5 de octubre 2015    /   DIGITAL
por
fotografia  Apple

La magia de reunir todo lo interesante en una sola publicación

5 de octubre 2015    /   DIGITAL     por        fotografia  Apple
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Nuestro día a día estÔ lleno de cosas que utilizamos aunque no sabemos cómo funcionan. Desde el agua corriente hasta la luz, no muchos son capaces de explicar el milagro de abrir un grifo o apretar un botón para que algo funcione. Ese es parte del secreto del éxito de los productos de masas: suficientemente sencillos como para que cualquiera los use, suficientemente complejos como para que aporten algo realmente útil.
Si eres un lector normal seguramente no sepas explicar bien qué son (o eran) los RSS, y sin embargo casi seguro que los utilizas de alguna forma. Se trata de una tecnología que se intentó popularizar hace casi una década, cuando internet iba sobre todo de universalizar el acceso a la información. En aquellos días la idea de tener la capacidad de publicar contenido a bajo (o nulo coste) era revolucionaria: entonces los blogs eran lo mÔs y emergían por doquier pequeños líderes de opinión hasta entonces ajenos a las grandes masas.
La importancia empezó a recaer poco a poco mĆ”s en los individuos que en las publicaciones y empresas, y el modelo se vio aĆŗn mĆ”s fortalecido cuando se generalizaron las redes sociales. La figura del ‘influencer’, el tuitero estrella o el blogger de referencia se crearon con los barros de aquellos dĆ­as a imagen y semejanza de las estrellas de televisiones y revistas de antaƱo.
La multiplicación de voces trajo consigo una sobreabundancia informativa que los medios actuales aún pelean por gestionar. Y entre tanto ruido, una nueva dimensión del negocio digital: la personalización. En el fondo cualquier pequeño aspecto sirve para personalizar el uso de lo tecnológico. Desde aquellos primigenios Nokia con carcasas intercambiables al negocio de los politonos o los fondos de pantalla. De eso a las fundas, los teclados o la decisión de instalar tales o cuÔles aplicaciones y diseñar de una u otra forma tu dispositivo. Pero, en el fondo, todos son lo mismo mÔs allÔ de la falsa creencia de que nosotros lo hemos hecho único.
La idea de la personalización se convirtió en el arma elegida para enfrentarse a ese dragón de infinitas cabezas que era la sobreabundancia, y en esa batalla los RSS fueron una tecnologĆ­a prometedora. Las siglas responden a ‘real simple syndication’, y se refiere a una programación que permitĆ­a al usuario suscribirse a contenidos diversos para crear una especie de publicación soƱada: una revista actualizada sólo con los artĆ­culos de los temas que te interesan, provenientes de tantas fuentes como quisieras. ĀæQue te gusta la cocina? Tus canales de YouTube favoritos, las secciones de los generalistas, las publicaciones especializadas, los tuits de cuatro o cinco cocineros famosos, las fotos del Instagram del dueƱo de tu local favorito y los artĆ­culos que solo ese autor tan interesante publica en no sĆ© quĆ© medio.
Ahí, para ti, sólo lo que tú has elegido leer, sin necesidad de abrir cada día cada uno de esos medios, todo el contenido se reunía y ordenaba ante tus ojos.
Tan prometedora tecnologĆ­a se quedó, sin embargo, en eso: en prometedora. No era fĆ”cil usarla, porque tenĆ­as que buscar el enlace, y esperar a que cada fuente tuviera habilitado un canal de suscripción (algunos aĆŗn siguen en marcha). AdemĆ”s, los ‘lectores’ -asĆ­ se llaman los programas que leen y muestran tus suscripciones- no siempre tenĆ­an un diseƱo atractivo. El resultado: fue una tecnologĆ­a que cautivó a los internautas mĆ”s acĆ©rrimos y que los periodistas usamos con pasión, pero que pocos usuarios mĆ”s allĆ” de estos colectivos conocen en realidad.
Así las cosas, el mayor proveedor del mundo en este sector, Google Reader, decidió cerrar su servicio: era demasiado caro de mantener para que apenas un puñado de frikis lo usaran. Con el tiempo, otros interesantes experimentos para crear RSS, como Yahoo Pipes, también fueron abandonados.
Lo que parecĆ­a la puntilla a la tecnologĆ­a no fue, sin embargo, el final de la historia. De hecho, y volviendo al arranque del artĆ­culo, muchas tecnologĆ­as han tomado parte de la idea para crecer. Piensa, por ejemplo, en Twitter o Facebook: tĆŗ te ‘suscribes’ sólo a lo que algunos usuarios o amigos dicen, asĆ­ que no ves todo lo que se publica sino la porción que a ti te interesa. O piensa en esas apps de móvil en las que eliges quĆ© medios quieres leer y ellos te ofrecen un periódico personalizado. No dejan de ser intentos algo limitados de hacer manejable una idea que no era usable para el comĆŗn de los usuarios.
