18 de noviembre 2015    /   DIGITAL
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La destilación de la realidad

18 de noviembre 2015    /   DIGITAL     por          
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”Yorokobu gratis en formato digital!

Lee gratis la revista PlacerĀ haciendo clic aquĆ­.

2015. Atentados en París. 129 muertos, 350 heridos. Últimos datos contrastados. Alrededor, millones de palabras digitales abruman, engañan, crean cizaña. Las menos, informan.

1991

Cenamos tarde con los bombardeos de Estados Unidos sobre Irak. Retransmisión de CNN para el mundo. En 625 líneas, luces verdes y destellos rojos sobre el cielo negro de Bagdad. De fondo, un locutor indica los autores de unas y otras luces. Ni una mención de las consecuencias: ni edificios destruidos ni población civil afectada ni combatientes caídos ni próximos movimientos militares y diplomÔticos.
A la mañana siguiente, ediciones locales de periódicos nacionales de izquierdas y de derechas. No creemos en el papel mÔs que en la televisión, pero las palabras abarcan una extensión de realidad mayor que un puñado de imÔgenes en directo. Palabras sobre las que detener los ojos (no tienen la velocidad de las luces verdes y las luces rojas).
En las coincidencias de palabras de los periódicos hay una parte de la verdad. La parte no censurada por los contendientes, escogida por los periodistas, filtrada por los editores… pero verdades al fin y al cabo.

2015. Viernes 13 de noviembre

En un programa de imitadores de cantantes un rótulo corre de derecha a izquierda: ATENTADO EN PARƍS… MUERTOS… REHENES. ATENTADO EN PARƍS bajo un anuncio de galletas de chocolate y crema.
Boletines escuetos en las televisiones (menos en dos). «AlÔ es grande», dicen testigos que dijeron los asesinos.
En las redes sociales «asco de país que prefiere entretenerse a saber qué pasa en el mundo», escribe uno. Garabato de la torre Eiffel en un círculo. «No empecemos con los simbolitos», se quejan otros. Primeros intentos de reconducir emociones ajenas.

2015. SƔbado 14 de noviembre

Yihadistas reclaman los atentados.
En las redes sociales «estamos en la III Guerra Mundial», escriben muchos. Lo dijo el Papa y Nostradamus. «Al-Ándalus serÔ el próximo objetivo», escriben otros. «Qué suerte que no vivo en el Sur», escriben algunos. «”Estudia gilipollas!», responden otros con enlace a Wikipedia. «Expulsemos a los moros», adeptos de la (sin)Razón.
Un tipo escribe que en ParĆ­s murieron pollos, patos y vacas y otros animales en casas y restaurantes. Ā«Que lo ocurrido en ParĆ­s no nos haga olvidar que…Ā», reivindica que algo queda. Ā«Eso pasa por acoger a los siriosĀ», escribe uno y comparten otros. La teorĆ­a de conjuntos arremetida en un tuit. (La teorĆ­a que enseƱa que no todos los musulmanes son terroristas ni todos los terroristas son musulmanes).
«Reza por París», un lema. «No recéis, pensad», los ateos. «LlorÔis por París, pero no llorÔis por los libaneses», escriben algunos. «No llorÔis por los sirios», otros. «No hay muertos de primera y muertos de segunda». Hipócritas, dicen unos; hipócritas, replican otros.
La bandera francesa en los avatares de Facebook.

2015. Domingo 15 de noviembre

«Ponerse la bandera francesa es peligroso: desafiamos a los terroristas», dicen unos. «Ponerse la bandera francesa es peligroso: olvidamos que hay mÔs víctimas», dicen otros. Por unos y por otros la bandera desaparece. «La culpa la tenemos los occidentales», escribe alguien de Albacete. «”Progres de mierda!», replican simpatizantes de la cadena del torito. «”Fachas!» contraatacan cuentas con bandera tricolor.
Una parte de la prensa juega a la confusión y el miedo, a vomitar o replicar informaciones sin contrastar. Un tipo de CanadÔ se fotografía en el baño con un Ipad y unos imbéciles lo disfrazan de yihadista con Photoshop. Hay medios de comunicación españoles que titulan: «Uno de los presuntos terroristas». Los imbéciles no se disculpan y los periodistas lo hacen en un faldón. «Música satÔnica para una carnicería», titula un un redactor que no usa Google o no le interesa. (Ya vendió la noticia).
Un conocido periodista espaƱol difunde un selfi: aquĆ­ frunciendo el ceƱo para mostrar mi dolor por ParĆ­s. Una reina de la maƱana —quĆ© olvidado su plagio— interrumpe sin vergüenza un minuto de silencio en ParĆ­s.
Una televisión autonómica presenta con orgullo a testigos presenciales de los hechos: Ā«Escuchamos tiros y sirenas en la habitación del hotel y pusimos la tele —dicen los turistas espaƱoles—, pero como no sabemos francĆ©s no nos enteramos de nadaĀ». Testigos de la televisión (como uno mismo). Ā”Ea, cinco minutos de gloria!
Las verdades y los miedos y los prejuicios y los intereses creados de unos y otros se mezclan con las patrañas y los miedos. Tiempos de directos emitidos como videoclips, millones de palabras digitales que se sustituyen unas a otras. Mensajes que como luces verdes y los destellos rojos pasan rÔpido. Nunca hubo tanta (des)información. La destilación de la realidad requiere calma. Y deseo de conocer.

