Cuando mencionan el centro de workaholics anónimos con el que contactaron, uno no puede evitar preguntarle de dónde era intuyendo que su ubicación estará en algún lugar del lejano oriente. Y los fotógrafos confirman los prejuicios al explicar que estaba en Hong Kong. «Es verdad que hay un componente cultural que explica algunas adicciones», concede Galindo, «pero se está diluyendo con los años por la globalización».
Respecto a la cirugÃa destacan que en China hay un canon muy definido y marcado, casi monolÃtico. Todas las mujeres quieren ajustarse al mismo y las operaciones no son sino un difuminador de personalidades en pos de esa imagen única. «Aunque bueno, igual ellas piensan lo mismo de las occidentales», reflexiona Galindo. Es este uno de los puntos fuertes de It’s a Wonderful Life, que hace pensar y reflexionar, incluso a sus autores.
Antes de la vida tal y como la entendemos estaba el aburrimiento cósmico. Asà es como el bioquÃmico Carlos López OtÃn se refiere a la existencia, plana e infinita, de los organismos unicelulares que poblaron la tierra durante miles de millones de años. La vida, tal y como la conocemos, surgió cuando estos organismos decidieron agruparse en seres pluricelulares. Pero con la vida llegó la muerte y estos nuevos organismos se enfrentaron por primera vez a una existencia finita. Fue la necesidad de conexión lo que hizo que surgieran la vida y la muerte.
It’s a Wonderful Life arranca desgranando esta teorÃa bioquÃmica, para enlazar con la idea de que nuestra necesidad de conectar nos lleva muchas veces a la destrucción. «Cuando leÃmos todo esto en una entrevista que le hicieron el El PaÃs Semanal nos estalló la cabeza», comenta Simón. «Nuestro trabajo habla de eso, de la necesidad de conectar, por eso nos cuadraba. Además, nos gusta vernos como eso, un universo de bichitos en donde pasan cosas más allá de tu voluntad».
Cuando mencionan el centro de workaholics anónimos con el que contactaron, uno no puede evitar preguntarle de dónde era intuyendo que su ubicación estará en algún lugar del lejano oriente. Y los fotógrafos confirman los prejuicios al explicar que estaba en Hong Kong. «Es verdad que hay un componente cultural que explica algunas adicciones», concede Galindo, «pero se está diluyendo con los años por la globalización».
Respecto a la cirugÃa destacan que en China hay un canon muy definido y marcado, casi monolÃtico. Todas las mujeres quieren ajustarse al mismo y las operaciones no son sino un difuminador de personalidades en pos de esa imagen única. «Aunque bueno, igual ellas piensan lo mismo de las occidentales», reflexiona Galindo. Es este uno de los puntos fuertes de It’s a Wonderful Life, que hace pensar y reflexionar, incluso a sus autores.
Antes de la vida tal y como la entendemos estaba el aburrimiento cósmico. Asà es como el bioquÃmico Carlos López OtÃn se refiere a la existencia, plana e infinita, de los organismos unicelulares que poblaron la tierra durante miles de millones de años. La vida, tal y como la conocemos, surgió cuando estos organismos decidieron agruparse en seres pluricelulares. Pero con la vida llegó la muerte y estos nuevos organismos se enfrentaron por primera vez a una existencia finita. Fue la necesidad de conexión lo que hizo que surgieran la vida y la muerte.
It’s a Wonderful Life arranca desgranando esta teorÃa bioquÃmica, para enlazar con la idea de que nuestra necesidad de conectar nos lleva muchas veces a la destrucción. «Cuando leÃmos todo esto en una entrevista que le hicieron el El PaÃs Semanal nos estalló la cabeza», comenta Simón. «Nuestro trabajo habla de eso, de la necesidad de conectar, por eso nos cuadraba. Además, nos gusta vernos como eso, un universo de bichitos en donde pasan cosas más allá de tu voluntad».