La sombra es un bien escaso en el distrito de Kibera, en Nairobi (Kenia). Cualquier instalaciĂłn que proyecte una sombra, por mĂnima que sea, es una bendiciĂłn para los que frecuentan la zona. De ahĂ que el edificio para la escuela Hamlets, que el estudio español SelgaCano erigiĂł el pasado verano, congregue no sĂłlo a profesores y alumnos.
Aunque la sombra, desafortunadamente, no es lo Ășnico de lo que carece el suburbio keniano, uno de los mayores y mĂĄs pobres de Ăfrica. La falta de infraestructuras y saneamiento embiste a los que lo visitan por primera vez.
«La impresiĂłn fue desoladora», explica a Yorokobu JosĂ© Selgas, del estudio de arquitectura SelgasCano. Selgas, junto a LucĂa Cano, el otro 50% del estudio, visitaron la zona tras la invitaciĂłn del fotĂłgrafo Iwan Baan. No se trataba de una visita turĂstica. Baan querĂa que conocieran in situ el proyecto educativo de Kibera Hamlets School, la escuela nacida originalmente como club de fĂștbol en 2004, y que a lo largo de estos años ha ido creciendo como escuela gracias a las donaciones.
Lo que encontraron dentro de ella no mejoraba mucho la impresiĂłn que se habĂan llevado del exterior. «DisponĂa de un gran patio que ocupaba mĂĄs de la mitad del edificio en el que, al igual que en las calles del barrio, habĂa basura por todas partes. Tampoco disponĂa de sumidero, por lo que, teniendo en cuenta lo que llueve en Nairobi, no nos imaginĂĄbamos cĂłmo se podĂa dar clase los dĂas de lluvia».
HabĂa transcurrido poco tiempo despuĂ©s de aquella visita cuando SelgasCano recibiĂł la llamada de Louisiana Museum de Copenhague. El trabajo que el estudio de arquitectos españoles habĂa realizado para el centro de vacunaciones en Turkana, en el norte de Kenia, habĂa entusiasmo tanto al museo de arte moderno danĂ©s que este les solicitĂł una estructura similar que debĂa ser instalada en su patio central como parte de una exposiciĂłn sobre el continente africano.
«No acabĂĄbamos de entender el encargo. Las temperaturas que se alcanzan en Turkana superan con creces a las que se dan en Dinamarca. Es un edificio abierto, pensado para una zona con mucha luz y calor. No tenĂa sentido en Dinamarca».
Por eso les propusieron hacer algo distinto y que, a su vez, pudiera servir para la escuela que acabañan de visitar en Kibera. «Se trataba de crear un edificio que pudiera utilizarse durante aquel verano en Louisiana y, una vez acabada la temporada, pudiéramos trasladar a Nairobi».

El museo aceptĂł la propuesta, por lo que, una vez terminada la temporada estival, la estructura del edificio viajĂł a Kenia. SelgasCano, junto al estudio neoyorquino Helloeverything, llevĂł a cabo la instalaciĂłn de la estructura en Nairobi. El proyecto, ademĂĄs, contĂł con la colaboraciĂłn del arquitecto local Abdul Fatah Adam, asĂ como del estudio creativo londinense Second Home y el propio Iwan Baan.
La estructura de la nueva Kibera Hamlets School destaca por su sencillez: «Cumple los requisitos necesarios para cubrir las necesidades que detectamos en la escuela: dispone de un sistema de drenaje para que el agua de la lluvia no se estanque, es capaz de dejar pasar la luz del sol y cubre el patio, antes totalmente abierto».


El proyecto tambiĂ©n incluye una nueva escalera que sustituye a la anterior («cuatro palos por los que un adulto de tamaño medio no podĂa subir con unas mĂnimas garantĂas de seguridad») y sirve, a su vez, de graderĂo.


Todo, aseguran desde el estudio, se ha hecho de forma sencilla pero muy cuidada. «Y eso la gente de allà lo valora porque, a pesar de las carencias, casi todo el mundo dispone de un móvil con el que estå conectado al mundo, por lo que saben apreciar la calidad de las cosas».
Con materiales baratos (conglomerado, policarbonato y componentes de andamios eståndar) se lograron rehabilitar una docena de clases, una zona de oficinas, aseos y una pequeña cocina. Las planchas de policarbonato ondulado que no se utilizaron en la construcción «volaron» enseguida, asegura Selgas «La gente de la zona sabe que es un material resistente, que aguanta bien el calor y es fåcil de montar y desmontar, asà que se las llevaban para utilizarlas en sus casas».


Los 25.000 dĂłlares de coste total aproximado del proyecto han servido para mejorar el dĂa a dĂa de unos 600 niños de la zona, pero tambiĂ©n para el de muchos de sus vecinos. «Una vez que terminaba la jornada laboral, los trabajadores que nos ayudaron a levantar la estructura se quedaban allĂ. La otra opciĂłn era soportar la solanera en la calle. AdemĂĄs, la luz del edificio ilumina la zona por la noche. Es como el faro del barrio».
Pese a ello, Selgas prefiere no hablar de proyecto humanitario. «No se trata de nada de eso. SĂłlo querĂamos mejorar las condiciones de la escuela», explicaba Selgas a Dezeen.


Fotos: Iwan Baan