24 de abril 2019    /   ENTRETENIMIENTO
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Chitlin’ circuit: El circuito paralelo de la cultura negra

El Green Book, era una guĆ­a de viaje para negros con restaurantes, hoteles, bares y otro tipo de opciones exclusivas para ellos y alejadas de la paralela y menos tambaleante realidad cotidiana de los blancos

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El racismo sigue estando en la carta del menĆŗ sociológico de cualquier nación. Con todo, la realidad de mitad del siglo XX en Estados Unidos era extremadamente dura. Blancos y negros –blancos y cualquier otra etnia, en realidad– vivĆ­an en universos paralelos y el green book era el sĆ­mbolo de la vergüenza.

Si has visto Green Book, la película de Peter Farrelly que cuenta la historia del pianista Don Shirley y su chófer, Tony Lip, en gira por el sur de EEUU, la historia te resultarÔ familiar.

Ese libro verde, el Green Book, era una guĆ­a de viaje para negros con restaurantes, hoteles, bares y otro tipo de opciones exclusivas para ellos y alejadas de la paralela y menos tambaleante realidad cotidiana de los blancos.

Los mĆŗsicos negros tenĆ­an, de hecho, su propio circuito musical alejado del brillo y el alcance masivo. Se llamaba el Chitlin’ Circuit y por allĆ­ no pasaba Elvis. El nombre venĆ­a de los chitterlings, intestinos delgados de ternera que formaban parte habitual del menĆŗ de aquellos lugares. Esa parte de la vaca era tambiĆ©n bastante popular en el cono sur con el nombre de chinchulines. Algo asĆ­ como las gallinejas, pero en versión vaca.

El Chitlin’ Circuit, que no era exclusivo del sur del paĆ­s, reunĆ­a garitos y salas de mĆŗsica en directo por las que pasarĆ­an la mayorĆ­a de artistas de la Ć©poca: Aretha Franklin, Sam Cooke, Ray Charles, Jimi Hendrix, James Brown o cualquiera cuya piel se alejase un Ć”pice del tono de la de los padres fundadores.

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El racismo sigue estando en la carta del menĆŗ sociológico de cualquier nación. Con todo, la realidad de mitad del siglo XX en Estados Unidos era extremadamente dura. Blancos y negros –blancos y cualquier otra etnia, en realidad– vivĆ­an en universos paralelos y el green book era el sĆ­mbolo de la vergüenza.

Si has visto Green Book, la película de Peter Farrelly que cuenta la historia del pianista Don Shirley y su chófer, Tony Lip, en gira por el sur de EEUU, la historia te resultarÔ familiar.

Ese libro verde, el Green Book, era una guĆ­a de viaje para negros con restaurantes, hoteles, bares y otro tipo de opciones exclusivas para ellos y alejadas de la paralela y menos tambaleante realidad cotidiana de los blancos.

Los mĆŗsicos negros tenĆ­an, de hecho, su propio circuito musical alejado del brillo y el alcance masivo. Se llamaba el Chitlin’ Circuit y por allĆ­ no pasaba Elvis. El nombre venĆ­a de los chitterlings, intestinos delgados de ternera que formaban parte habitual del menĆŗ de aquellos lugares. Esa parte de la vaca era tambiĆ©n bastante popular en el cono sur con el nombre de chinchulines. Algo asĆ­ como las gallinejas, pero en versión vaca.

El Chitlin’ Circuit, que no era exclusivo del sur del paĆ­s, reunĆ­a garitos y salas de mĆŗsica en directo por las que pasarĆ­an la mayorĆ­a de artistas de la Ć©poca: Aretha Franklin, Sam Cooke, Ray Charles, Jimi Hendrix, James Brown o cualquiera cuya piel se alejase un Ć”pice del tono de la de los padres fundadores.

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