6 de noviembre 2012    /   DIGITAL
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Kenia, referente en innovación #informaleconomy

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Cuando oímos hablar de innovación parece inevitable pensar en espacios limpios, asépticos, ordenados. Laboratorios, ordenadores, robots. Norteamérica, Japón, Alemania. Es evidente que Kenia no aparece asociada a ninguno de estos conceptos en nuestros mapas mentales. ¿Qué ha ocurrido entonces para que se hayan convertido en un referente mundial de la innovación?

Cualquiera que haya viajado al paĆ­s, lo haya visto en algĆŗn documental o, simplemente, haya echado un vistazo a una guĆ­a de Lonely Planet (donde su capital es rebautizada como ā€˜Nairobbery’), se habrĆ” dado cuenta de que Kenia, como la inmensa mayorĆ­a de los paĆ­ses en vĆ­as de desarrollo, es, por decirlo suavemente, informal.

Informal, como la manera de ganarse la vida de la mayoría de su población que subsiste con ingresos irregulares e imprevisibles. Piezas de coche sueltas, cigarros vendidos por unidades, artesanía para turistas, DVDs piratas, comercio con cabras, y todo tipo de mercancías sin recibos. Una vasta economía sumergida que escapa al control gubernamental y al PIB.

Y es aquĆ­, en el caos, donde surge el ingenio, dando sentido al tĆ©rmino ā€˜EconomĆ­a Informal’, acuƱado en los ā€˜70 por el antropólogo Keith Hart. Este contexto es un caldo de cultivo excelente para la innovación, la observación y el anĆ”lisis. Como afirman Alexa Clay y Kyara Maya Phillips —autoras del libro The Misfit Economy, que serĆ” publicado en 2013— es precisamente de ā€œlos gangsters, los agitadores, los hackers, los falsificadores, los fanĆ”ticos, lo escondido, los estafadores y los provocadores de quienes tenemos que aprenderā€.

El servicio keniano M-PESA, un referente (o un jaque) para la banca mundial

M-PESA (ā€˜M’ de móvil, ā€˜pesa’, en swahili, ā€˜dinero’) es un producto de telefonĆ­a que, en sus inicios, fue diseƱado para permitir recibir microcrĆ©ditos a travĆ©s de la omnipresente red de distribución de recargas móviles de Safaricom, una filial de Vodafone. Este sistema permitirĆ­a reducir costes a las instituciones de microfinanzas, ofreciendo prĆ©stamos mĆ”s competitivos a los beneficiarios kenianos.

Sin embargo, cuando los primeros usuarios lo probaron, la herramienta fue empleada de maneras diferentes, lo que llevó a sus propietarios a redefinir el servicio y a adecuarlo a dichos usos. Realizar pagos a través del móvil, enviar y recibir dinero, y retirar efectivo en cajeros y distribuidores de Safaricom son sus principales usos en la actualidad. Es decir, hoy, M-PESA sirve para realizar transacciones bancarias sin necesitar al banco.

Han inventado nada menos que una forma de saltarse a uno de los principales agentes económicos. Y lo han hecho casi sin querer, como meros emprendedores involuntarios.

Su Ć©xito ha sido tal que ya es un fenómeno de masas: ā€œEn apenas cinco aƱos de vida estĆ” siendo usado por el 80% de la poblaciónā€, segĆŗn afirma el consultor en dinero móvil Ignacio Mas, lo que estĆ” permitiendo una alta ā€œinclusión socioeconómicaā€.

Los pagos móviles son ahora ā€œel pulso de Keniaā€, explica Ben Lyon, VP de KopoKopo, empresa colaboradora de Safaricom. Antes de existir el dinero móvil ā€œera muy difĆ­cil saber cuĆ”nto dinero circulaba en el sector informal, pero ahora podemos monitorizar estos datos para tomar decisiones polĆ­ticasā€, argumenta Njuguna Ndung’u, Gobernador del Banco Central de Kenia.

Este es un claro ejemplo de formalización de una economĆ­a informal. Pero, sobre todo, es un ejemplo notable —que no aislado— del que tenemos mucho que aprender sobre la manera en que resuelven problemas en aquellos entornos donde el concepto de crisis es permanente.

Ahora que la incertidumbre, la volatilidad, el riesgo y la absoluta pérdida de confianza en las instituciones públicas, políticas y financieras se han instalado en Occidente, quizÔ sea buen momento para empezar a fijarnos en otros referentes mÔs acostumbrados a convivir con estas circunstancias.

