La historiadora del arte Anatxu Zabalbeascoa repasa en Chairs. Historia de la silla la evolución de este objeto cotidiano, desde un modelo egipcio de 2.300 años antes de Cristo hasta una pieza de Andreu World de 2016. Entremedias, un trono, butacas Ming, sillas Imperio, la mecedora Shaker, diseños del matrimonio Eames o la silla Hill House de Mackintosh.
En total, mÔs de 100 ejemplos recopilados en un libro en el que esta periodista especializada en arquitectura aborda desde los aspectos estéticos de la silla hasta su significado simbólico o su contexto histórico. Un trabajo que deja claro que una silla es mucho mÔs que cuatro patas y un respaldo.

La rueda es uno de los grandes logros de la humanidad. Nadie sabe el autor de semejante genialidad, pero lo mƔs probable es que la inventase sentado.
SegĆŗn explica Jorge Wagensberg en el prólogo de Chairs, Ā«sentarse permite mantener la verticalidad en una posición fĆsica de descansoĀ». AdemĆ”s, lo hace relajando Ā«el mĆ”ximo nĆŗmero de mĆŗsculos compatible con una capacidad razonable para usar el cerebro y las manos a favor de una enorme diversidad de subvenciones Ćŗtiles para vivirĀ».
A continuación, el cientĆfico nombra muchas acciones distintas. Desde comer, beber y excretar, a conducir, montar en bicicleta, trabajar, jugar a las cartas, asistir al teatro e incluso ser atendido, por ejemplo, por un dentista.

Una vez que el ser humano descubrió que estar sentado resultaba tan saludable y versĆ”til, era cuestión de tiempo que comenzase a aplicar su talento y habilidades para diseƱar lugares en los que sentarse. Objetos algo mĆ”s elaborados y ornamentados que la tĆpica piedra, el tocón o el suelo y que pudieran ser incorporados facilmente al entorno domĆ©stico.
En palabras de Anatxu Zabalbeascoa, Ā«la silla es el objeto mĆ”s diseƱado de la era moderna. Y, sin embargo, es tambiĆ©n el objeto que mĆ”s se sigue diseƱandoĀ». La evolución de la silla es, en cierta manera, la evolución de la humanidad. AdemĆ”s de recoger los gustos y el espĆritu de la Ć©poca en la que surgen, de la atenta observación de una silla es posible saber muchas cosas de la sociedad en la que se diseñó.

Un sillón Savonarola del siglo XV fabricado artesanalmente en, por ejemplo, AcapĆŗ, indica que Europa ya habĆa establecido vĆas comerciales con AmĆ©rica. La silla Calvet de GaudĆ, tallada en roble, demuestra que la industrialización aĆŗn no estaba de todo desarrollada cuando trabajaba el arquitecto catalĆ”n. El Modelo 14 de Michel Thonet, sin embargo, es la primera silla fabricada en serie, una decisión que, en plena revolución industrial, provocó no pocas protestas de los trabajadores porque perdĆan el contacto con el producto final. Por Ćŗltimo, si la silla es de plĆ”stico no serĆ” de los 70, dĆ©cada marcada por la crisis del petróleo, sino de los 60, una Ć©poca en la que el plĆ”stico era tan ecológico como sano era fumar.
La evolución de la silla tambiĆ©n estĆ” sujeta al zeitgeist de la Ć©poca en la que surgen. En los aƱos cuarenta del siglo XX, el diseƱo militar descubrió que hay una estrecha relación entre el cuerpo humano y la mĆ”quina. Esta conclusión permitió que se comenzaran a enunciar las teorĆas ergonómicas para que la adecuación entre una y otro fuera óptima. A partir de entonces, los diseƱadores se esforzaron en crear la silla perfecta.
Poco despuĆ©s, muchas de esas sillas cayeron en el olvido por un sencillo razonamiento al que esos mismos diseƱadores, de no haber estado tanto tiempo diseƱando sillas perfectas, habrĆan llegado: si cada individuo es diferente en lo que se refiere a peso, altura y otros aspectos anatómicos, es imposible que una misma silla valga para todos ellos.
Tampoco corrieron mejor suerte aquellos que, a finales del siglo XX, se inspiraron por movimientos como el ecologismo. Sus diseƱos, con retales de tela o restos de maderas, no pasaron de ser experimentos bienintencionados difĆciles de conciliar con los reducidos espacios de las casas de la Ć©poca y con las necesidades o sueldos de sus moradores.


Definitivamente, cuando cambia la sociedad, cambian sus sillas. Los palacetes de la nobleza y la burguesĆa tenĆan mĆŗltiples estancias, cada una de las cuales necesitaba una silla diseƱada expresamente para ese espacio. En la actualidad, las sillas domĆ©sticas son sencillamente sillas, sin apellidos como Ā«de comedorĀ», Ā«de cocinaĀ», Ā«de salónĀ», Ā«de despachoĀ»… Como mucho, el consumidor medio distingue en su hogar entre Ā«sillasĀ» y Ā«sillas de jardĆnĀ». Cuando eso sucede, mejor que estas Ćŗltimas sean ligeras, baratas y apilables porque, quien dice jardĆn, dice terraza.
Finalmente, y despuĆ©s de siglos diseƱando y produciendo sillas, en la actualidad las compaƱĆas fabricantes han apostado por lo funcional y permanente. Piezas bien diseƱadas, duraderas y asequibles. En definitiva, clĆ”sicos en el sentido que del tĆ©rmino hace el diseƱador Miguel MĆa: Ā«aquello que acompaƱa y no molestaĀ».


De esta forma, sillas como la Ed Archer de Philip Stark, la Consumerās Rest de Schreiner, la Rover de Ron Arad, la First de De Lucchi o el Banco Marshmallow de George Nelson quedan como ejemplos de grandes trabajos a los que, al igual que la silla egipcia, se les ha pasado el momento. Como explica Anatxu Zabalbeascoa, hoy en dĆa solo Ā«cuando de verdad dan con una innovación las compaƱĆas presentan novedades en las ferias internacionalesĀ».
Después de siglos construyendo sillas sin quedar del todo convencida, parece que la humanidad ha encontrado finalmente aquello que mejor satisface sus necesidades que, por cierto, son muchas y complejas, pues abarcan desde la estética, hasta los materiales, el precio, la disponibilidad de espacio o el peso. Igual que la silla no son cuatro patas y un respaldo, las necesidades humanas en lo que a ellas se refiere no se limitan únicamente a descansar las posaderas.



EstudiĆ© diseƱo industrial en la Ibero a finales del los 70Ā“s, y como muchos hemos diseƱado una silla que efectivamente se adapta a la cultura y los materiales que tenĆamos a la mano. Gracias por hacer esta recopilación. Un saludo afectuoso.
Comentarios cerrados.