Erika Masterson encontró un faisán disecado en una tienda de antigüedades de Florida. Llevaba tiempo obsesionada con lo que queda cuando lo vivo muere. Así que se llevó el faisán y retrató a su sobrina con él, como hacían los fotógrafos victorianos cuando fotografiaban niños junto a animales muertos. Porque sí, la fotografía postmortem también era extensible a perros, gatos y pájaros. Erika no se basó en este tipo de fotografía para comenzar su proyecto ‘Parts of the Earth’. Pero lo cierto es que la moda victoriana ya la había encandilado tanto como la taxidermia. Por eso, en sus retratos, las protagonistas que posan junto a animales disecados, visten ropa decimonónica.
La foto de la chica con el faisán logró los primeros puestos en varios certámenes fotográficos. Así que Erika se preguntó si aquello no estaría debiéndose a algo. La vida y la muerte seguían dando vueltas en su cabeza y la fotógrafa empezó a buscar coleccionistas de animales disecados. Cuando una clienta le encargó un retrato, supo que su marido era un aficionado la taxidermia y que podría prestarle algunos animales para sus fotos, que le valieron para continuar con lo que ya era un proyecto en marcha. Después de eso, dio con otro coleccionista que le prestó ocho animales disecados.
Su búsqueda terminó en Miami. «En una tienda que vende taxidermia, ‘Art by God’, me dejaron ir a hacer fotos durante un día entero», relata a Yorokobu. Para ella, aquello fue como pasar un día en el paraíso, aunque reconoce que las cosas no fueron tan fáciles. «Fue un proyecto difícil de realizar, no solo a la hora de encontrar los animales, sino también porque elegí una película 4×5 antigua para una cámara de 1940 para todas las imágenes. Las procesé a mano y luego las pasé al ordenador. Para mí era importante hacerlo con ese tamaño porque me permitió mostrar los detalles de los animales», explica.
Erika asegura haber visto, gracias a su trabajo, animales a los que no habría logrado acercarse en estado salvaje. Su obsesión tiene unas razones profundas, incluso religiosas: «Cuando nosotros, como humanos, dejamos este mundo, nuestro legado se queda con nuestras familias en forma de espíritu. Cuando estos animales murieron, su legado fue preservado físicamente aquí para que podamos verlo».
Con sus imágenes melancólicas, teñidas de un aura romántica, Erika alude a la relación del ser humano con la naturaleza porque le atrae «la vulnerabilidad del espíritu humano y los retos espirituales por los que todos pasamos, aunque algunos sean conscientes de ello y otros no». La fotógrafa lleva tiempo intrigada por «la batalla interna de la completa sumisión de perdernos a nosotros mismos para alcanzar una nueva vida».
La extraña erótica del animal muerto
Aunque Erika Masterson tampoco se ha inspirado en las fotografías que muestran a mujeres posando en actitud sensual junto a animales disecados o sobre alfombras de piel de tigre, tan populares en los años 20 y 30 del siglo XX, es inevitable rememorar aquella moda fotográfica que empezó a plasmar una extraña relación entre mujeres y fieras desde finales del siglo XIX y que parecía aludir a la historia de ‘La bella y la bestia’. Las pin-ups más actuales, como Dita Von Teese, todavía las recrean al posar con tigres, leopardos y osos.
El videoclip en el que Eartha Kitt canta ‘I want to be evil’ sin desprenderse de una de esas sempiternas alfombras de piel de tigre con cabeza disecada, y en la que no ocurre nada más que una chica monísima soñando con ser mala y odiosa sobre un animal muerto, es el mejor ejemplo de que esta moda fue más allá de la fotografía.
La mujer y la fiera muerta ya habían creado una imagen que, al menos en su día, despertó las fantasías eróticas de más de uno. Sin entrar en la historia de Evelyn Nesbit y los turbulentos acontecimientos que resumirían la vida de la que está considerada la primera supermodelo, Nesbit posaba con osos en fotografías que se imprimían en forma de postales.
Evelyn Nesbit
Como Nesbit, Verónica Lake también posó en varias ocasiones con animales muertos, cuando los tigres ya habían dado paso a los osos. Lilian Harvey, Kim Novak,Gloria Swanson, Josephine Baker (que, además, tenía una pantera nebulosa como mascota), Katherine Hepburn y Marilyn Monroe fueron algunas de las modelos y actrices que sucumbieron al encanto de la bestia muerta. La lista es infinita. Otras modelos posaron así para el objetivo de fotógrafos como Emilio Sommariva.
