que ser) es su Ăºltimo trabajo, que han comisariado junto a la periodista y escritora Natza FarrĂ©. La exposiciĂ³n, instalada en el Palau Robert de Barcelona hasta el 29 de noviembre, se sirve de una estĂ©tica pop muy instagrameable para presentar una realidad mucho menos fotogĂ©nica. Combina el cromatismo chillĂ³n con el sentido del humor y se sirve de datos extraĂ­dos de informes oficiales y artĂ­culos cientĂ­ficos para construir un relato bonito de ver y desagradable de asumir.

ArtĂ­culo relacionado

El machismo se presenta en frĂ­os datos que atraviesan como puños la conciencia del visitante. «No son muchos», reconoce Marta Handenawer, directora creativa del proyecto, «pero estĂ¡n muy bien escogidos». Esta ha sido una decisiĂ³n consciente. Explica Handenawer que no querĂ­an abrumar al espectador con nĂºmeros, sino despertar su conciencia con unos pocos: «La idea era que dieran mucha rabia, que se recordaran, que la gente saliera de ahĂ­ enfadada. Porque no solo nos interesa el contenido, nos interesan las conversaciones que este puede generar».

Feminista havies de ser se ha presentado en un contexto extraño. Pero Domestic Data Streamers ha jugado sus bazas de la mejor manera posible para incluir las limitaciones de la pandemia dentro de su narraciĂ³n. «Hemos convertido los botes de hidrogel de la entrada en una datificaciĂ³n», explica Handenawer. «Cada uno tiene impreso un dato que explica cĂ³mo ha afectado la pandemia a las mujeres. Pedimos a los visitantes que voten cuĂ¡l es el dato mĂ¡s sangrante echĂ¡ndose el gel».

La pandemia y el confinamiento han afectado tambiĂ©n a la exposiciĂ³n de formas mĂ¡s sutiles e inesperadas. «El haberla diseñado desde casa con el ordenador en lugar de con las manos, ha acabado dĂ¡ndole una estĂ©tica muy digital», reconocen los autores. «Mucha gente nos dice que da la sensaciĂ³n de estar en un render».

Esta sensaciĂ³n es especialmente acusada en el primer espacio de la expo, una enorme manzana roja iluminada por neones rosas. Es un entorno inmersivo y brillante. EstĂ¡ salpicado de frases machistas. «Para hablar de feminismo antes hay que partir del machismo», explica Handenawer. QuerĂ­an introducir cierta rabia en su narrativa y para ello habĂ­a que compartir los motivos.

VĂ­deos, frases, datos, juguetes e incluso motivos religiosos sirven para hacerlo. «Partimos de la manzana de Eva, de la Ăºnica persona curiosa en el ParaĂ­so. Pero a Eva no le dijeron, “quĂ© fuerte, eres la primera entrepreneur de la historia”. No. Le dijeron: “Eres una pecadora y nos has arruinado a todos”. La idea de la mujer como culpable ya viene de ahí». El machismo no es nuevo ni exclusivo del cristianismo. Esta historia se puede exportar a casi cualquier cultura, a otras narrativas antiguas y otras religiones.

NO ES PARA TANTO

Las palabras flotan en neĂ³n y bañan de luz la habitaciĂ³n. «No n’hi ha per tant» (no es para tanto). Es lo que se le dice a una mujer cuando se queja de situaciones injustas, cuando empieza a combatir el machismo. Y se le dice mucho. «Mismamente, mi abuela cuando le expliquĂ© de quĂ© iba la exposiciĂ³n», comenta divertida la comisaria. La opiniĂ³n de su abuela era importante. La del vecino, la de la frutera, la del portero. Domestic Data Streamers querĂ­a hablar desde el conocimiento, pero de forma accesible. «Nuestra idea es dirigirnos a todo el mundo, no solo a quien sepa mucho de feminismo. Al final estamos jugando con la cultura pop y le estamos metiendo el feminismo de forma muy visual», interviene Pau GarcĂ­a.

Feminista havies de ser propone un viaje a travĂ©s de cinco espacios diferenciados por bloques de color. «AsĂ­ pasamos de la oscuridad del machismo a la luz del feminismo», señala Handenawer. Destaca entre todos ellos una extraña sala de espera. Representa lo que tardan las mujeres en conseguir cosas que a los hombres les vienen dadas. CuĂ¡ntos años pasaron hasta que ellas pudieron abrir una cuenta en el banco, cuĂ¡ntos pasarĂ¡n hasta que alcancemos la igualdad salarial (unos 250 años, a nivel mundial). Hay un calendario, una mĂ¡quina que da la vez, unos relojes, un contador… Han hackeado cada uno de los elementos de una sala de espera normal, que ahora muestran datos que ponen en contexto los machismos pasados y presentes en la sociedad. Incluso se escucha un inquietante tic tac para subrayar esa metĂ¡fora del tiempo.