@JesusRevuelta es director creativo en DoubleYou

Enlaces para profundizar:
Informal Economy Blog
The Misfit Economy
The Power of the Informal Economy

Fotos: Emilsjoblom FlickrĀ bajo lic. CC,Ā DFID

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Cuando oímos hablar de innovación parece inevitable pensar en espacios limpios, asépticos, ordenados. Laboratorios, ordenadores, robots. Norteamérica, Japón, Alemania. Es evidente que Kenia no aparece asociada a ninguno de estos conceptos en nuestros mapas mentales. ¿Qué ha ocurrido entonces para que se hayan convertido en un referente mundial de la innovación?

Cualquiera que haya viajado al paĆ­s, lo haya visto en algĆŗn documental o, simplemente, haya echado un vistazo a una guĆ­a de Lonely Planet (donde su capital es rebautizada como ā€˜Nairobbery’), se habrĆ” dado cuenta de que Kenia, como la inmensa mayorĆ­a de los paĆ­ses en vĆ­as de desarrollo, es, por decirlo suavemente, informal.

Informal, como la manera de ganarse la vida de la mayoría de su población que subsiste con ingresos irregulares e imprevisibles. Piezas de coche sueltas, cigarros vendidos por unidades, artesanía para turistas, DVDs piratas, comercio con cabras, y todo tipo de mercancías sin recibos. Una vasta economía sumergida que escapa al control gubernamental y al PIB.

Y es aquĆ­, en el caos, donde surge el ingenio, dando sentido al tĆ©rmino ā€˜EconomĆ­a Informal’, acuƱado en los ā€˜70 por el antropólogo Keith Hart. Este contexto es un caldo de cultivo excelente para la innovación, la observación y el anĆ”lisis. Como afirman Alexa Clay y Kyara Maya Phillips —autoras del libro The Misfit Economy, que serĆ” publicado en 2013— es precisamente de ā€œlos gangsters, los agitadores, los hackers, los falsificadores, los fanĆ”ticos, lo escondido, los estafadores y los provocadores de quienes tenemos que aprenderā€.

El servicio keniano M-PESA, un referente (o un jaque) para la banca mundial

M-PESA (ā€˜M’ de móvil, ā€˜pesa’, en swahili, ā€˜dinero’) es un producto de telefonĆ­a que, en sus inicios, fue diseƱado para permitir recibir microcrĆ©ditos a travĆ©s de la omnipresente red de distribución de recargas móviles de Safaricom, una filial de Vodafone. Este sistema permitirĆ­a reducir costes a las instituciones de microfinanzas, ofreciendo prĆ©stamos mĆ”s competitivos a los beneficiarios kenianos.

Sin embargo, cuando los primeros usuarios lo probaron, la herramienta fue empleada de maneras diferentes, lo que llevó a sus propietarios a redefinir el servicio y a adecuarlo a dichos usos. Realizar pagos a través del móvil, enviar y recibir dinero, y retirar efectivo en cajeros y distribuidores de Safaricom son sus principales usos en la actualidad. Es decir, hoy, M-PESA sirve para realizar transacciones bancarias sin necesitar al banco.

Han inventado nada menos que una forma de saltarse a uno de los principales agentes económicos. Y lo han hecho casi sin querer, como meros emprendedores involuntarios.

Su Ć©xito ha sido tal que ya es un fenómeno de masas: ā€œEn apenas cinco aƱos de vida estĆ” siendo usado por el 80% de la poblaciónā€, segĆŗn afirma el consultor en dinero móvil Ignacio Mas, lo que estĆ” permitiendo una alta ā€œinclusión socioeconómicaā€.

Los pagos móviles son ahora ā€œel pulso de Keniaā€, explica Ben Lyon, VP de KopoKopo, empresa colaboradora de Safaricom. Antes de existir el dinero móvil ā€œera muy difĆ­cil saber cuĆ”nto dinero circulaba en el sector informal, pero ahora podemos monitorizar estos datos para tomar decisiones polĆ­ticasā€, argumenta Njuguna Ndung’u, Gobernador del Banco Central de Kenia.

Este es un claro ejemplo de formalización de una economĆ­a informal. Pero, sobre todo, es un ejemplo notable —que no aislado— del que tenemos mucho que aprender sobre la manera en que resuelven problemas en aquellos entornos donde el concepto de crisis es permanente.

Ahora que la incertidumbre, la volatilidad, el riesgo y la absoluta pérdida de confianza en las instituciones públicas, políticas y financieras se han instalado en Occidente, quizÔ sea buen momento para empezar a fijarnos en otros referentes mÔs acostumbrados a convivir con estas circunstancias.

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