Guitarras que no mueren
Asà se crean las tendencias en el mundo de las seis cuerdas, amigos. Guitarras que valÃan 300 o 400 euros disparan su precio tras aparecer, por ejemplo, en un vÃdeo de The Black Keys. Eso le obliga a ejercer de una especie de cazatalentos guitarrero, en constante búsqueda de la pieza que verá disparado su valor en los próximos tiempos. «Es oferta y demanda», dice. Puerco capitalismo que todo lo corrompe.
A Israel DomÃnguez le gustan las rarezas y, por ejemplo, se ha especializado en traer copias japonesas de modelos clásicos de los 70 como las de la marca Greco. «Aquà tienen la posibilidad de probar la original y su copia y comprobar que, por menos dinero, pueden llevarse guitarras con muy buen sonido», señala.
Headbanger es un espacio maker y no solo por los lutieres que utilizan sus manos para curar guitarras. Israel DomÃnguez se dio cuenta de que hay ‘chalados’ que hacen artesanalmente productos exclusivos en pequeños talleres. Además de los amplificadores de segunda mano, la tienda cuenta con un jugoso apartado de amplis. «Morgan es un fabricante americano y Muddy es la marca de Alfonso, un chico de Madrid que vino cuando abrimos la tienda y me dijo que hacÃa amplificadores en casa como hobby. Trajo algunos, los probamos y flipé. No los habÃa vendido en ningún sitio y los clientes alucinan», cuenta.
Eso provocó que se corriera la voz y llegaran otros makers. Los lutieres de Headbanger, que son de Carabanchel, barrio de rock, también hacen guitarras exactamente como se las piden los clientes. Dos chicos de Alicante hacen correas de cuero a mano. «Mola porque esos pequeños fabricantes me dicen que no les hacen caso en otro sitio. Cuando yo empecé, también me ayudaron sin conocerme. Hago lo mismo. Me gusta que la gente tenga una oportunidad», declara.
Ocurre lo mismo con los pedales que ofrecen. TenÃan que ser hechos a mano y DomÃnguez decÃa que no querÃa trabajar con ninguna marca grande. «Unos chicos de Cáceres crean pedales artesanales con la marca de la tienda. Al principio, yo pensaba si alguien comprarÃa un pedal con el logo de la tienda. ¡Los compran!», explica el pacense. «También me envÃan material de Sonic Mamooth para ampliar un poco el abanico».
Headbanger se ha convertido también en sitio de reunión de músicos. La tienda, además del material que rescatan y restauran, vende guitarras de los clientes que quieran dejarlas en depósito a cambio de un porcentaje.
Olvidando los golosos juguetes que cuelgan de las paredes del local, hay conciertos algunos jueves. ¡Y conocimiento! Santi Guillén, el primer cliente que tuvieron, da clases de guitarra a una veintena de personas de todas las edades.
La última es que también hay exposiciones relacionadas con este mundo, como la que Jägermeister montó hace pocos dÃas y que reunió una importante colección de guitarras de nuevos valores como Trajano! o The Parrots o Juventud Juché. Como cuenta Arnau Sabaté, responsable musical de la marca, «el local respondÃa exactamente a lo que buscábamos. La impresión es la de un sitio genuino con el que nos identificamos, asà que les llevamos unas cuantas guitarras de bandas madrileñas con las que habitualmente trabajamos».
Asà transcurrirá la vida presente y futura en Headbanger, entre todo aquello que tenga que ver con el universo de las seis cuerdas (o de las cuatro, que no se enfaden los bajistas). Quedan miles de guitarras por rescatar y, lo bueno, es que allà se pueden manosear.
Asà se crean las tendencias en el mundo de las seis cuerdas, amigos. Guitarras que valÃan 300 o 400 euros disparan su precio tras aparecer, por ejemplo, en un vÃdeo de The Black Keys. Eso le obliga a ejercer de una especie de cazatalentos guitarrero, en constante búsqueda de la pieza que verá disparado su valor en los próximos tiempos. «Es oferta y demanda», dice. Puerco capitalismo que todo lo corrompe.
A Israel DomÃnguez le gustan las rarezas y, por ejemplo, se ha especializado en traer copias japonesas de modelos clásicos de los 70 como las de la marca Greco. «Aquà tienen la posibilidad de probar la original y su copia y comprobar que, por menos dinero, pueden llevarse guitarras con muy buen sonido», señala.
Headbanger es un espacio maker y no solo por los lutieres que utilizan sus manos para curar guitarras. Israel DomÃnguez se dio cuenta de que hay ‘chalados’ que hacen artesanalmente productos exclusivos en pequeños talleres. Además de los amplificadores de segunda mano, la tienda cuenta con un jugoso apartado de amplis. «Morgan es un fabricante americano y Muddy es la marca de Alfonso, un chico de Madrid que vino cuando abrimos la tienda y me dijo que hacÃa amplificadores en casa como hobby. Trajo algunos, los probamos y flipé. No los habÃa vendido en ningún sitio y los clientes alucinan», cuenta.
Eso provocó que se corriera la voz y llegaran otros makers. Los lutieres de Headbanger, que son de Carabanchel, barrio de rock, también hacen guitarras exactamente como se las piden los clientes. Dos chicos de Alicante hacen correas de cuero a mano. «Mola porque esos pequeños fabricantes me dicen que no les hacen caso en otro sitio. Cuando yo empecé, también me ayudaron sin conocerme. Hago lo mismo. Me gusta que la gente tenga una oportunidad», declara.
Ocurre lo mismo con los pedales que ofrecen. TenÃan que ser hechos a mano y DomÃnguez decÃa que no querÃa trabajar con ninguna marca grande. «Unos chicos de Cáceres crean pedales artesanales con la marca de la tienda. Al principio, yo pensaba si alguien comprarÃa un pedal con el logo de la tienda. ¡Los compran!», explica el pacense. «También me envÃan material de Sonic Mamooth para ampliar un poco el abanico».
Headbanger se ha convertido también en sitio de reunión de músicos. La tienda, además del material que rescatan y restauran, vende guitarras de los clientes que quieran dejarlas en depósito a cambio de un porcentaje.
Olvidando los golosos juguetes que cuelgan de las paredes del local, hay conciertos algunos jueves. ¡Y conocimiento! Santi Guillén, el primer cliente que tuvieron, da clases de guitarra a una veintena de personas de todas las edades.
La última es que también hay exposiciones relacionadas con este mundo, como la que Jägermeister montó hace pocos dÃas y que reunió una importante colección de guitarras de nuevos valores como Trajano! o The Parrots o Juventud Juché. Como cuenta Arnau Sabaté, responsable musical de la marca, «el local respondÃa exactamente a lo que buscábamos. La impresión es la de un sitio genuino con el que nos identificamos, asà que les llevamos unas cuantas guitarras de bandas madrileñas con las que habitualmente trabajamos».
Asà transcurrirá la vida presente y futura en Headbanger, entre todo aquello que tenga que ver con el universo de las seis cuerdas (o de las cuatro, que no se enfaden los bajistas). Quedan miles de guitarras por rescatar y, lo bueno, es que allà se pueden manosear.