16 de abril 2013    /   IDEAS
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Historia de un niƱo que casi me hizo llorar

16 de abril 2013    /   IDEAS     por          
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HistoriaDeUnNiño
Se cierran las puertas, arranca el tren (con destino a Barcelona) y mientras la estación de ferrocarriles de Pamplona se va achicando en la distancia, garabateo en mi libreta algunas ideas sobre los últimos dos días. Quiero hablar del décimo Día C, del que ahora regreso.
Y mira que podrĆ­a contar cosas distintas. PodrĆ­a hablaros de un chaval (jovencĆ­simo y muy suelto) que ha ideado el famoso “ola k ase”. O contaros la historia de las preciosas bombillas ‘Plumen’, diseƱadas por la agencia Poke. O mencionar la peculiarĆ­sima arquitectura de Santiago Cirugeda, asĆ­ como sus visitas a un sinfĆ­n de comisarĆ­as, entre proyecto y proyecto. SĆ­, hay donde escoger. Sin embargo, lo primero que me viene a la mente (pasando por encima, incluso, de la super Gala / Musical ideada por Llavador y musicalizada por Jose LuĆ­s Moro), la primera historia de este DĆ­a C que ha sedimentado en mi memoria, es la de un niƱo que echa de menos a su padre.
Al niƱo le conocĆ­ por casualidad, de rebote. No era cabeza de cartel, claro que no: aĆŗn no hay ponentes tan jóvenes en este tipo de eventos. Ɖl vino con su madre y su hermanita pequeƱa, desde Barcelona, para recoger el premio que el Club de Creativos le otorgó a su padre, Jaime de la PeƱa, que junto con Eduardo Maclean y Francisco Daniel recibió el ‘C de C de Honor’ de este aƱo 2013. Y cuando se lo entregaron, con todos los presidentes que ha tenido el Club encima del escenario, en pie, dĆ”ndole al momento el peso que merece, el niƱo se acerco al micrófono, desdobló unas hojas de papel que traĆ­a, respiró hondo y se lanzó a hablar.
Se lanzó, sí. Como el que se lanza a una piscina, haga frío o calor, convencido. Y nos contó una historia. Una historia sencilla. La de un hijo que hablaba con su padre sobre el universo, las estrellas y los agujeros de gusano. La historia de un hombrecito de diez años que siente un vacío enorme porque su padre (su amigo) ya no estÔ a su lado. La historia, jodida historia, de los que se van antes de tiempo (o, al menos, antes de lo que habíamos planeado). Nada nuevo, desafortunadamente. Pero lo contó tan bien, lo de siempre, que nos llegó como si fuera nuevo. Casi me hizo llorar. Y no fui el único al que desbarató: dos filas atrÔs, unos sollozos me recordaron que por ahí andaba Belén, a quién hace poco se le fue su padre. Ese es el poder de una historia auténtica: su verdad entra velozmente en nosotros, se funde con realidades propias, y entonces solo podemos encender las luces y preparar café, porque ha venido para quedarse y no se irÔ fÔcilmente. MÔs bien, permanecerÔ en nuestra memoria durante días, años o incluso vidas.
Por la maƱana, pasadas las once y media, Nik Roope habĆ­a dado una muy buena ‘lecture’ sobre storytelling. Mostrando imĆ”genes de la pelĆ­culaĀ Casablanca afirmó humildemente que “…it’s all about telling the same old story, again and again”, que esto va de recombinar un puƱado de viejas historias, una y otra vez. Las vamos modificando, un poco aquĆ­, un poco allĆ”, y nos siguen emocionando por igual. QuĆ© poco tardamos en verificarlo, escuchando la voz de un niƱo que aƱora a su padre, y que nos lo cuenta con claridad meridiana. Sin azĆŗcar ni algodones. Solo con pura y dura verdad.