Sin embargo, y a pesar del duro golpe que supuso para esa tecnologĆ­a el hecho de que Google cerrara Google Reader, aƱos despuĆ©s la idea sigue viva y luchado por solventar algunos de sus grandes problemas. Por ejemplo Flipboard, una app que sirve para visualizar suscripciones de este tipo y darles la apariencia (mĆ”s o menos) de revista, supuso un boom de usuarios ‘normales’ hace aƱos. Desde hace meses, ademĆ”s, se rumorea que Twitter estarĆ­a interesado en comprar su tecnologĆ­a. TambiĆ©n estĆ” el caso de Feedly, un servicio similar que supo recoger a miles de usuarios que tuvieron que liarse el petate de sus fuentes y abandonar Google Reader haciendo mucho mĆ”s sencillo el proceso: con poner la URL de la fuente ellos mismos creaban la suscripción.
El salto definitivo que reactive lo que las RSS quisieron ser podrĆ­a venir, curiosamente, gracias a uno de los mayores competidores de Google. Apple anunció en su keynote de primavera que iOS 9, la Ćŗltima versión de su sistema operativo en dispositivos móviles (iPhone, iPod, iPad) vendrĆ­a con una app llamada News. Se trata en realidad del viejo ‘Kiosco’, que mĆ”s allĆ” de ser una plataforma de pago para leer medios online, es una app que intenta dotar de un diseƱo Ćŗnico y atractivo a tus fuentes. La diferencia es que no serĆ”s tĆŗ quien elija en principio cualquier fuente, sino que te darĆ”n un catĆ”logo cerrado de publicaciones que luego (aseguran) se irĆ” ampliando.
Si Apple consigue dotar de buen diseño a la tecnología y meterla en el bolsillo de millones de usuarios la idea, o al menos su esencia, podría resucitar. Esa vieja idea de llevar una revista o periódico sólo con lo que mÔs nos interesa, con nuestro medio de comunicación personalizado. A fin de cuentas, y aunque nos esforzÔramos en matarlas, igual las RSS no estaban tan muertas.

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Nuestro día a día estÔ lleno de cosas que utilizamos aunque no sabemos cómo funcionan. Desde el agua corriente hasta la luz, no muchos son capaces de explicar el milagro de abrir un grifo o apretar un botón para que algo funcione. Ese es parte del secreto del éxito de los productos de masas: suficientemente sencillos como para que cualquiera los use, suficientemente complejos como para que aporten algo realmente útil.
Si eres un lector normal seguramente no sepas explicar bien qué son (o eran) los RSS, y sin embargo casi seguro que los utilizas de alguna forma. Se trata de una tecnología que se intentó popularizar hace casi una década, cuando internet iba sobre todo de universalizar el acceso a la información. En aquellos días la idea de tener la capacidad de publicar contenido a bajo (o nulo coste) era revolucionaria: entonces los blogs eran lo mÔs y emergían por doquier pequeños líderes de opinión hasta entonces ajenos a las grandes masas.
La importancia empezó a recaer poco a poco mĆ”s en los individuos que en las publicaciones y empresas, y el modelo se vio aĆŗn mĆ”s fortalecido cuando se generalizaron las redes sociales. La figura del ‘influencer’, el tuitero estrella o el blogger de referencia se crearon con los barros de aquellos dĆ­as a imagen y semejanza de las estrellas de televisiones y revistas de antaƱo.
La multiplicación de voces trajo consigo una sobreabundancia informativa que los medios actuales aún pelean por gestionar. Y entre tanto ruido, una nueva dimensión del negocio digital: la personalización. En el fondo cualquier pequeño aspecto sirve para personalizar el uso de lo tecnológico. Desde aquellos primigenios Nokia con carcasas intercambiables al negocio de los politonos o los fondos de pantalla. De eso a las fundas, los teclados o la decisión de instalar tales o cuÔles aplicaciones y diseñar de una u otra forma tu dispositivo. Pero, en el fondo, todos son lo mismo mÔs allÔ de la falsa creencia de que nosotros lo hemos hecho único.
