En un primer momento, nadie pensarÃa que las heces son un tema de conversación en universidades y academias de Historia. Sin embargo, mientras que para buena parte de la población una hez es exactamente eso, una caca, para los arqueólogos es casi como la Piedra Rosetta.
Entre las cosas que encontraron en su investigación estaba una serie de huevos procedentes de parásitos intestinales, asà como restos biológicos de origen vegetal y animal. Con estos datos, los investigadores han podido determinar con bastante detalle algunos de los aspectos de la vida de los daneses de hace siglos.
Como en el caso de los historiadores daneses, los norteamericanos han podido determinar el trayecto de Lewis y Clark gracias a las heces de los expedicionarios, las cuales no se parecÃan al del resto de los demás humanos de la zona.
Según los documentos de la expedición de Lewis y Clark, para evitar el estreñimiento, sus miembros eran medicados con unas pastillas comercializadas bajo la marca Dr. Rush, cuya principal caracterÃstica era su alto contenido de mercurio. Con este dato, a los historiadores no les costó mucho rastrear aquellos desechos orgánicos en los que abundaba ese metal y reproducir la ruta seguida.
La presencia de metales en las heces no es algo exclusivo de los hombres de Lewis y Clark. Según un informe del Servicio Geológico Estadounidense del que se hizo eco la BBC hace unos años, los detritus humanos contienen numerosos materiales de este tipo, incluidos oro y plata. De esta forma, las heces producidas por una ciudad de un millón de habitantes pueden contener hasta trece millones de dólares en metales.
Definitivamente y aunque no resulte un tema sencillo de gestionar, si las heces son capaces de producir abono, servir de biocombustible, sanear las cuentas de una ciudad de un millón de habitantes e informar sobre hechos históricos, tal vez habrÃa que tomárselas más en serio.
En un primer momento, nadie pensarÃa que las heces son un tema de conversación en universidades y academias de Historia. Sin embargo, mientras que para buena parte de la población una hez es exactamente eso, una caca, para los arqueólogos es casi como la Piedra Rosetta.
Entre las cosas que encontraron en su investigación estaba una serie de huevos procedentes de parásitos intestinales, asà como restos biológicos de origen vegetal y animal. Con estos datos, los investigadores han podido determinar con bastante detalle algunos de los aspectos de la vida de los daneses de hace siglos.
Como en el caso de los historiadores daneses, los norteamericanos han podido determinar el trayecto de Lewis y Clark gracias a las heces de los expedicionarios, las cuales no se parecÃan al del resto de los demás humanos de la zona.
Según los documentos de la expedición de Lewis y Clark, para evitar el estreñimiento, sus miembros eran medicados con unas pastillas comercializadas bajo la marca Dr. Rush, cuya principal caracterÃstica era su alto contenido de mercurio. Con este dato, a los historiadores no les costó mucho rastrear aquellos desechos orgánicos en los que abundaba ese metal y reproducir la ruta seguida.
La presencia de metales en las heces no es algo exclusivo de los hombres de Lewis y Clark. Según un informe del Servicio Geológico Estadounidense del que se hizo eco la BBC hace unos años, los detritus humanos contienen numerosos materiales de este tipo, incluidos oro y plata. De esta forma, las heces producidas por una ciudad de un millón de habitantes pueden contener hasta trece millones de dólares en metales.
Definitivamente y aunque no resulte un tema sencillo de gestionar, si las heces son capaces de producir abono, servir de biocombustible, sanear las cuentas de una ciudad de un millón de habitantes e informar sobre hechos históricos, tal vez habrÃa que tomárselas más en serio.