Casi llegando al Museo MarÃtimo de Barcelona, se le acabó la baterÃa del móvil. Pensó que cada vez le duraba menos, protestó en silencio por la obsolescencia programada y lamentó lo larga que se le harÃa la tarde hasta que se reencontrara con su cargador.
Durante la primera media hora de visita al Festivalet de Barcelona, la feria de productos hechos a mano o manufacturados a pequeña escala, se llevó la mano al bolsillo hasta cinco veces antes de recordar que la pantalla estaba apagada.
Con gran regocijo descubrió que la visita finalizaba con un área de delicatessen, dedicada a comida artesanal y bebidas para llevar. Compró un par de caprichos para una cena más sana que las que solÃa preparar.
Decidió que no tenÃa tanta prisa en reencontrarse con su cargador, asà que se dirigió a la última de las paradas, la de los bares pop-up, para sentarse en una banqueta y saborear una cerveza artesana mientras observaba a la gente que desfilaba a su alrededor.
SabÃa que no tendrÃa la determinación de dejar el móvil otro dÃa en casa conscientemente, pero deseó que el destino o la falta de previsión lo apagaran de nuevo de vez en cuando para permitirle, asÃ, apreciar las texturas y los rostros.
Casi llegando al Museo MarÃtimo de Barcelona, se le acabó la baterÃa del móvil. Pensó que cada vez le duraba menos, protestó en silencio por la obsolescencia programada y lamentó lo larga que se le harÃa la tarde hasta que se reencontrara con su cargador.
Durante la primera media hora de visita al Festivalet de Barcelona, la feria de productos hechos a mano o manufacturados a pequeña escala, se llevó la mano al bolsillo hasta cinco veces antes de recordar que la pantalla estaba apagada.
Con gran regocijo descubrió que la visita finalizaba con un área de delicatessen, dedicada a comida artesanal y bebidas para llevar. Compró un par de caprichos para una cena más sana que las que solÃa preparar.
Decidió que no tenÃa tanta prisa en reencontrarse con su cargador, asà que se dirigió a la última de las paradas, la de los bares pop-up, para sentarse en una banqueta y saborear una cerveza artesana mientras observaba a la gente que desfilaba a su alrededor.
SabÃa que no tendrÃa la determinación de dejar el móvil otro dÃa en casa conscientemente, pero deseó que el destino o la falta de previsión lo apagaran de nuevo de vez en cuando para permitirle, asÃ, apreciar las texturas y los rostros.
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