Me los he encontrado a los tres (Ć©l, su hermanita y su madre) en el bar de la estación, esperando el tren de las cinco y diez. Me he acercado para felicitarles. Primero, al niƱo: por su historia y por su forma de contĆ”rnosla. Luego, a la madre: por su hijo y por la elegancia con que le cedió micrófono y focos. TambiĆ©n, por los consejos que Ć©l contó que ella le ha dado. No son nuevos, pero son perfectos. Los buenos consejos de siempre acerca de soltar amarras, guardar esencias y gestionar sanamente pasado y futuro. AsĆ­ de sencillo y asĆ­ de complicado es tirar hacia adelante, ahora y hace mil aƱos. Me he despedido despuĆ©s de cruzar algunas palabras con ella, ya en la barra, al pagar el cafĆ© con hielo. “No, no le conocĆ­a. Sus trabajos sĆ­, claro. QuĆ© emotivo fue todo. QuĆ© contentos de que vinierais Ā”Mucha suerte!”. Y me he ido hacia el andĆ©n, billete y libreta en mano.
Ya hemos pasado Zaragoza y el cansancio ha silenciado el ambiente, solo dejando intacta la charla (inacabable) que dos gallegas perpetran en el asiento de enfrente. Pese a ellas, mis garabatos han cogido forma. No sé cómo te llamas. Andas en este mismo vagón, unas cinco o seis filas detrÔs mío. Juegas con un iPad mientras termino de escribir todo esto. Recuerdo tu historia y pienso que me apetecería levantarme, acercarme por el pasillo y preguntarte algunas cosas. Pero en realidad no hace falta. Ayer ya lo contaste todo, esa historia estÔ completa. Lo mÔs importante, ahora, es que solo tienes diez años. Y que con un poco de tiempo, sol y suerte, pronto contarÔs otras.
Ignasi Giró (@ignasigiro) es físico, creativo y socio fundador de Honest&Smile y Regalador
 

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HistoriaDeUnNiño
Se cierran las puertas, arranca el tren (con destino a Barcelona) y mientras la estación de ferrocarriles de Pamplona se va achicando en la distancia, garabateo en mi libreta algunas ideas sobre los últimos dos días. Quiero hablar del décimo Día C, del que ahora regreso.
Y mira que podrĆ­a contar cosas distintas. PodrĆ­a hablaros de un chaval (jovencĆ­simo y muy suelto) que ha ideado el famoso “ola k ase”. O contaros la historia de las preciosas bombillas ‘Plumen’, diseƱadas por la agencia Poke. O mencionar la peculiarĆ­sima arquitectura de Santiago Cirugeda, asĆ­ como sus visitas a un sinfĆ­n de comisarĆ­as, entre proyecto y proyecto. SĆ­, hay donde escoger. Sin embargo, lo primero que me viene a la mente (pasando por encima, incluso, de la super Gala / Musical ideada por Llavador y musicalizada por Jose LuĆ­s Moro), la primera historia de este DĆ­a C que ha sedimentado en mi memoria, es la de un niƱo que echa de menos a su padre.
Al niƱo le conocĆ­ por casualidad, de rebote. No era cabeza de cartel, claro que no: aĆŗn no hay ponentes tan jóvenes en este tipo de eventos. Ɖl vino con su madre y su hermanita pequeƱa, desde Barcelona, para recoger el premio que el Club de Creativos le otorgó a su padre, Jaime de la PeƱa, que junto con Eduardo Maclean y Francisco Daniel recibió el ‘C de C de Honor’ de este aƱo 2013. Y cuando se lo entregaron, con todos los presidentes que ha tenido el Club encima del escenario, en pie, dĆ”ndole al momento el peso que merece, el niƱo se acerco al micrófono, desdobló unas hojas de papel que traĆ­a, respiró hondo y se lanzó a hablar.
