La diplomacia del cable
Quizá no sean una forma de mantener el grupo terrorista en marcha por sí misma, pero las redes sociales pueden ayudar en uno de los grandes objetivos de este tipo de organizaciones: conseguir publicidad, y, en este caso, al margen de los medios de comunicación. “Internet ha traído una ‘democratización’ de la publicación de información, lo que unido a la proliferación de guerras sucias, con señores de la guerra y violaciones masivas de los derechos humanos, ha hecho que la vida y el trabajo de los periodistas valga menos hoy en muchas guerras”, argumenta Pérez. “Pero creo que el público ha terminado por diferenciar causas legítimas o, al menos, respetables. Hoy grupos en la órbita de Al Qaeda tienen estrategias de comunicación en Internet, pero se encuentran que sus cuentas de Twitter son cerradas o las empresas dueñas de los servidores que albergan sus páginas son presionadas para que cierren. Al final, lo que nos encontramos son las estructuras subyacentes en internet. Puedes abrir una página web, pero necesitas que haya unos ‘conectores’ como medios, bloggers o agregadores de noticias que dirijan tráfico hacia ti”.
Ese tipo de comunicación desde grupos de interés se hace casi a mano, con técnicas básicas, centradas en la proximidad a los eventos y la velocidad de publicación. “La guerra civil libia fue de los primeros conflictos actuales en los que hubo una enorme densidad de smartphones en primera línea, con una gran proliferación de blogs emitiendo comunicados y vídeos editados por los rebeldes. La situación se ha expandido en la actual guerra civil siria, que no está ocupando las primeras páginas en los medios occidentales, pero en la que los rebeldes generan un montón de vídeos a diario”, explica Pérez.
A la vez que progresa esa tendencia ‘amateur’ de grupos paraestatales, se multiplican los casos de una comunicación digital oficial directa con los ciudadanos, y ejemplos hay muchísimos. Se podría citar la forma en la que, a la muerte de Chávez (@chavezcandanga), distintos líderes latinoamericanos iban posicionándose en Twitter: los presidentes de Ecuador (@MashiRafael), Perú (@Ollanta_HumalaT) o Argentina (@CFKArgentina) iban mostrando su simpatía por el difunto. No dijo nada, sin embargo, Obama (@barackobama), autor del mensaje más retuiteado de la historia al ganar la reelección, lo que le valió la crítica de los chavistas.
La escuela europea es algo más austera, con cuentas mucho más institucionales que no salen de la declaración formal y medida, como el caso del Gobierno francés (@Elysee) o el español, ambos con unos 235.000 seguidores. El rey es, sin embargo, el británico (@Number10gov) con 2,3 millones de seguidores ¿El secreto? Posiblemente la forma en la que interactúan con sus ciudadanos, retuiteando a gente normal —no solo a cuentas oficiales— y dialogando.
En cualquier caso, la forma de manejar las redes sociales en el gobierno británico como ejemplo de diplomacia tiene exitosos arquetipos internos. No hace demasiado tiempo el viceprimer ministro Nick Clegg se dirigía a sus votantes en un vídeo de YouTube para pedir perdón por haber incumplido sus promesas.
¿Usan bien los grandes líderes —presidentes, ministros— las redes sociales o realmente no lo hacen? Según Gutiérrez-Peris, “depende de la persona, como en cualquier sector”. “Un buen ejemplo —continúa— es la Comisión Europea. Algunos han entendido cómo sacarle partido, como las comisarias Neelie Kroes (@NeelieKroesEU) o Cecilia Malmström (@MalmstromEU). Otros, como el propio Durao Barroso (@BarrosoEU) o Michel Barnier (@MBarnierEU), simplemente se dedican a ser amplificadores. Creo que el uso que hacen los políticos de las redes sociales es un espejo de la propia concepción que tienen de hacer política”.
Quizá no sean una forma de mantener el grupo terrorista en marcha por sí misma, pero las redes sociales pueden ayudar en uno de los grandes objetivos de este tipo de organizaciones: conseguir publicidad, y, en este caso, al margen de los medios de comunicación. “Internet ha traído una ‘democratización’ de la publicación de información, lo que unido a la proliferación de guerras sucias, con señores de la guerra y violaciones masivas de los derechos humanos, ha hecho que la vida y el trabajo de los periodistas valga menos hoy en muchas guerras”, argumenta Pérez. “Pero creo que el público ha terminado por diferenciar causas legítimas o, al menos, respetables. Hoy grupos en la órbita de Al Qaeda tienen estrategias de comunicación en Internet, pero se encuentran que sus cuentas de Twitter son cerradas o las empresas dueñas de los servidores que albergan sus páginas son presionadas para que cierren. Al final, lo que nos encontramos son las estructuras subyacentes en internet. Puedes abrir una página web, pero necesitas que haya unos ‘conectores’ como medios, bloggers o agregadores de noticias que dirijan tráfico hacia ti”.
Ese tipo de comunicación desde grupos de interés se hace casi a mano, con técnicas básicas, centradas en la proximidad a los eventos y la velocidad de publicación. “La guerra civil libia fue de los primeros conflictos actuales en los que hubo una enorme densidad de smartphones en primera línea, con una gran proliferación de blogs emitiendo comunicados y vídeos editados por los rebeldes. La situación se ha expandido en la actual guerra civil siria, que no está ocupando las primeras páginas en los medios occidentales, pero en la que los rebeldes generan un montón de vídeos a diario”, explica Pérez.
A la vez que progresa esa tendencia ‘amateur’ de grupos paraestatales, se multiplican los casos de una comunicación digital oficial directa con los ciudadanos, y ejemplos hay muchísimos. Se podría citar la forma en la que, a la muerte de Chávez (@chavezcandanga), distintos líderes latinoamericanos iban posicionándose en Twitter: los presidentes de Ecuador (@MashiRafael), Perú (@Ollanta_HumalaT) o Argentina (@CFKArgentina) iban mostrando su simpatía por el difunto. No dijo nada, sin embargo, Obama (@barackobama), autor del mensaje más retuiteado de la historia al ganar la reelección, lo que le valió la crítica de los chavistas.
La escuela europea es algo más austera, con cuentas mucho más institucionales que no salen de la declaración formal y medida, como el caso del Gobierno francés (@Elysee) o el español, ambos con unos 235.000 seguidores. El rey es, sin embargo, el británico (@Number10gov) con 2,3 millones de seguidores ¿El secreto? Posiblemente la forma en la que interactúan con sus ciudadanos, retuiteando a gente normal —no solo a cuentas oficiales— y dialogando.
En cualquier caso, la forma de manejar las redes sociales en el gobierno británico como ejemplo de diplomacia tiene exitosos arquetipos internos. No hace demasiado tiempo el viceprimer ministro Nick Clegg se dirigía a sus votantes en un vídeo de YouTube para pedir perdón por haber incumplido sus promesas.
¿Usan bien los grandes líderes —presidentes, ministros— las redes sociales o realmente no lo hacen? Según Gutiérrez-Peris, “depende de la persona, como en cualquier sector”. “Un buen ejemplo —continúa— es la Comisión Europea. Algunos han entendido cómo sacarle partido, como las comisarias Neelie Kroes (@NeelieKroesEU) o Cecilia Malmström (@MalmstromEU). Otros, como el propio Durao Barroso (@BarrosoEU) o Michel Barnier (@MBarnierEU), simplemente se dedican a ser amplificadores. Creo que el uso que hacen los políticos de las redes sociales es un espejo de la propia concepción que tienen de hacer política”.
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