10 de octubre 2012    /   IDEAS
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IndĂ­genas FĂștbol Club

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En medio de la sierra, entre militares y guerrilleros, donde cada dĂ­a hay un enfrentamiento entre los grupos armados y donde las oportunidades son escasas, unos jĂłvenes juegan al fĂștbol. DetrĂĄs de ellos se alcanzan a ver decenas de hojas de coca, de las que mĂĄs tarde se podrĂĄ hacer cocaĂ­na, asĂ­ como varios invernaderos que resguardan los plantĂ­os de marihuana que proliferan en la zona.

Los chicos, indĂ­genas nasas, solo observan el balĂłn y se preocupar por marcar gol. En las veredas de Corintos (Valle del Cauca, Colombia) el deporte rey se ha convertido en sinĂłnimo de autonomĂ­a y oportunidad para estos jĂłvenes, que pertenecen a una de las mayores comunidades indĂ­genas en el paĂ­s.

El Chachaluala FC es el equipo del Valle del Cauca y representa al pueblo nasa, que durante años ha luchado por el reconocimiento de su identidad. El fĂștbol se ha convertido en una manera de hacerlo, explica Julio Tumbo, gobernador del cabildo de Corintos y miembro del Consejo Regional IndĂ­gena del Cauca.

“A travĂ©s de este equipo nos reconocemos como un grupo con identidad cultural, que participa y es incluido a nivel nacional. A travĂ©s del deporte estamos tratando de fomentar que los jĂłvenes participen en actividades sanas y busquen otra manera de subsistir mĂĄs allĂĄ de los cultivos ilĂ­citos y de ser reclutados por grupos como las FARC o los paramilitares”.

Este año, el club de fĂștbol pretende enviar a cuatro futbolistas a entrenar a Argentina, despuĂ©s de participar en olimpiadas a nivel nacional con otros equipos en CĂĄrtago y Cali.

La lucha por la reivindicaciĂłn de las comunidades autĂłctonas en un paĂ­s con mĂĄs de 80 etnias, ha roto cualquier estigma. Clubes como el UniĂłn Magdalena, de la primera divisiĂłn, han suscrito recientemente acuerdos para apoyar el deporte en etnias como la Wayuu, de la Guajira –frontera norte con Venezuela– donde futbolistas profesionales enseñan a los jĂłvenes a jugar fĂștbol.

“Queremos llegar a las comunidades de bajos ingresos, especialmente las indĂ­genas, para ayudarles en la reivindicaciĂłn de sus pueblos, ademĂĄs de servir como un impulso al deporte y a la artesanĂ­a”, comenta Enrique GarcĂ­a, presidente ejecutivo de la CorporaciĂłn Andina de Fomento, que participa en esta iniciativa.

El proyecto, llamado FĂștbol y Desarrollo Social Integral, estĂĄ basado en la experiencia de academias de fĂștbol en BolivĂ­a y PerĂș. Consiste en entrenar durante 12 meses a los jĂłvenes y darle seguimiento a aquellos nuevos talentos para incorporarlos en las divisiones inferiores del UniĂłn Magdalena.

El fĂștbol en los paĂ­ses con grandes comunidades indĂ­genas como la regiĂłn andina, ha servido como instrumento de cohesiĂłn social sobre todo en aquellas zonas olvidadas por sus propios gobiernos. En Colombia, donde la poblaciĂłn indĂ­gena asciende a 1.400.000 personas, el caso de los wayuu y los nasas ha inspirado a otros grupos como los awĂĄs, ubicados en la frontera con Ecuador.

“Estamos en conversaciones para que podamos formar un club de fĂștbol parecido. Hemos visto que esta idea tiene una doble funciĂłn: la social para formar personas y reconocer la identidad cultural de nuestros pueblos, y la deportiva, para pulir diamantes en grupo y que algĂșn dĂ­a puedan llegar al fĂștbol profesional”, afirma Pedro Builes, representante awĂĄ.

