Nos cuenta la gran Assumpta Serna en una entrevista, a propósito de la relación que mantuvo con un hombre casado francés durante casi una década, que «los franceses llevan la infidelidad en los genes». No parece muy desencaminada a tenor de los últimos affaires de hombres de estado del paÃs vecino, como DSK o François Hollande.
Ya hablamos aquà una vez de los clubs de intercambios de parejas y lo saludables que resultan para prolongar la longevidad de algunas relaciones. El eslogan de la agencia de contactos más cara de la red, Ashley Madison, es precisamente «La vida es corta. Ten una aventura».
La poligamia que permite el islam es una aberración, puesto que solo puede ser masculina, y cualquier cosa que huela a igualdad de género es un anatema en la religión de Mahoma. Pero hay polÃgamos célebres que no son precisamente musulmanes, como Hugh Hefner, el fundador de Playboy, que solÃa cohabitar en su mansión con las famosas siete conejitas. O algunos mormones recalcitrantes que siguen al pie de la letra las enseñanzas de su fundador, Joseph Smith.
[pullquote class=”left”]Es probable que la fidelidad esté sobrevalorada, en una contaminación ética que emana directamente de la educación religiosa[/pullquote]
No es lo mismo ser bÃgamo que polÃgamo. El esfuerzo es increÃble y muy estresante; nada mejor para ilustrarlo que aquella divertida comedia Boeing Boeing (John Rich, 1965), en la que Tony Curtis, piloto aéreo, mantiene simultáneamente tres relaciones con tres azafatas de distintas compañÃas, y al pobre no le queda tiempo ni para dormir.
Es probable que la fidelidad esté sobrevalorada, en una contaminación ética que emana directamente de la educación religiosa. Sade era un libertino. Y Casanova. Y Byron. Y Cagliostro… Menos este último, que era masón, todos eran ateos declarados.
Hay estudios que relacionan un mayor nivel sociocultural con mayor porcentaje de infidelidades en la pareja ¿Significa eso que la gente culta folla más con sus cuñados y cuñadas (ya saben, los hermanos de nuestra pareja suelen ser los primeros candidatos a estos deslices extramaritales)? Pudiera ser.
Uno de los más sesudos es el titulado Reacción de celos ante una infidelidad: diferencias entre hombres y mujeres y caracterÃsticas del rival, redactado al alimón por Patricia GarcÃa, Luis Gómez y Jesús Canto, de la Universidad de Málaga, que incluye complejas ecuaciones factoriales para calcular la probabilidad de ser infiel según una serie de parámetros. El texto no tiene desperdicio, pero intentar atrapar emociones humanas en fórmulas matemáticas nunca ha sido una buena idea.
Simon de Beauvoir y Jean-Paul Sartre mantuvieron una tórrida relación que se vio trufada por la aparición de amantes ocasionales por ambas partes, y experiencias que luego compartÃan (hay una nutrida correspondencia que asà lo acredita), y que probablemente volvÃan a encender una y otra vez los rescoldos de una pareja tan polémica y avanzada para su tiempo como lo serÃa ahora, no nos engañemos.
[pullquote class=”right”]Si nuestra pareja nos diera permiso expreso para ser infiel, si nos saliera gratis, vaya, es probable que pocos se plantearan el dilema[/pullquote]
Es curioso que el término infiel también se refiera a quien profesa una religión diferente. No se puede ser judÃo y musulmán a la vez, o cristiano y taoÃsta. También sucede con el fútbol; o se es culé o madridista o del atlético. Pero sà podemos repartir nuestro corazón (o al menos nuestro cuerpo) entre más de un amante.
La infidelidad y los celos están presentes en toda la historia de la Humanidad, desde los mitos griegos, donde Afrodita ponÃa los cuernos a su feo esposo, Hefesto, acostándose con Ares, dios de la guerra y fogoso amante. Las andanzas de Zeus fuera de su matrimonio con Hera fueron sonadas, y dieron lugar a numerosos enredos y no pocas contiendas bélicas.
La obra de teatro Sé infiel y no mires con quién se mantuvo once años en cartel, y sus tablas fueron testigo de la Transición Española y de la explosión del destape, desde 1972. Luego Fernando Trueba la llevarÃa al cine en 1985. En la pelÃcula Infiel (Adrian Lyne, 2002) Richard Gere debe soportar la infidelidad de su guapa esposa, Diana Lane, y los ecos shakespearianos de Otello siguen resonando en nuestros dÃas en muchas pelÃculas de Woody Allen.
Pero no por ello se ha resuelto el problema. Si nuestra pareja nos diera permiso expreso para ser infiel, si nos saliera gratis, vaya, es probable que pocos se plantearan el dilema, especialmente si se elimina ese muro de contención que es la reciprocidad. «Si yo soy infiel, mi pareja también puede serlo; asà que mejor me aguanto».
Y terminamos el artÃculo con uno de los eslóganes más bobos jamás acuñados por un publicista: «Sé fiel a ti mismo».
La única forma de ser infiel a uno mismo es masturbar a otra persona.
Con lo que podÃa de dar de sà el tema… ¡vaya churro de artÃculo ha quedado!
Woot, I will cetanirly put this to good use!
Ei perfekt lita jente. Jeg lå også i pute bare i tilfelle, så begge mine barn var også til ultralyd med hoftene. Jeg synes det var betryggende å vite at alt var fint.Ønsker deg en fin dag.Klem Annfrid
Comentarios cerrados.