Imagen: Emilio Sommariva
Sin buscar el paralelismo y de forma totalmente accidental, Erika Masterson ha acudido a este tipo de imagen para lanzar un mensaje de amor por la naturaleza, que se aleja de ese cuestionable erotismo tan popular durante la primera mitad del siglo XX y que parte de la importancia de relacionarnos con los animales. Aunque sea muertos. Porque disecados, dice Erika, «es como los animales se quedan aquí» para recordarnos lo que fueron. Seres cuya belleza que ni la muerte lograría marchitar.
Erika Masterson encontró un faisán disecado en una tienda de antigüedades de Florida. Llevaba tiempo obsesionada con lo que queda cuando lo vivo muere. Así que se llevó el faisán y retrató a su sobrina con él, como hacían los fotógrafos victorianos cuando fotografiaban niños junto a animales muertos. Porque sí, la fotografía postmortem también era extensible a perros, gatos y pájaros. Erika no se basó en este tipo de fotografía para comenzar su proyecto ‘Parts of the Earth’. Pero lo cierto es que la moda victoriana ya la había encandilado tanto como la taxidermia. Por eso, en sus retratos, las protagonistas que posan junto a animales disecados, visten ropa decimonónica.
La foto de la chica con el faisán logró los primeros puestos en varios certámenes fotográficos. Así que Erika se preguntó si aquello no estaría debiéndose a algo. La vida y la muerte seguían dando vueltas en su cabeza y la fotógrafa empezó a buscar coleccionistas de animales disecados. Cuando una clienta le encargó un retrato, supo que su marido era un aficionado la taxidermia y que podría prestarle algunos animales para sus fotos, que le valieron para continuar con lo que ya era un proyecto en marcha. Después de eso, dio con otro coleccionista que le prestó ocho animales disecados.
Su búsqueda terminó en Miami. «En una tienda que vende taxidermia, ‘Art by God’, me dejaron ir a hacer fotos durante un día entero», relata a Yorokobu. Para ella, aquello fue como pasar un día en el paraíso, aunque reconoce que las cosas no fueron tan fáciles. «Fue un proyecto difícil de realizar, no solo a la hora de encontrar los animales, sino también porque elegí una película 4×5 antigua para una cámara de 1940 para todas las imágenes. Las procesé a mano y luego las pasé al ordenador. Para mí era importante hacerlo con ese tamaño porque me permitió mostrar los detalles de los animales», explica.
Erika asegura haber visto, gracias a su trabajo, animales a los que no habría logrado acercarse en estado salvaje. Su obsesión tiene unas razones profundas, incluso religiosas: «Cuando nosotros, como humanos, dejamos este mundo, nuestro legado se queda con nuestras familias en forma de espíritu. Cuando estos animales murieron, su legado fue preservado físicamente aquí para que podamos verlo».
Con sus imágenes melancólicas, teñidas de un aura romántica, Erika alude a la relación del ser humano con la naturaleza porque le atrae «la vulnerabilidad del espíritu humano y los retos espirituales por los que todos pasamos, aunque algunos sean conscientes de ello y otros no». La fotógrafa lleva tiempo intrigada por «la batalla interna de la completa sumisión de perdernos a nosotros mismos para alcanzar una nueva vida».
La extraña erótica del animal muerto
Aunque Erika Masterson tampoco se ha inspirado en las fotografías que muestran a mujeres posando en actitud sensual junto a animales disecados o sobre alfombras de piel de tigre, tan populares en los años 20 y 30 del siglo XX, es inevitable rememorar aquella moda fotográfica que empezó a plasmar una extraña relación entre mujeres y fieras desde finales del siglo XIX y que parecía aludir a la historia de ‘La bella y la bestia’. Las pin-ups más actuales, como Dita Von Teese, todavía las recrean al posar con tigres, leopardos y osos.
El videoclip en el que Eartha Kitt canta ‘I want to be evil’ sin desprenderse de una de esas sempiternas alfombras de piel de tigre con cabeza disecada, y en la que no ocurre nada más que una chica monísima soñando con ser mala y odiosa sobre un animal muerto, es el mejor ejemplo de que esta moda fue más allá de la fotografía.