Se lanzó, sí. Como el que se lanza a una piscina, haga frío o calor, convencido. Y nos contó una historia. Una historia sencilla. La de un hijo que hablaba con su padre sobre el universo, las estrellas y los agujeros de gusano. La historia de un hombrecito de diez años que siente un vacío enorme porque su padre (su amigo) ya no estÔ a su lado. La historia, jodida historia, de los que se van antes de tiempo (o, al menos, antes de lo que habíamos planeado). Nada nuevo, desafortunadamente. Pero lo contó tan bien, lo de siempre, que nos llegó como si fuera nuevo. Casi me hizo llorar. Y no fui el único al que desbarató: dos filas atrÔs, unos sollozos me recordaron que por ahí andaba Belén, a quién hace poco se le fue su padre. Ese es el poder de una historia auténtica: su verdad entra velozmente en nosotros, se funde con realidades propias, y entonces solo podemos encender las luces y preparar café, porque ha venido para quedarse y no se irÔ fÔcilmente. MÔs bien, permanecerÔ en nuestra memoria durante días, años o incluso vidas.
Por la maƱana, pasadas las once y media, Nik Roope habĆ­a dado una muy buena ‘lecture’ sobre storytelling. Mostrando imĆ”genes de la pelĆ­culaĀ Casablanca afirmó humildemente que “…it’s all about telling the same old story, again and again”, que esto va de recombinar un puƱado de viejas historias, una y otra vez. Las vamos modificando, un poco aquĆ­, un poco allĆ”, y nos siguen emocionando por igual. QuĆ© poco tardamos en verificarlo, escuchando la voz de un niƱo que aƱora a su padre, y que nos lo cuenta con claridad meridiana. Sin azĆŗcar ni algodones. Solo con pura y dura verdad.
Me los he encontrado a los tres (Ć©l, su hermanita y su madre) en el bar de la estación, esperando el tren de las cinco y diez. Me he acercado para felicitarles. Primero, al niƱo: por su historia y por su forma de contĆ”rnosla. Luego, a la madre: por su hijo y por la elegancia con que le cedió micrófono y focos. TambiĆ©n, por los consejos que Ć©l contó que ella le ha dado. No son nuevos, pero son perfectos. Los buenos consejos de siempre acerca de soltar amarras, guardar esencias y gestionar sanamente pasado y futuro. AsĆ­ de sencillo y asĆ­ de complicado es tirar hacia adelante, ahora y hace mil aƱos. Me he despedido despuĆ©s de cruzar algunas palabras con ella, ya en la barra, al pagar el cafĆ© con hielo. “No, no le conocĆ­a. Sus trabajos sĆ­, claro. QuĆ© emotivo fue todo. QuĆ© contentos de que vinierais Ā”Mucha suerte!”. Y me he ido hacia el andĆ©n, billete y libreta en mano.
Ya hemos pasado Zaragoza y el cansancio ha silenciado el ambiente, solo dejando intacta la charla (inacabable) que dos gallegas perpetran en el asiento de enfrente. Pese a ellas, mis garabatos han cogido forma. No sé cómo te llamas. Andas en este mismo vagón, unas cinco o seis filas detrÔs mío. Juegas con un iPad mientras termino de escribir todo esto. Recuerdo tu historia y pienso que me apetecería levantarme, acercarme por el pasillo y preguntarte algunas cosas. Pero en realidad no hace falta. Ayer ya lo contaste todo, esa historia estÔ completa. Lo mÔs importante, ahora, es que solo tienes diez años. Y que con un poco de tiempo, sol y suerte, pronto contarÔs otras.
Ignasi Giró (@ignasigiro) es físico, creativo y socio fundador de Honest&Smile y Regalador
 

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Opiniones 2
  • Mientras leĆ­a tu historia me imaginaba la charla de ese pequeƱo al que describes.
    SentĆ­ tambiĆ©n algunas de las emociones. Es increĆ­ble cómo, conforme pasa el tiempo y nos volvemos mĆ”s “sofisticados” olvidamos la inocencia en lo que hacemos y situaciones como esta nos hacen recordar que, por ejemplo, en una buena presentación, mĆ”s allĆ” de las tĆ©cnicas, lo que siempre serĆ” mĆ”s importante, es una buena historia, bien contada y bien sentida
    Esteban
    Crónicas del Profesional Exitoso

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