La esperanza es una acciĂ³n radical. Es lo que muchas feministas han sentido cuando, al intentar cambiar las cosas, las han acusado de exageradas. Y es lo que siente el espectador en la siguiente sala. Todos los nĂºmeros van filtrĂ¡ndose en su conciencia, creando cierto malestar, cierto desasosiego y enfado. «Es entonces, cuando ya estĂ¡s enfadada, cuando ya has tenido suficiente y lo dices; es entonces cuando te llaman feminazi», comenta Handenawer. TambiĂ©n lo hace Feminista havies de ser.

Cuando entras en la siguiente sala lo primero que ves es la palabra «feminazi». La palabra estĂ¡ compuesta por blocs, y se anima al visitante a arrancar una pĂ¡gina de estos, ya que, en ellas hay diez consejos para desactivar un discurso machista. «Es algo que te puedes llevar a tu casa, asĂ­ tienes las herramientas para generar conversaciĂ³n y acabar con las falacias machistas en, por ejemplo, una cena de Navidad», apunta GarcĂ­a .

Toda la exposiciĂ³n busca interpelar al visitante. La instalaciĂ³n final lo hace de manera directa, invitando al pĂºblico a construir un relato conjunto sobre cĂ³mo afecta el machismo a nuestras vidas. «En realidad, es una traslaciĂ³n de un ejercicio interno que hicimos nosotras para preparar la exposiciĂ³n», comenta su comisaria. «QuerĂ­amos sentir lo que Ă­bamos a generar en el espectador, asĂ­ que pedimos a todas las chicas que compartieran, que compartiĂ©ramos, nuestras experiencias». El resultado fue duro, fue intenso y desagradable. Pero tambiĂ©n fue extrañamente normal. Esperable. «He de decir que no me sorprendiĂ³Â», reconoce Handenawer. «Fue como “es una mierda y es terrible, pero es normal”. Nuestra misiĂ³n con Feminista havies de ser es explicar por quĂ© lo percibimos como normal. Porque hemos normalizado esto».

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Una muerte es una tragedia; un millĂ³n es estadĂ­stica. La frase la dijo Stalin para explicar las purgas soviĂ©ticas, pero encierra una idea poderosa. Una idea que lo mismo sirve para justificar una masacre que para concienciar sobre ella. Cuando los dramas se convierten en endĂ©micos, los nĂºmeros pueden ayudarnos a sondear su profundidad, pero no sirven para empatizar. Domestic Data Streamers lleva años luchando contra la frialdad de los nĂºmeros, modelando con sus instalaciones la realidad que encierran las estadĂ­sticas.

Este estudio multidisciplinar, con sede en Barcelona, trabaja transformando cifras en emociones a travĂ©s del diseño. «Hablamos de realidades trascendentes pero que ignoramos», explica Pau GarcĂ­a, director creativo del colectivo. «Cuando nos dicen que son 200 inmigrantes los que han muerto en el MediterrĂ¡neo, seguimos comiendo; y lo harĂ­amos igual si fueran 2.000. Nuestro cerebro no ha evolucionado para darle sentido a esas cifras». Su misiĂ³n es ayudarnos a hacerlo.

Feminista havies de ser (Feminista tenĂ­as que ser) es su Ăºltimo trabajo, que han comisariado junto a la periodista y escritora Natza FarrĂ©. La exposiciĂ³n, instalada en el Palau Robert de Barcelona hasta el 29 de noviembre, se sirve de una estĂ©tica pop muy instagrameable para presentar una realidad mucho menos fotogĂ©nica. Combina el cromatismo chillĂ³n con el sentido del humor y se sirve de datos extraĂ­dos de informes oficiales y artĂ­culos cientĂ­ficos para construir un relato bonito de ver y desagradable de asumir.

El machismo se presenta en frĂ­os datos que atraviesan como puños la conciencia del visitante. «No son muchos», reconoce Marta Handenawer, directora creativa del proyecto, «pero estĂ¡n muy bien escogidos». Esta ha sido una decisiĂ³n consciente. Explica Handenawer que no querĂ­an abrumar al espectador con nĂºmeros, sino despertar su conciencia con unos pocos: «La idea era que dieran mucha rabia, que se recordaran, que la gente saliera de ahĂ­ enfadada. Porque no solo nos interesa el contenido, nos interesan las conversaciones que este puede generar».

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Feminista havies de ser se ha presentado en un contexto extraño. Pero Domestic Data Streamers ha jugado sus bazas de la mejor manera posible para incluir las limitaciones de la pandemia dentro de su narraciĂ³n. «Hemos convertido los botes de hidrogel de la entrada en una datificaciĂ³n», explica Handenawer. «Cada uno tiene impreso un dato que explica cĂ³mo ha afectado la pandemia a las mujeres. Pedimos a los visitantes que voten cuĂ¡l es el dato mĂ¡s sangrante echĂ¡ndose el gel».