La idea de la personalización se convirtió en el arma elegida para enfrentarse a ese dragón de infinitas cabezas que era la sobreabundancia, y en esa batalla los RSS fueron una tecnologĆ­a prometedora. Las siglas responden a ‘real simple syndication’, y se refiere a una programación que permitĆ­a al usuario suscribirse a contenidos diversos para crear una especie de publicación soƱada: una revista actualizada sólo con los artĆ­culos de los temas que te interesan, provenientes de tantas fuentes como quisieras. ĀæQue te gusta la cocina? Tus canales de YouTube favoritos, las secciones de los generalistas, las publicaciones especializadas, los tuits de cuatro o cinco cocineros famosos, las fotos del Instagram del dueƱo de tu local favorito y los artĆ­culos que solo ese autor tan interesante publica en no sĆ© quĆ© medio.
Ahí, para ti, sólo lo que tú has elegido leer, sin necesidad de abrir cada día cada uno de esos medios, todo el contenido se reunía y ordenaba ante tus ojos.
Tan prometedora tecnologĆ­a se quedó, sin embargo, en eso: en prometedora. No era fĆ”cil usarla, porque tenĆ­as que buscar el enlace, y esperar a que cada fuente tuviera habilitado un canal de suscripción (algunos aĆŗn siguen en marcha). AdemĆ”s, los ‘lectores’ -asĆ­ se llaman los programas que leen y muestran tus suscripciones- no siempre tenĆ­an un diseƱo atractivo. El resultado: fue una tecnologĆ­a que cautivó a los internautas mĆ”s acĆ©rrimos y que los periodistas usamos con pasión, pero que pocos usuarios mĆ”s allĆ” de estos colectivos conocen en realidad.
Así las cosas, el mayor proveedor del mundo en este sector, Google Reader, decidió cerrar su servicio: era demasiado caro de mantener para que apenas un puñado de frikis lo usaran. Con el tiempo, otros interesantes experimentos para crear RSS, como Yahoo Pipes, también fueron abandonados.
Lo que parecĆ­a la puntilla a la tecnologĆ­a no fue, sin embargo, el final de la historia. De hecho, y volviendo al arranque del artĆ­culo, muchas tecnologĆ­as han tomado parte de la idea para crecer. Piensa, por ejemplo, en Twitter o Facebook: tĆŗ te ‘suscribes’ sólo a lo que algunos usuarios o amigos dicen, asĆ­ que no ves todo lo que se publica sino la porción que a ti te interesa. O piensa en esas apps de móvil en las que eliges quĆ© medios quieres leer y ellos te ofrecen un periódico personalizado. No dejan de ser intentos algo limitados de hacer manejable una idea que no era usable para el comĆŗn de los usuarios.
Sin embargo, y a pesar del duro golpe que supuso para esa tecnologĆ­a el hecho de que Google cerrara Google Reader, aƱos despuĆ©s la idea sigue viva y luchado por solventar algunos de sus grandes problemas. Por ejemplo Flipboard, una app que sirve para visualizar suscripciones de este tipo y darles la apariencia (mĆ”s o menos) de revista, supuso un boom de usuarios ‘normales’ hace aƱos. Desde hace meses, ademĆ”s, se rumorea que Twitter estarĆ­a interesado en comprar su tecnologĆ­a. TambiĆ©n estĆ” el caso de Feedly, un servicio similar que supo recoger a miles de usuarios que tuvieron que liarse el petate de sus fuentes y abandonar Google Reader haciendo mucho mĆ”s sencillo el proceso: con poner la URL de la fuente ellos mismos creaban la suscripción.
El salto definitivo que reactive lo que las RSS quisieron ser podrĆ­a venir, curiosamente, gracias a uno de los mayores competidores de Google. Apple anunció en su keynote de primavera que iOS 9, la Ćŗltima versión de su sistema operativo en dispositivos móviles (iPhone, iPod, iPad) vendrĆ­a con una app llamada News. Se trata en realidad del viejo ‘Kiosco’, que mĆ”s allĆ” de ser una plataforma de pago para leer medios online, es una app que intenta dotar de un diseƱo Ćŗnico y atractivo a tus fuentes. La diferencia es que no serĆ”s tĆŗ quien elija en principio cualquier fuente, sino que te darĆ”n un catĆ”logo cerrado de publicaciones que luego (aseguran) se irĆ” ampliando.
Si Apple consigue dotar de buen diseño a la tecnología y meterla en el bolsillo de millones de usuarios la idea, o al menos su esencia, podría resucitar. Esa vieja idea de llevar una revista o periódico sólo con lo que mÔs nos interesa, con nuestro medio de comunicación personalizado. A fin de cuentas, y aunque nos esforzÔramos en matarlas, igual las RSS no estaban tan muertas.

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