No obstante, existen pistas que ayudan a creer la historia. Aunque no hay forma de saber si los soldados que se recuperaban del impacto de la guerra en sus cerebros de verdad pasaban los dĆas leyendo Sentido y sensibilidad, sĆ se sabe que los libros de la autora eran lectura habitual en las trincheras.
Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva y fan declarado de Austen, publicó en 1926 un relato posiblemente inspirado en todas estas historias. En The Janeites, un excombatiente de la guerra cuenta cómo durante el conflicto entró en contacto con una especie de hermandad secreta de soldados unidos por su amor a la autora de Emma.
Ćl mismo āde clase baja y ajeno al universo literario de Austenā se convierte en un janeite completo; de hecho, moverse de pronto en un mundo de referencias a las obras de la escritora acaba por salvarle la vida.
Se trataba de un servicio de suscripción, gratuito para los soldados, que funcionó entre octubre de 1942 y septiembre de 1943. En realidad fue un fracaso comercial para Penguin (aunque volvió a intentarlo en 1945), pero su idea fue aprovechada y mejorada por otras editoriales como Collins y Guild Books, que empezaron con sus ediciones especiales a mediados de 1943.
Entre las novelas distribuidas por Penguin a los soldados, estaban Persuasión y La abadĆa de Northanger.
Autores como el propio Kipling o Virginia Woolf dejaron por escrito que habĆan vuelto a leer a Austen durante esos aƱos, y Winston Churchill, que leyó Orgullo y prejuicio en diciembre de 1943 mientras pasaba una neumonĆa, reflexionó sobre las Ā«vidas calmadasĀ» de los personajes, a los que no parecĆan afectar ni la Revolución francesa ni las guerras napoleónicas.
Esa calma ajena a los conflictos es precisamente una de las crĆticas principales que se le hacĆan a Jane Austen. Su paĆs estaba en guerra (las napoleónicas) y, sin embargo, los personajes de la autora siguen en ese mundo aparentemente inmutable, preocupados solo, como se maravillaba Churchill, por los Ā«modalesĀ» que controlaban las pasiones naturales.
No obstante, existen pistas que ayudan a creer la historia. Aunque no hay forma de saber si los soldados que se recuperaban del impacto de la guerra en sus cerebros de verdad pasaban los dĆas leyendo Sentido y sensibilidad, sĆ se sabe que los libros de la autora eran lectura habitual en las trincheras.
Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva y fan declarado de Austen, publicó en 1926 un relato posiblemente inspirado en todas estas historias. En The Janeites, un excombatiente de la guerra cuenta cómo durante el conflicto entró en contacto con una especie de hermandad secreta de soldados unidos por su amor a la autora de Emma.
Ćl mismo āde clase baja y ajeno al universo literario de Austenā se convierte en un janeite completo; de hecho, moverse de pronto en un mundo de referencias a las obras de la escritora acaba por salvarle la vida.
Se trataba de un servicio de suscripción, gratuito para los soldados, que funcionó entre octubre de 1942 y septiembre de 1943. En realidad fue un fracaso comercial para Penguin (aunque volvió a intentarlo en 1945), pero su idea fue aprovechada y mejorada por otras editoriales como Collins y Guild Books, que empezaron con sus ediciones especiales a mediados de 1943.
Entre las novelas distribuidas por Penguin a los soldados, estaban Persuasión y La abadĆa de Northanger.
Autores como el propio Kipling o Virginia Woolf dejaron por escrito que habĆan vuelto a leer a Austen durante esos aƱos, y Winston Churchill, que leyó Orgullo y prejuicio en diciembre de 1943 mientras pasaba una neumonĆa, reflexionó sobre las Ā«vidas calmadasĀ» de los personajes, a los que no parecĆan afectar ni la Revolución francesa ni las guerras napoleónicas.
Esa calma ajena a los conflictos es precisamente una de las crĆticas principales que se le hacĆan a Jane Austen. Su paĆs estaba en guerra (las napoleónicas) y, sin embargo, los personajes de la autora siguen en ese mundo aparentemente inmutable, preocupados solo, como se maravillaba Churchill, por los Ā«modalesĀ» que controlaban las pasiones naturales.
Me ha encantado. Ya me gustaba Jane Austen pero ahora me gusta mƔs
A Jane Austen hay que leerla siempre, en tiempos de guerra y de paz.
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