En medio de la sierra, entre militares y guerrilleros, donde cada dĂ­a hay un enfrentamiento entre los grupos armados y donde las oportunidades son escasas, unos jĂłvenes juegan al fĂștbol. DetrĂĄs de ellos se alcanzan a ver decenas de hojas de coca, de las que mĂĄs tarde se podrĂĄ hacer cocaĂ­na, asĂ­ como varios invernaderos que resguardan los plantĂ­os de marihuana que proliferan en la zona.

Los chicos, indĂ­genas nasas, solo observan el balĂłn y se preocupar por marcar gol. En las veredas de Corintos (Valle del Cauca, Colombia) el deporte rey se ha convertido en sinĂłnimo de autonomĂ­a y oportunidad para estos jĂłvenes, que pertenecen a una de las mayores comunidades indĂ­genas en el paĂ­s.

El Chachaluala FC es el equipo del Valle del Cauca y representa al pueblo nasa, que durante años ha luchado por el reconocimiento de su identidad. El fĂștbol se ha convertido en una manera de hacerlo, explica Julio Tumbo, gobernador del cabildo de Corintos y miembro del Consejo Regional IndĂ­gena del Cauca.

“A travĂ©s de este equipo nos reconocemos como un grupo con identidad cultural, que participa y es incluido a nivel nacional. A travĂ©s del deporte estamos tratando de fomentar que los jĂłvenes participen en actividades sanas y busquen otra manera de subsistir mĂĄs allĂĄ de los cultivos ilĂ­citos y de ser reclutados por grupos como las FARC o los paramilitares”.

Este año, el club de fĂștbol pretende enviar a cuatro futbolistas a entrenar a Argentina, despuĂ©s de participar en olimpiadas a nivel nacional con otros equipos en CĂĄrtago y Cali.

La lucha por la reivindicaciĂłn de las comunidades autĂłctonas en un paĂ­s con mĂĄs de 80 etnias, ha roto cualquier estigma. Clubes como el UniĂłn Magdalena, de la primera divisiĂłn, han suscrito recientemente acuerdos para apoyar el deporte en etnias como la Wayuu, de la Guajira –frontera norte con Venezuela– donde futbolistas profesionales enseñan a los jĂłvenes a jugar fĂștbol.

“Queremos llegar a las comunidades de bajos ingresos, especialmente las indĂ­genas, para ayudarles en la reivindicaciĂłn de sus pueblos, ademĂĄs de servir como un impulso al deporte y a la artesanĂ­a”, comenta Enrique GarcĂ­a, presidente ejecutivo de la CorporaciĂłn Andina de Fomento, que participa en esta iniciativa.

El proyecto, llamado FĂștbol y Desarrollo Social Integral, estĂĄ basado en la experiencia de academias de fĂștbol en BolivĂ­a y PerĂș. Consiste en entrenar durante 12 meses a los jĂłvenes y darle seguimiento a aquellos nuevos talentos para incorporarlos en las divisiones inferiores del UniĂłn Magdalena.

El fĂștbol en los paĂ­ses con grandes comunidades indĂ­genas como la regiĂłn andina, ha servido como instrumento de cohesiĂłn social sobre todo en aquellas zonas olvidadas por sus propios gobiernos. En Colombia, donde la poblaciĂłn indĂ­gena asciende a 1.400.000 personas, el caso de los wayuu y los nasas ha inspirado a otros grupos como los awĂĄs, ubicados en la frontera con Ecuador.

“Estamos en conversaciones para que podamos formar un club de fĂștbol parecido. Hemos visto que esta idea tiene una doble funciĂłn: la social para formar personas y reconocer la identidad cultural de nuestros pueblos, y la deportiva, para pulir diamantes en grupo y que algĂșn dĂ­a puedan llegar al fĂștbol profesional”, afirma Pedro Builes, representante awĂĄ.

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