La pandemia y el confinamiento han afectado tambiĂ©n a la exposiciĂ³n de formas mĂ¡s sutiles e inesperadas. «El haberla diseñado desde casa con el ordenador en lugar de con las manos, ha acabado dĂ¡ndole una estĂ©tica muy digital», reconocen los autores. «Mucha gente nos dice que da la sensaciĂ³n de estar en un render».

Esta sensaciĂ³n es especialmente acusada en el primer espacio de la expo, una enorme manzana roja iluminada por neones rosas. Es un entorno inmersivo y brillante. EstĂ¡ salpicado de frases machistas. «Para hablar de feminismo antes hay que partir del machismo», explica Handenawer. QuerĂ­an introducir cierta rabia en su narrativa y para ello habĂ­a que compartir los motivos.

VĂ­deos, frases, datos, juguetes e incluso motivos religiosos sirven para hacerlo. «Partimos de la manzana de Eva, de la Ăºnica persona curiosa en el ParaĂ­so. Pero a Eva no le dijeron, “quĂ© fuerte, eres la primera entrepreneur de la historia”. No. Le dijeron: “Eres una pecadora y nos has arruinado a todos”. La idea de la mujer como culpable ya viene de ahí». El machismo no es nuevo ni exclusivo del cristianismo. Esta historia se puede exportar a casi cualquier cultura, a otras narrativas antiguas y otras religiones.

NO ES PARA TANTO

Las palabras flotan en neĂ³n y bañan de luz la habitaciĂ³n. «No n’hi ha per tant» (no es para tanto). Es lo que se le dice a una mujer cuando se queja de situaciones injustas, cuando empieza a combatir el machismo. Y se le dice mucho. «Mismamente, mi abuela cuando le expliquĂ© de quĂ© iba la exposiciĂ³n», comenta divertida la comisaria. La opiniĂ³n de su abuela era importante. La del vecino, la de la frutera, la del portero. Domestic Data Streamers querĂ­a hablar desde el conocimiento, pero de forma accesible. «Nuestra idea es dirigirnos a todo el mundo, no solo a quien sepa mucho de feminismo. Al final estamos jugando con la cultura pop y le estamos metiendo el feminismo de forma muy visual», interviene Pau GarcĂ­a.

Feminista havies de ser propone un viaje a travĂ©s de cinco espacios diferenciados por bloques de color. «AsĂ­ pasamos de la oscuridad del machismo a la luz del feminismo», señala Handenawer. Destaca entre todos ellos una extraña sala de espera. Representa lo que tardan las mujeres en conseguir cosas que a los hombres les vienen dadas. CuĂ¡ntos años pasaron hasta que ellas pudieron abrir una cuenta en el banco, cuĂ¡ntos pasarĂ¡n hasta que alcancemos la igualdad salarial (unos 250 años, a nivel mundial). Hay un calendario, una mĂ¡quina que da la vez, unos relojes, un contador… Han hackeado cada uno de los elementos de una sala de espera normal, que ahora muestran datos que ponen en contexto los machismos pasados y presentes en la sociedad. Incluso se escucha un inquietante tic tac para subrayar esa metĂ¡fora del tiempo.

La esperanza es una acciĂ³n radical. Es lo que muchas feministas han sentido cuando, al intentar cambiar las cosas, las han acusado de exageradas. Y es lo que siente el espectador en la siguiente sala. Todos los nĂºmeros van filtrĂ¡ndose en su conciencia, creando cierto malestar, cierto desasosiego y enfado. «Es entonces, cuando ya estĂ¡s enfadada, cuando ya has tenido suficiente y lo dices; es entonces cuando te llaman feminazi», comenta Handenawer. TambiĂ©n lo hace Feminista havies de ser.

Cuando entras en la siguiente sala lo primero que ves es la palabra «feminazi». La palabra estĂ¡ compuesta por blocs, y se anima al visitante a arrancar una pĂ¡gina de estos, ya que, en ellas hay diez consejos para desactivar un discurso machista. «Es algo que te puedes llevar a tu casa, asĂ­ tienes las herramientas para generar conversaciĂ³n y acabar con las falacias machistas en, por ejemplo, una cena de Navidad», apunta GarcĂ­a .

Toda la exposiciĂ³n busca interpelar al visitante. La instalaciĂ³n final lo hace de manera directa, invitando al pĂºblico a construir un relato conjunto sobre cĂ³mo afecta el machismo a nuestras vidas. «En realidad, es una traslaciĂ³n de un ejercicio interno que hicimos nosotras para preparar la exposiciĂ³n», comenta su comisaria. «QuerĂ­amos sentir lo que Ă­bamos a generar en el espectador, asĂ­ que pedimos a todas las chicas que compartieran, que compartiĂ©ramos, nuestras experiencias». El resultado fue duro, fue intenso y desagradable. Pero tambiĂ©n fue extrañamente normal. Esperable. «He de decir que no me sorprendiĂ³Â», reconoce Handenawer. «Fue como “es una mierda y es terrible, pero es normal”. Nuestra misiĂ³n con Feminista havies de ser es explicar por quĂ© lo percibimos como normal. Porque hemos normalizado esto».

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