La mujer y la fiera muerta ya habían creado una imagen que, al menos en su día, despertó las fantasías eróticas de más de uno. Sin entrar en la historia de Evelyn Nesbit y los turbulentos acontecimientos que resumirían la vida de la que está considerada la primera supermodelo, Nesbit posaba con osos en fotografías que se imprimían en forma de postales.
Evelyn Nesbit
Como Nesbit, Verónica Lake también posó en varias ocasiones con animales muertos, cuando los tigres ya habían dado paso a los osos. Lilian Harvey, Kim Novak,Gloria Swanson, Josephine Baker (que, además, tenía una pantera nebulosa como mascota), Katherine Hepburn y Marilyn Monroe fueron algunas de las modelos y actrices que sucumbieron al encanto de la bestia muerta. La lista es infinita. Otras modelos posaron así para el objetivo de fotógrafos como Emilio Sommariva.
Imagen: Emilio Sommariva
Sin buscar el paralelismo y de forma totalmente accidental, Erika Masterson ha acudido a este tipo de imagen para lanzar un mensaje de amor por la naturaleza, que se aleja de ese cuestionable erotismo tan popular durante la primera mitad del siglo XX y que parte de la importancia de relacionarnos con los animales. Aunque sea muertos. Porque disecados, dice Erika, «es como los animales se quedan aquí» para recordarnos lo que fueron. Seres cuya belleza que ni la muerte lograría marchitar.
Lamento no compartir en absoluto la visión de la fotógrafa. En mi opinión, este tipo de fotografías hacen gala de un muy mal gusto para con el mundo animal. Y no, no me vale el supuesto “romanticismo” alegado por la autora.
El “arte?” de la taxidermia nunca me ha parecido como tal, así como tampoco me lo hubiera parecido la misma técnica aplicada a los humanos… ¿Acaso ésto hubiera suscitado algún tipo de “romanticismo”?
No soy ningún experto en arte, ni tampoco me tengo por ningún “animalista” y/o “integrista natural”, pero hace falta bastantes tragaderas para ver algo de artístico en estas imágenes.
Después de leer tu artículo, queda claro que el objetivo de la autora está muy lejos de pretender remover conciencias, que sería lo único por lo que consideraría “justificable” la utilización de estas fotos.
En resumen, y en mi humilde opinión, un trabajo totalmente DELEZNABLE.
Un saludo.
Hola, Roberto.
Es normal que lo veas así. Simplemente estaba escribiendo sobre esa moda tan popular en los años 20 y di con un trabajo actual que me parece que como mínimo hay que mostrar para hablar de esto hoy. Yo tampoco entiendo la taxidermia, ni me parece arte, ni coleccionaría animales disecados ni posaría con ellos. Vamos, que ni me acerco. Pero sí que me interesa mucho que esta unión (chica+animal disecado) se lleve dando tanto tiempo en fotografía y esta autora es la persona que, guste o no, puede contar algo al respecto hoy.
Hola Virginia.
Lamento no compartir en absoluto la visión de la fotógrafa. En mi opinión, este tipo de fotografías hacen gala de un muy mal gusto para con el mundo animal. Y no, no me vale el supuesto “romanticismo” alegado por la autora.
El “arte?” de la taxidermia nunca me ha parecido como tal, así como tampoco me lo hubiera parecido la misma técnica aplicada a los humanos… ¿Acaso ésto hubiera suscitado algún tipo de “romanticismo”?
No soy ningún experto en arte, ni tampoco me tengo por ningún “animalista” y/o “integrista natural”, pero hace falta bastantes tragaderas para ver algo de artístico en estas imágenes.
Después de leer tu artículo, queda claro que el objetivo de la autora está muy lejos de pretender remover conciencias, que sería lo único por lo que consideraría “justificable” la utilización de estas fotos.
En resumen, y en mi humilde opinión, un trabajo totalmente DELEZNABLE.
Un saludo.
Hola, Roberto.
Es normal que lo veas así. Simplemente estaba escribiendo sobre esa moda tan popular en los años 20 y di con un trabajo actual que me parece que como mínimo hay que mostrar para hablar de esto hoy. Yo tampoco entiendo la taxidermia, ni me parece arte, ni coleccionaría animales disecados ni posaría con ellos. Vamos, que ni me acerco. Pero sí que me interesa mucho que esta unión (chica+animal disecado) se lleve dando tanto tiempo en fotografía y esta autora es la persona que, guste o no, puede contar algo al respecto hoy.
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