2 de septiembre 2010    /   CREATIVIDAD
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La misión veraniega de Improv Everywhere

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Paseo

Mes de agosto. Un enorme porcentaje de los trabajadores, familias con abuela y gente de mal vivir se han acercado a la playa lo mÔximo que sus presupuestos y calendarios les han permitido. Eso incluye también a  Improv Everywhere, que ha cogido el cubito, la pala y el traje de noche y se ha ido a pasar un día en Coney Island, una de las playas mÔs cercanas a Nueva York.

Aunque las ciudades comienzan a parecer ciudades de nuevo -ya saben, con sus aglomeraciones en el metro, los contenedores llenos de nuevo y las sierras radiales despertando a los creativos publicitarios por las maƱanas-, hace pocos dƭas era la playa la que albergaba una cantidad ridƭcula de personas. Decenas de sandƭas enterradas en la orilla del mar, las planchas de los chiringuitos convertidas en la cocina del infierno y balones de Nivea alcanzando por doquiera las costas del continente africano. Lo de todos los veranos.

El colectivo Improv Everywhere, que, por mucho que se divierta con lo que hace, tambiĆ©n curra, merecĆ­a sus paso por el mar para refrescar las pantorillas y dar cuenta del bocadillo aderezado con arena. Convocaron a varios cientos de ‘agentes’ para pasar un dĆ­a tĆ­pico de playa, con batallas de arena, saltos acuĆ”ticos y cachivaches hinchables de toda Ć­ndole y condición. ĀæLa condición para poder participar? Traje de etiqueta.

Vestidos de graduación, fracs, americanas, chorreras y pajaritas contribuyeron a que la lĆ­nea costera de Coney Island se convirtiera en una negrĆ­sima (por los trajes) jornada agostĆ­. Los baƱistas habituales, “en su mayorĆ­a inmigrantes rusos y sus descendientes”, como seƱalan en su web, no tardaron en interactuar con los ‘agentes’ y comenzar a hablarles, fotografiarles o animarles a tomar un baƱo con sus no demasiado apropiados atuendos. El resultado, como explica unos de los baƱistas de la playa es que “todo el mundo parecĆ­a feliz”. Por lo tanto, el mundo es un poco mejor. Bravo.

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Mes de agosto. Un enorme porcentaje de los trabajadores, familias con abuela y gente de mal vivir se han acercado a la playa lo mÔximo que sus presupuestos y calendarios les han permitido. Eso incluye también a  Improv Everywhere, que ha cogido el cubito, la pala y el traje de noche y se ha ido a pasar un día en Coney Island, una de las playas mÔs cercanas a Nueva York.

Aunque las ciudades comienzan a parecer ciudades de nuevo -ya saben, con sus aglomeraciones en el metro, los contenedores llenos de nuevo y las sierras radiales despertando a los creativos publicitarios por las maƱanas-, hace pocos dƭas era la playa la que albergaba una cantidad ridƭcula de personas. Decenas de sandƭas enterradas en la orilla del mar, las planchas de los chiringuitos convertidas en la cocina del infierno y balones de Nivea alcanzando por doquiera las costas del continente africano. Lo de todos los veranos.

El colectivo Improv Everywhere, que, por mucho que se divierta con lo que hace, tambiĆ©n curra, merecĆ­a sus paso por el mar para refrescar las pantorillas y dar cuenta del bocadillo aderezado con arena. Convocaron a varios cientos de ‘agentes’ para pasar un dĆ­a tĆ­pico de playa, con batallas de arena, saltos acuĆ”ticos y cachivaches hinchables de toda Ć­ndole y condición. ĀæLa condición para poder participar? Traje de etiqueta.

Vestidos de graduación, fracs, americanas, chorreras y pajaritas contribuyeron a que la lĆ­nea costera de Coney Island se convirtiera en una negrĆ­sima (por los trajes) jornada agostĆ­. Los baƱistas habituales, “en su mayorĆ­a inmigrantes rusos y sus descendientes”, como seƱalan en su web, no tardaron en interactuar con los ‘agentes’ y comenzar a hablarles, fotografiarles o animarles a tomar un baƱo con sus no demasiado apropiados atuendos. El resultado, como explica unos de los baƱistas de la playa es que “todo el mundo parecĆ­a feliz”. Por lo tanto, el mundo es un poco mejor. Bravo.

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