9 de noviembre 2015    /   ENTRETENIMIENTO
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Los dados nacieron entre la la tibia y el peroné

9 de noviembre 2015    /   ENTRETENIMIENTO     por          
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A Sandra le dolĂ­a un pie y descubriĂ³ el origen de los dados. El lugar que le impedĂ­a caminar con normalidad no tenĂ­a nombre para ella y se conformaba con llamarlo pie. Por extensiĂ³n.
—¿AstrĂ¡galo? ¿QuĂ© es eso?—preguntĂ³.
SegĂºn el diccionario de la RAE: «Uno de los huesos del tarso, que estĂ¡ articulado con la tibia y el peroné». AsĂ­, mĂ¡s o menos, se lo explicĂ³ la doctora. Pero Sandra todavĂ­a no lograba imaginar ni quĂ© forma tenĂ­a.
—Es un hueso de seis caras. El de los animales se usaba para jugar a las tabas y leer el futuro —explicĂ³ la doctora tras una extensa descripciĂ³n cientĂ­fica.
—¡CuĂ¡ntas cosas!
—TĂº y yo hemos llegado a jugar con las tabas de plĂ¡stico. Pero esas no triunfaron mucho.
DespuĂ©s de la consulta, Sandra no dejaba de pensar en el astrĂ¡galo. Se preguntaba si, con un molesto pedazo de su pie, podrĂ­a echarse a los juegos de azar con Ă©xito. ComenzĂ³ a googlear y ahĂ­ estaba la sorpresa: el astrĂ¡galo es el precursor de los dados modernos. Concretamente, el de los animales.
dice-cng2646571
La forma desigual del astrĂ¡galo servĂ­a para distinguir la puntuaciĂ³n sin necesidad de numerar. Con el tiempo, los huesos se fueron alisando y en cada lado se añadĂ­a un valor, normalmente perforado. AsĂ­, fueron surgiendo los primeros dados de hueso.
Escribe Alejandro Ramos FolquĂ©s: «Parece ser que el dado se deriva del juego de los astrĂ¡galos, que se llamĂ³ en Grecia con este nombre, y entre los latinos, talus».
¿Azar? Sandra siguiĂ³ navegando en busca de respuestas que saciaran su curiosidad. En una pĂ¡gina web de etimologĂ­a, encontrĂ³ esto:
«La palabra azar viene del Ă¡rabe az-zahar que significaba primero ‘flor’ y luego se empleĂ³ para la marca que daba la suerte en la taba, que era el (hueso) astrĂ¡galo de un mamĂ­fero mediano, como una oveja o una cabra. En la taba, antecesor del dado cuadrado, se marcaba con una pequeña flor uno de sus lados, que era el que daba la suerte. En el juego que en Ă¡rabe y en otras lenguas de Oriente se llamĂ³ nard, en español tablas reales, en francĂ©s tric-trac y en inglĂ©s backgammon, el dado se llama zahrat an-nard, literalmente ‘la flor de las tablas reales’. El uso de az-zahr con el significado de dado hizo que en castellano se introdujera el arabismo azar con el significado del latĂ­n alea (ver aleatorio)».
Y, luego, esto:
«En Argentina, los dos lados de la taba eran llamados suerte y culo».
Pompeii_-_Osteria_della_Via_di_Mercurio_-_Dice_Players
SegĂºn HerĂ³doto, los lidios ya conocĂ­an el juego de los astrĂ¡galos (mĂ¡s de 400 años antes de Cristo) y ellos mismos se adjudicaban el invento del juego. El hambre, decĂ­an, les llevĂ³ a refugiarse en los juegos en aquel lugar que hoy es TurquĂ­a. Durante casi veinte años, dedicaban un dĂ­a a la semana a los juegos para no pensar en la comida que tanto echaban de menos.
Los astragalizantes (jugadores) eran tanto hombres como mujeres. AsĂ­ lo reflejan diversas obras escultĂ³ricas y pictĂ³ricas, como ‘Las jugadoras de osaletes’. Para algunos historiadores, el juego de las tabas podrĂ­a ser incluso de origen femenino.
dessin jeux et jouets - jeunes filles grecques jouant aux osselets
AdemĂ¡s del recreo, tambiĂ©n pudieron haber sido utilizados como amuletos y habrĂ­an servido para leer el futuro, entregados por un adivino. Los bantĂºes todavĂ­a buscan respuestas en los astrĂ¡galos. La astrogalomancia consistĂ­a en deducir un futuro en base a la letra que resultaba, y que se habĂ­a escrito en los lados del hueso.
En ‘Espiritualidad y pensamiento africanos’, Dominique Zahan escribe que entre los bantĂºes del sudeste africano, «cuando un individuo tiene la convicciĂ³n de poseer las cualidades requeridas para convertirse en adivino, parte en busca de los astrĂ¡galos necesarios. Cuando ha podido reunir diez de estos huesecillos, comienza a practicar la adivinaciĂ³n para sĂ­ mismo y para sus camaradas». Con ello, estos jĂ³venes no solo demuestran su vocaciĂ³n: tambiĂ©n empiezan a ahorrar para pagar sus estudios.

