ĀæQuĆ© ocurrirĆa si hoy mismo te quedaras sin nada? Aunque a menudo los medios de comunicación muestran a los refugiados como cifras y masa, hay en cada uno de ellos una historia, un crujido en mitad de la vida que se llena de las esperanzas y los miedos propios de las despedidas. Los nĆŗmeros y los rasgos que se difuminan entre el tumultoĀ llevan al espectador a olvidar que son como ellos y que nadie estĆ” a salvo de que su vida cambie de la noche a la maƱana.
Francesca Sanna llevaba tiempo discutiendo con amigos y compaƱeros sobre la inmigración y los derechos de los refugiados. En Suiza continuó con la misma discusión que se habĆa convertido en una constante en su vida antes de dejar Italia. Hoy, ella misma se considera inmigrante.Ā Ā«Todo el mundo opinaba sin saber lo que es la migración forzada y sin saber exactamente quĆ© es un refugiadoĀ», explica a Yorokobu.


La ilustradoraĀ habĆa empezado a investigar sobre migraciones, pero fueron los primeros murmullos de la crisis de los refugiados lo que la empujó a querer entender en mayor profundidad la situación. Por eso, para conocerla desde dentro, comenzó a hacer entrevistas a sus protagonistas. Escuchó varias historias de huida y supervivenciaĀ que la motivaronĀ a escribir y dibujar El viaje, un cuento en el que explica la crisis de los refugiados a los niƱos de una forma tan amplia que podrĆa tener el mismo sentido en otro contexto.
Una familia que tiene que huir de una guerra protagoniza el cuento. Si el camino no es fĆ”cil, menos lo es la llegada. El viaje es una historia y son varias. Partiendo de todos los testimonios que ella misma habĆa ido recogiendo, dio forma a una historia y a unos personajes que podrĆan ser cualquiera.


En cada pÔgina del cuento, que recientemente publicó Impedimenta en un volumen de tapa dura y dibujos que recuerdan a Pérsépolis, el color es el mensaje. De repente, todo se vuelve negro o verde. De repente, llega el miedo, la muerte, o se abre una puerta a la esperanza. Asà funcionan los colores de Francesca Sanna.
Ā«Para los colores empecĆ© con una paleta muy oscura, aƱadiendo luz cuando la historia la tenĆaĀ» dice. Pero Sanna no sólo pensó hasta el mĆnimo detalle la paleta de color. Ā«TambiĆ©n pensĆ© mucho en la dirección de las acciones de la historia. Por ejemplo, cuando los personajes se estĆ”n yendo, lo hacen de la izquierda a la derecha, siguiendo la dirección de la lectura, pero cuando estĆ”n parados o tienen que huir de algo innatural como la guerra, van al contrario. En ese caso, la dirección es de derecha a izquierdaĀ», relata.

Lo que Francesca Sanna quiere que niƱos āy adultosā comprendan es que la suerte de los refugiados le puede tocar a cualquiera. Que un dĆa estĆ”s tranquilamente en casa viendo la tele y al dĆa siguiente no tienes tele, ni casa, ni paĆs, ni familia. Todo se vuelve negro como las primeras pĆ”ginas de El viaje en cualquier momento.
Ā«Escuchamos muchas historias ‘impactantes’ sobre paĆses muy lejanos, con ‘sus’ guerras, y leemos sobre ellos a diario. Y aun estando tan expuestos a esas historias horribles, el horror dura un minuto, quizĆ” dos, pero yo no creo que realmente haga que nos interese mĆ”s o podamos entender mejor la situación de una persona que tiene que dejar su tierraĀ», lamenta la autora de El viaje.
[pullquote author=”Francesca Sanna” tagline=”El viaje”]’Nuestro viaje aĆŗn no ha terminado’, nos dice mamĆ”. El mar infinito se extiende ante nuestros ojos y tenemos que atravesarlo. ĀæCómo lo conseguiremos?[/pullquote]
Para ella, el impacto de una historia es una barrera, una frontera que no podemos ver, porque Ā«pone distancia entre una persona con una vida ‘normal’ y esa historia. Nunca podrĆamos pensar que esto nos pasarĆa a nosotrosĀ». Por eso, no se dedicó a buscar historias impactantes y con fecha de caducidad corta desde el punto de vista mediĆ”tico, sino los puntos en comĆŗn que permitieran la empatĆa.
Pero, ademĆ”s, buscaba algo que estaba dentro de sĆ misma y escribió el libroĀ tanto para los niƱos como para ella porque necesitaba algo que le ayudase a comprender. Ā«Buscaba algo que me hiciese entender lo que serĆa estar asĆ y preguntarme a mĆ misma: ĀæY si esto me hubiera pasado a mĆ? EncontrĆ© muchas narraciones de ‘gente normal’ con ‘vidas normales’ que cambiaron completamente de un dĆa para otro. Eso fue lo que me llevó a querer contar estas historiasĀ».

ĀæDe quĆ© sirvió la imagen de un niƱo varado en una playa turca? Su imagen se reprodujo hasta la saciedad durante unos dĆas, se convirtió en la foto de cabecera de infinidad de perfiles en redes sociales. ĀæY quĆ© queda de ese niƱo? Impactó y, tal como llegó, se fue. Se borró. La impresión es efĆmera, y eso Francesca Sanna lo sabe.
Por eso, El viaje no se centra en ninguna historia en particular, sino que las mezcla y las resume todas a modo de collage porque todas tienen puntos en común, que son los mÔs importantes y elementales para empatizar con personajes sin nombre y no para dejarse impresionar.
«Creo que es muy importante hablar de este tema, asà como de otros temas de acutalidad, con los niños. Desde mi experiencia, he visto que ellos siempre tienen un montón de preguntas, y muy a menudo también sorprendentes percepciones y puntos de vista en los que nosotros ni siquiera pensamos», explica.

La autora busca una especie de diÔlogo con los niños, que al menos, desde casa, se hagan preguntas y aporten a sus mayores todo eso que a menudo no percibimos. Sanna ni siquiera tiene grandes pretensiones con una ópera prima que ya ha comenzado a acaparar prestigiosos premios como la Medalla de Oro de la Sociedad de Ilustradores de Nueva York. «Yo no quiero enviar un mensaje».
Tampoco cree que un libro pueda aportar ahora mismo ninguna solución a travĆ©s de su mensaje, asĆ que se conformarĆa con que su cuento sirviese para que las historias personales no sean olvidadas porque Ā«tras los nĆŗmeros y porcentajes que leemos siempre hay una historia Ćŗnica de cada persona representada por ese nĆŗmeroĀ».