El mercado de la carne tiene un nuevo proveedor. Hasta ahora las aplicaciones de citas más conocidas han establecido compatibilidades a partir de las cosas que nos gustan. Enumeramos nuestros deportes favoritos, pelĂculas que nos marcaron, animales de los que no nos importa recoger sus heces. Colgamos una bonita foto y, ale, a follar. Pero Âży si no tengo aficiones reseñables? ÂżY si a mĂ lo que me pone es odiar? FĂjate en lo que sigue porque Hater ofrece la soluciĂłn.
«Conoce a gente que odia lo mismo que tú», reza su eslogan promocional. Tras instalar la aplicación el primer paso consiste en posicionarnos sobre cuestiones diversas como los realities, Netflix, gastar dinero, etc. Hater registra las preferencias, les otorga porcentajes y geolocaliza usuarios cercanos que compartan aversiones. Desde aquà el funcionamiento es calcado a Tinder: deslizamos a derecha e izquierda el casting de perfiles del que extraer un match.
La gran novedad es que Hater barema la afinidad en funciĂłn de lo que detestamos. En tiempos de bilis colectiva, donde nos medimos por la singularidad de nuestras manĂas, un extrabajador de Goldman Sachs ha sabido rentabilizar el chiste. «Todo comenzĂł como una idea de sketch, pero despuĂ©s de hacer una pequeña investigaciĂłn y descubrir estudios acerca de compatibilidad y aversiones mutuas, decidĂ materializarla», relata Brendan Alper, fundador de Hater.
La campaña de lanzamiento incluye un boceto de Kanye West y Taylor Swift intercambiando saliva en el centro de un corazón invertido, y otro de Trump y Putin encamados; entrelazados. Queda patente su clara vocación viral, aunque de momento la fase beta cuenta con dos grandes limitaciones: sólo funciona en iOS y no tiene traducción. «La idea es tener lista una versión en español para mayo o junio, como muy tarde. También en mayo esperamos lanzar la app en Android», avanza el fundador de Hater a Yorokobu.
Habrá que esperar por tanto un par de meses hasta que la aplicaciĂłn empiece a afianzarse en nuestro paĂs. DespuĂ©s crecerá como un bulo en Twitter, porque ya lo decĂa RamoncĂn: «España es un paĂs de odiadores». QuiĂ©n sabe, a lo mejor descubrimos con esta nueva herramienta que los PĂ©rez-Reverte y Javier MarĂas no son vetustos cascarrabias, sino que están explorando el romanticismo de una segunda juventud —milenial—. Quizás toda aquella gente que odiĂł a LucĂa EtxeberrĂa por ser superdotada se encuentre ahora en Hater, se enamore y en agradecimiento organice rutas de peregrinaciĂłn de España a la sede de Mensa (Caythorpe, Reino Unido).
Desde luego, lo que parece evidente es que la app servirá para añadir un poco de dinamismo al fenĂłmeno del dating: «Hater lo convertirá en algo divertido. Las aplicaciones de citas se han vuelto tan monĂłtonas… Gente atrapada en un movimiento repetitivo: deslizar, deslizar, deslizar, match, chat, mala cita, enjuague bucal y vuelta a empezar. Nosotros queremos agitar las cosas. Construir una experiencia más introspectiva y significativa, pero tambiĂ©n con ese punto de diversiĂłn», reflexiona su creador.
Hablábamos antes de la singularidad de las aversiones. De cĂłmo hemos adaptado nuestra cultura a la indigencia emocional del hater hasta situarle por encima, a la altura de nuestras aspiraciones. Validamos el odio como cualidad diferencial y competimos en ver quiĂ©n ostenta las mejores manĂas; las más originales. Porque para odiar tambiĂ©n hay que ser creativo —un poco a la manera de Risto Mejide, que ahora es Mindfulness y ha perdido el flow—.
Si vamos a participar en este juego, serĂa interesante poder agregarle fantasĂa. Claro, que gastar dinero es una experiencia espeluznante, pero habrá quien odie más al que se lo roba. O habrá quien deteste la invasiĂłn de lo cuqui. O a la gente que sĂłlo habla de sĂ misma y desconecta cuando intentas meter baza. Algunos les tendrán ojeriza a los hombres con escote y a los lumbersexuales, que son como los hĂpsters pero de montaña. A las It Girls. A los runners. A los madridistas y a los antimadridistas. A la gente que se va a la India y vuelve iluminada. Seguro que en algĂşn recĂłndito rincĂłn de España hay una persona que odia profundamente el tic-tac ad infinitum de las manecillas del reloj.
ÂżQuĂ© hay para ellos, Alper? «Cuando un usuario sube una nueva foto de perfil, además tiene la oportunidad de añadir una pequeña bĂo. Este espacio puede ser utilizado para cualquier cosa, incluido personalizar tus propios odios personales. De todas formas, tambiĂ©n tenemos intenciĂłn de avanzar en la generaciĂłn de temas por parte del usuario… Es otra de las cuestiones que abordaremos en los prĂłximos meses».
Obviamente no valdrá todo. Dada su premisa, la aplicaciĂłn corre el riesgo de convertirse en un nicho de cafres profesionales. El odio funciona como distintivo, pero cuando se manifiesta de forma radical, pasa a ser un elemento constitutivo de delito. Para evitarlo, el equipo de Hater moderará los temas con recelo: «Tenemos una polĂtica estricta para cercar a aquellos que abusan de nuestras directrices. No toleramos los ataques contra la raza, la religiĂłn o el aspecto fĂsico. En realidad, no consentimos prejuicios de ningĂşn tipo y expulsamos a todo aquel que los promueve».
En resumen: aquĂ se odia de manera ordenada. Para terminar le explico a Brendan Alper una cuestiĂłn personal; le cuento que arruino todas las relaciones por mi indeleble naturaleza hater. Su aplicaciĂłn es la Ăşltima oportunidad y me aferro a ella como RamoncĂn al gusto por el ridĂculo —no, no se equivocaba—. Dime una cosa, Brendan, Âżvoy a acabar solo? «¡Por supuesto que no! Encontrarás a la persona adecuada con una actitud misantrĂłpica como la tuya, y juntos saldrĂ©is adelante. Conozco la aplicaciĂłn perfecta para lograrlo…».
Que asĂ sea. Por si acaso, le pondrĂ© dos velitas a santa LucĂa EtxeberrĂa.
Quien quiera peregrinar a la sede de Mensa, pero no tan lejos como al Reino Unido (Mensa Internacional), puede hacerlo a la calle del Doctor Casas, número 20, Zaragoza (Mensa España).
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