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A Sandra le dolĂ­a un pie y descubriĂ³ el origen de los dados. El lugar que le impedĂ­a caminar con normalidad no tenĂ­a nombre para ella y se conformaba con llamarlo pie. Por extensiĂ³n.
—¿AstrĂ¡galo? ¿QuĂ© es eso?—preguntĂ³.
SegĂºn el diccionario de la RAE: «Uno de los huesos del tarso, que estĂ¡ articulado con la tibia y el peroné». AsĂ­, mĂ¡s o menos, se lo explicĂ³ la doctora. Pero Sandra todavĂ­a no lograba imaginar ni quĂ© forma tenĂ­a.
—Es un hueso de seis caras. El de los animales se usaba para jugar a las tabas y leer el futuro —explicĂ³ la doctora tras una extensa descripciĂ³n cientĂ­fica.
—¡CuĂ¡ntas cosas!
—TĂº y yo hemos llegado a jugar con las tabas de plĂ¡stico. Pero esas no triunfaron mucho.
DespuĂ©s de la consulta, Sandra no dejaba de pensar en el astrĂ¡galo. Se preguntaba si, con un molesto pedazo de su pie, podrĂ­a echarse a los juegos de azar con Ă©xito. ComenzĂ³ a googlear y ahĂ­ estaba la sorpresa: el astrĂ¡galo es el precursor de los dados modernos. Concretamente, el de los animales.
dice-cng2646571
La forma desigual del astrĂ¡galo servĂ­a para distinguir la puntuaciĂ³n sin necesidad de numerar. Con el tiempo, los huesos se fueron alisando y en cada lado se añadĂ­a un valor, normalmente perforado. AsĂ­, fueron surgiendo los primeros dados de hueso.
Escribe Alejandro Ramos FolquĂ©s: «Parece ser que el dado se deriva del juego de los astrĂ¡galos, que se llamĂ³ en Grecia con este nombre, y entre los latinos, talus».
¿Azar? Sandra siguiĂ³ navegando en busca de respuestas que saciaran su curiosidad. En una pĂ¡gina web de etimologĂ­a, encontrĂ³ esto:
«La palabra azar viene del Ă¡rabe az-zahar que significaba primero ‘flor’ y luego se empleĂ³ para la marca que daba la suerte en la taba, que era el (hueso) astrĂ¡galo de un mamĂ­fero mediano, como una oveja o una cabra. En la taba, antecesor del dado cuadrado, se marcaba con una pequeña flor uno de sus lados, que era el que daba la suerte. En el juego que en Ă¡rabe y en otras lenguas de Oriente se llamĂ³ nard, en español tablas reales, en francĂ©s tric-trac y en inglĂ©s backgammon, el dado se llama zahrat an-nard, literalmente ‘la flor de las tablas reales’. El uso de az-zahr con el significado de dado hizo que en castellano se introdujera el arabismo azar con el significado del latĂ­n alea (ver aleatorio)».
Y, luego, esto:
«En Argentina, los dos lados de la taba eran llamados suerte y culo».
Pompeii_-_Osteria_della_Via_di_Mercurio_-_Dice_Players
SegĂºn HerĂ³doto, los lidios ya conocĂ­an el juego de los astrĂ¡galos (mĂ¡s de 400 años antes de Cristo) y ellos mismos se adjudicaban el invento del juego. El hambre, decĂ­an, les llevĂ³ a refugiarse en los juegos en aquel lugar que hoy es TurquĂ­a. Durante casi veinte años, dedicaban un dĂ­a a la semana a los juegos para no pensar en la comida que tanto echaban de menos.
Los astragalizantes (jugadores) eran tanto hombres como mujeres. AsĂ­ lo reflejan diversas obras escultĂ³ricas y pictĂ³ricas, como ‘Las jugadoras de osaletes’. Para algunos historiadores, el juego de las tabas podrĂ­a ser incluso de origen femenino.
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AdemĂ¡s del recreo, tambiĂ©n pudieron haber sido utilizados como amuletos y habrĂ­an servido para leer el futuro, entregados por un adivino. Los bantĂºes todavĂ­a buscan respuestas en los astrĂ¡galos. La astrogalomancia consistĂ­a en deducir un futuro en base a la letra que resultaba, y que se habĂ­a escrito en los lados del hueso.
En ‘Espiritualidad y pensamiento africanos’, Dominique Zahan escribe que entre los bantĂºes del sudeste africano, «cuando un individuo tiene la convicciĂ³n de poseer las cualidades requeridas para convertirse en adivino, parte en busca de los astrĂ¡galos necesarios. Cuando ha podido reunir diez de estos huesecillos, comienza a practicar la adivinaciĂ³n para sĂ­ mismo y para sus camaradas». Con ello, estos jĂ³venes no solo demuestran su vocaciĂ³n: tambiĂ©n empiezan a ahorrar para pagar sus estudios.

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