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1991

Cenamos tarde con los bombardeos de Estados Unidos sobre Irak. Retransmisión de CNN para el mundo. En 625 líneas, luces verdes y destellos rojos sobre el cielo negro de Bagdad. De fondo, un locutor indica los autores de unas y otras luces. Ni una mención de las consecuencias: ni edificios destruidos ni población civil afectada ni combatientes caídos ni próximos movimientos militares y diplomÔticos.
A la mañana siguiente, ediciones locales de periódicos nacionales de izquierdas y de derechas. No creemos en el papel mÔs que en la televisión, pero las palabras abarcan una extensión de realidad mayor que un puñado de imÔgenes en directo. Palabras sobre las que detener los ojos (no tienen la velocidad de las luces verdes y las luces rojas).
En las coincidencias de palabras de los periódicos hay una parte de la verdad. La parte no censurada por los contendientes, escogida por los periodistas, filtrada por los editores… pero verdades al fin y al cabo.

2015. Viernes 13 de noviembre

En un programa de imitadores de cantantes un rótulo corre de derecha a izquierda: ATENTADO EN PARƍS… MUERTOS… REHENES. ATENTADO EN PARƍS bajo un anuncio de galletas de chocolate y crema.
Boletines escuetos en las televisiones (menos en dos). «AlÔ es grande», dicen testigos que dijeron los asesinos.
En las redes sociales «asco de país que prefiere entretenerse a saber qué pasa en el mundo», escribe uno. Garabato de la torre Eiffel en un círculo. «No empecemos con los simbolitos», se quejan otros. Primeros intentos de reconducir emociones ajenas.

2015. SƔbado 14 de noviembre

Yihadistas reclaman los atentados.
En las redes sociales «estamos en la III Guerra Mundial», escriben muchos. Lo dijo el Papa y Nostradamus. «Al-Ándalus serÔ el próximo objetivo», escriben otros. «Qué suerte que no vivo en el Sur», escriben algunos. «”Estudia gilipollas!», responden otros con enlace a Wikipedia. «Expulsemos a los moros», adeptos de la (sin)Razón.
Un tipo escribe que en ParĆ­s murieron pollos, patos y vacas y otros animales en casas y restaurantes. Ā«Que lo ocurrido en ParĆ­s no nos haga olvidar que…Ā», reivindica que algo queda. Ā«Eso pasa por acoger a los siriosĀ», escribe uno y comparten otros. La teorĆ­a de conjuntos arremetida en un tuit. (La teorĆ­a que enseƱa que no todos los musulmanes son terroristas ni todos los terroristas son musulmanes).
«Reza por París», un lema. «No recéis, pensad», los ateos. «LlorÔis por París, pero no llorÔis por los libaneses», escriben algunos. «No llorÔis por los sirios», otros. «No hay muertos de primera y muertos de segunda». Hipócritas, dicen unos; hipócritas, replican otros.
La bandera francesa en los avatares de Facebook.

2015. Domingo 15 de noviembre

«Ponerse la bandera francesa es peligroso: desafiamos a los terroristas», dicen unos. «Ponerse la bandera francesa es peligroso: olvidamos que hay mÔs víctimas», dicen otros. Por unos y por otros la bandera desaparece. «La culpa la tenemos los occidentales», escribe alguien de Albacete. «”Progres de mierda!», replican simpatizantes de la cadena del torito. «”Fachas!» contraatacan cuentas con bandera tricolor.
Una parte de la prensa juega a la confusión y el miedo, a vomitar o replicar informaciones sin contrastar. Un tipo de CanadÔ se fotografía en el baño con un Ipad y unos imbéciles lo disfrazan de yihadista con Photoshop. Hay medios de comunicación españoles que titulan: «Uno de los presuntos terroristas». Los imbéciles no se disculpan y los periodistas lo hacen en un faldón. «Música satÔnica para una carnicería», titula un un redactor que no usa Google o no le interesa. (Ya vendió la noticia).
Un conocido periodista espaƱol difunde un selfi: aquĆ­ frunciendo el ceƱo para mostrar mi dolor por ParĆ­s. Una reina de la maƱana —quĆ© olvidado su plagio— interrumpe sin vergüenza un minuto de silencio en ParĆ­s.
Una televisión autonómica presenta con orgullo a testigos presenciales de los hechos: Ā«Escuchamos tiros y sirenas en la habitación del hotel y pusimos la tele —dicen los turistas espaƱoles—, pero como no sabemos francĆ©s no nos enteramos de nadaĀ». Testigos de la televisión (como uno mismo). Ā”Ea, cinco minutos de gloria!
Las verdades y los miedos y los prejuicios y los intereses creados de unos y otros se mezclan con las patrañas y los miedos. Tiempos de directos emitidos como videoclips, millones de palabras digitales que se sustituyen unas a otras. Mensajes que como luces verdes y los destellos rojos pasan rÔpido. Nunca hubo tanta (des)información. La destilación de la realidad requiere calma. Y deseo de conocer.

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