2015. Atentados en ParĆs. 129 muertos, 350 heridos. Ćltimos datos contrastados. Alrededor, millones de palabras digitales abruman, engaƱan, crean cizaƱa. Las menos, informan.
1991
Cenamos tarde con los bombardeos de Estados Unidos sobre Irak. Retransmisión de CNN para el mundo. En 625 lĆneas, luces verdes y destellos rojos sobre el cielo negro de Bagdad. De fondo, un locutor indica los autores de unas y otras luces. Ni una mención de las consecuencias: ni edificios destruidos ni población civil afectada ni combatientes caĆdos ni próximos movimientos militares y diplomĆ”ticos.
A la mañana siguiente, ediciones locales de periódicos nacionales de izquierdas y de derechas. No creemos en el papel mÔs que en la televisión, pero las palabras abarcan una extensión de realidad mayor que un puñado de imÔgenes en directo. Palabras sobre las que detener los ojos (no tienen la velocidad de las luces verdes y las luces rojas).
En las coincidencias de palabras de los periódicos hay una parte de la verdad. La parte no censurada por los contendientes, escogida por los periodistas, filtrada por los editores… pero verdades al fin y al cabo.
2015. Viernes 13 de noviembre
En un programa de imitadores de cantantes un rótulo corre de derecha a izquierda: ATENTADO EN PARĆS… MUERTOS… REHENES. ATENTADO EN PARĆS bajo un anuncio de galletas de chocolate y crema.
Boletines escuetos en las televisiones (menos en dos). «AlÔ es grande», dicen testigos que dijeron los asesinos.
En las redes sociales Ā«asco de paĆs que prefiere entretenerse a saber quĆ© pasa en el mundoĀ», escribe uno. Garabato de la torre Eiffel en un cĆrculo. Ā«No empecemos con los simbolitosĀ», se quejan otros. Primeros intentos de reconducir emociones ajenas.
2015. SƔbado 14 de noviembre
Yihadistas reclaman los atentados.
En las redes sociales Ā«estamos en la III Guerra MundialĀ», escriben muchos. Lo dijo el Papa y Nostradamus. Ā«Al-Ćndalus serĆ” el próximo objetivoĀ», escriben otros. Ā«QuĆ© suerte que no vivo en el SurĀ», escriben algunos. «”Estudia gilipollas!Ā», responden otros con enlace a Wikipedia. Ā«Expulsemos a los morosĀ», adeptos de la (sin)Razón.
Un tipo escribe que en ParĆs murieron pollos, patos y vacas y otros animales en casas y restaurantes. Ā«Que lo ocurrido en ParĆs no nos haga olvidar que…Ā», reivindica que algo queda. Ā«Eso pasa por acoger a los siriosĀ», escribe uno y comparten otros. La teorĆa de conjuntos arremetida en un tuit. (La teorĆa que enseƱa que no todos los musulmanes son terroristas ni todos los terroristas son musulmanes).
Ā«Reza por ParĆsĀ», un lema. Ā«No recĆ©is, pensadĀ», los ateos. Ā«LlorĆ”is por ParĆs, pero no llorĆ”is por los libanesesĀ», escriben algunos. Ā«No llorĆ”is por los siriosĀ», otros. Ā«No hay muertos de primera y muertos de segundaĀ». Hipócritas, dicen unos; hipócritas, replican otros.
La bandera francesa en los avatares de Facebook.
2015. Domingo 15 de noviembre
Ā«Ponerse la bandera francesa es peligroso: desafiamos a los terroristasĀ», dicen unos. Ā«Ponerse la bandera francesa es peligroso: olvidamos que hay mĆ”s vĆctimasĀ», dicen otros. Por unos y por otros la bandera desaparece. Ā«La culpa la tenemos los occidentalesĀ», escribe alguien de Albacete. «”Progres de mierda!Ā», replican simpatizantes de la cadena del torito. «”Fachas!Ā» contraatacan cuentas con bandera tricolor.
Una parte de la prensa juega a la confusión y el miedo, a vomitar o replicar informaciones sin contrastar. Un tipo de CanadĆ” se fotografĆa en el baƱo con un Ipad y unos imbĆ©ciles lo disfrazan de yihadista con Photoshop. Hay medios de comunicación espaƱoles que titulan: Ā«Uno de los presuntos terroristasĀ». Los imbĆ©ciles no se disculpan y los periodistas lo hacen en un faldón. Ā«MĆŗsica satĆ”nica para una carnicerĆaĀ», titula un un redactor que no usa Google o no le interesa. (Ya vendió la noticia).
Un conocido periodista espaƱol difunde un selfi: aquĆ frunciendo el ceƱo para mostrar mi dolor por ParĆs. Una reina de la maƱana āquĆ© olvidado su plagioā interrumpe sin vergüenza un minuto de silencio en ParĆs.
Una televisión autonómica presenta con orgullo a testigos presenciales de los hechos: Ā«Escuchamos tiros y sirenas en la habitación del hotel y pusimos la tele ādicen los turistas espaƱolesā, pero como no sabemos francĆ©s no nos enteramos de nadaĀ». Testigos de la televisión (como uno mismo). Ā”Ea, cinco minutos de gloria!
Las verdades y los miedos y los prejuicios y los intereses creados de unos y otros se mezclan con las patrañas y los miedos. Tiempos de directos emitidos como videoclips, millones de palabras digitales que se sustituyen unas a otras. Mensajes que como luces verdes y los destellos rojos pasan rÔpido. Nunca hubo tanta (des)información. La destilación de la realidad requiere calma. Y deseo de conocer.
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