Aunque las ciudades comienzan a parecer ciudades de nuevo -ya saben, con sus aglomeraciones en el metro, los contenedores llenos de nuevo y las sierras radiales despertando a los creativos publicitarios por las maƱanas-, hace pocos dĆas era la playa la que albergaba una cantidad ridĆcula de personas. Decenas de sandĆas enterradas en la orilla del mar, las planchas de los chiringuitos convertidas en la cocina del infierno y balones de Nivea alcanzando por doquiera las costas del continente africano. Lo de todos los veranos.
Vestidos de graduación, fracs, americanas, chorreras y pajaritas contribuyeron a que la lĆnea costera de Coney Island se convirtiera en una negrĆsima (por los trajes) jornada agostĆ. Los baƱistas habituales, “en su mayorĆa inmigrantes rusos y sus descendientes”, como seƱalan en su web, no tardaron en interactuar con los ‘agentes’ y comenzar a hablarles, fotografiarles o animarles a tomar un baƱo con sus no demasiado apropiados atuendos. El resultado, como explica unos de los baƱistas de la playa es que “todo el mundo parecĆa feliz”. Por lo tanto, el mundo es un poco mejor. Bravo.
Aunque las ciudades comienzan a parecer ciudades de nuevo -ya saben, con sus aglomeraciones en el metro, los contenedores llenos de nuevo y las sierras radiales despertando a los creativos publicitarios por las maƱanas-, hace pocos dĆas era la playa la que albergaba una cantidad ridĆcula de personas. Decenas de sandĆas enterradas en la orilla del mar, las planchas de los chiringuitos convertidas en la cocina del infierno y balones de Nivea alcanzando por doquiera las costas del continente africano. Lo de todos los veranos.
Vestidos de graduación, fracs, americanas, chorreras y pajaritas contribuyeron a que la lĆnea costera de Coney Island se convirtiera en una negrĆsima (por los trajes) jornada agostĆ. Los baƱistas habituales, “en su mayorĆa inmigrantes rusos y sus descendientes”, como seƱalan en su web, no tardaron en interactuar con los ‘agentes’ y comenzar a hablarles, fotografiarles o animarles a tomar un baƱo con sus no demasiado apropiados atuendos. El resultado, como explica unos de los baƱistas de la playa es que “todo el mundo parecĆa feliz”. Por lo tanto, el mundo es un poco mejor. Bravo.
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