Si uno se pone negativo, ha de hacerlo bien, de plusmarca, como si fuera a ganar la Champions. Asà que vamos a hacer un piensodrómo de sustracción, a la contra, por eliminación.
[Nota para despistados: Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquÃ.]
Este piensódromo no habla de Greta Thunberg y de sus discursos contra el establishment mientras el establishment aplaude en primera fila del auditorio con esa actitud de «sin problema, los chungos de los que habla son los otros».
Tampoco de que, haya quien haya en la primera fila del auditorio de Greta Thunberg, ella lleva razón en su mensaje de alerta ante un poluto futuro.
El Piensódromo de hoy tampoco va de decirte que sÃ, que está muy bien que tú dejes de usar pajitas de plástico y que eches las latas de cerveza al contenedor amarillo, pero que si las 200 empresas más contaminantes del mundo se ponen serias, el problema con el ecosistema se resuelve en 5 años.
De lo que vamos a hablar es de si hay que pegarle fuego a todo, hombre ya. Esta columna de hoy sà va un poco de lo indigno que es poner a caldo a unos activistas que cortan el tráfico en un calle cuando están haciendo lo que ni tú ni yo estamos haciendo: pelarse el culo en la calzada para que alguien haga algo para evitar un desastre medioambiental más acusado del que ya se cierne sobre nuestro futuro.
AsÃ, sin hacer amigos, plantea el debate en su columna de opinión en The Guardian George Monbiot. Monbiot es escritor, activista y especialista, antes en la BBC y ahora en The Guardian, en contar cosas de los animalicos, la naturaleza y todo eso.
Debe andar un poco hasta el moño porque su pregunta es directamente si solo una rebelión puede evitar un apocalipsis ecológico. Mombiot está harto de que unos miren hacia otro lado; harto de que otros se quejen de los que no miran a un lado con excusas tan chabacanas como «mira a los chavalinos que protestan, todos con su iPhone»; harto de los carnets de pureza de los que tan fans somos en esta España mÃa, esta España nuestra.
El periodista lamenta que la clase polÃtica haya sido incapaz de poner coto al deterioro del ecosistema y que los votantes que les pusieron ahà crean que «votar es la única acción polÃtica requerida para cambiar un sistema».
La clave de que la solución a este problema del ecosistema se convierta en el objetivo número 1 de nuestra sociedad depende de que lleguemos a ese número suficiente de ciudadanos rebeldes que mande al carajo las excusas para reclamar un futuro.
Esa es la situación. ¿Seguimos enviando a una teenager con sÃndrome de Asperger a que nos haga el trabajo sucio o vamos de una vez a la ferreterÃa a por las cadenas para engancharnos a ciertas puertas y determinados puentes?
Si uno se pone negativo, ha de hacerlo bien, de plusmarca, como si fuera a ganar la Champions. Asà que vamos a hacer un piensodrómo de sustracción, a la contra, por eliminación.
[Nota para despistados: Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquÃ.]
Este piensódromo no habla de Greta Thunberg y de sus discursos contra el establishment mientras el establishment aplaude en primera fila del auditorio con esa actitud de «sin problema, los chungos de los que habla son los otros».
Tampoco de que, haya quien haya en la primera fila del auditorio de Greta Thunberg, ella lleva razón en su mensaje de alerta ante un poluto futuro.
El Piensódromo de hoy tampoco va de decirte que sÃ, que está muy bien que tú dejes de usar pajitas de plástico y que eches las latas de cerveza al contenedor amarillo, pero que si las 200 empresas más contaminantes del mundo se ponen serias, el problema con el ecosistema se resuelve en 5 años.
De lo que vamos a hablar es de si hay que pegarle fuego a todo, hombre ya. Esta columna de hoy sà va un poco de lo indigno que es poner a caldo a unos activistas que cortan el tráfico en un calle cuando están haciendo lo que ni tú ni yo estamos haciendo: pelarse el culo en la calzada para que alguien haga algo para evitar un desastre medioambiental más acusado del que ya se cierne sobre nuestro futuro.
AsÃ, sin hacer amigos, plantea el debate en su columna de opinión en The Guardian George Monbiot. Monbiot es escritor, activista y especialista, antes en la BBC y ahora en The Guardian, en contar cosas de los animalicos, la naturaleza y todo eso.
Debe andar un poco hasta el moño porque su pregunta es directamente si solo una rebelión puede evitar un apocalipsis ecológico. Mombiot está harto de que unos miren hacia otro lado; harto de que otros se quejen de los que no miran a un lado con excusas tan chabacanas como «mira a los chavalinos que protestan, todos con su iPhone»; harto de los carnets de pureza de los que tan fans somos en esta España mÃa, esta España nuestra.
El periodista lamenta que la clase polÃtica haya sido incapaz de poner coto al deterioro del ecosistema y que los votantes que les pusieron ahà crean que «votar es la única acción polÃtica requerida para cambiar un sistema».
La clave de que la solución a este problema del ecosistema se convierta en el objetivo número 1 de nuestra sociedad depende de que lleguemos a ese número suficiente de ciudadanos rebeldes que mande al carajo las excusas para reclamar un futuro.
Esa es la situación. ¿Seguimos enviando a una teenager con sÃndrome de Asperger a que nos haga el trabajo sucio o vamos de una vez a la ferreterÃa a por las cadenas para engancharnos a ciertas puertas y determinados puentes?