Erika asegura haber visto, gracias a su trabajo, animales a los que no habrÃa logrado acercarse en estado salvaje. Su obsesión tiene unas razones profundas, incluso religiosas: «Cuando nosotros, como humanos, dejamos este mundo, nuestro legado se queda con nuestras familias en forma de espÃritu. Cuando estos animales murieron, su legado fue preservado fÃsicamente aquà para que podamos verlo».
Con sus imágenes melancólicas, teñidas de un aura romántica, Erika alude a la relación del ser humano con la naturaleza porque le atrae «la vulnerabilidad del espÃritu humano y los retos espirituales por los que todos pasamos, aunque algunos sean conscientes de ello y otros no». La fotógrafa lleva tiempo intrigada por «la batalla interna de la completa sumisión de perdernos a nosotros mismos para alcanzar una nueva vida».
La extraña erótica del animal muerto
Aunque Erika Masterson tampoco se ha inspirado en las fotografÃas que muestran a mujeres posando en actitud sensual junto a animales disecados o sobre alfombras de piel de tigre, tan populares en los años 20 y 30 del siglo XX, es inevitable rememorar aquella moda fotográfica que empezó a plasmar una extraña relación entre mujeres y fieras desde finales del siglo XIX y que parecÃa aludir a la historia de ‘La bella y la bestia’. Las pin-ups más actuales, como Dita Von Teese, todavÃa las recrean al posar con tigres, leopardos y osos.
El videoclip en el que Eartha Kitt canta ‘I want to be evil’ sin desprenderse de una de esas sempiternas alfombras de piel de tigre con cabeza disecada, y en la que no ocurre nada más que una chica monÃsima soñando con ser mala y odiosa sobre un animal muerto, es el mejor ejemplo de que esta moda fue más allá de la fotografÃa.
La mujer y la fiera muerta ya habÃan creado una imagen que, al menos en su dÃa, despertó las fantasÃas eróticas de más de uno. Sin entrar en la historia de Evelyn Nesbit y los turbulentos acontecimientos que resumirÃan la vida de la que está considerada la primera supermodelo, Nesbit posaba con osos en fotografÃas que se imprimÃan en forma de postales.
Sin buscar el paralelismo y de forma totalmente accidental, Erika Masterson ha acudido a este tipo de imagen para lanzar un mensaje de amor por la naturaleza, que se aleja de ese cuestionable erotismo tan popular durante la primera mitad del siglo XX y que parte de la importancia de relacionarnos con los animales. Aunque sea muertos. Porque disecados, dice Erika, «es como los animales se quedan aquû para recordarnos lo que fueron. Seres cuya belleza que ni la muerte lograrÃa marchitar.
Erika asegura haber visto, gracias a su trabajo, animales a los que no habrÃa logrado acercarse en estado salvaje. Su obsesión tiene unas razones profundas, incluso religiosas: «Cuando nosotros, como humanos, dejamos este mundo, nuestro legado se queda con nuestras familias en forma de espÃritu. Cuando estos animales murieron, su legado fue preservado fÃsicamente aquà para que podamos verlo».
Con sus imágenes melancólicas, teñidas de un aura romántica, Erika alude a la relación del ser humano con la naturaleza porque le atrae «la vulnerabilidad del espÃritu humano y los retos espirituales por los que todos pasamos, aunque algunos sean conscientes de ello y otros no». La fotógrafa lleva tiempo intrigada por «la batalla interna de la completa sumisión de perdernos a nosotros mismos para alcanzar una nueva vida».
La extraña erótica del animal muerto
Aunque Erika Masterson tampoco se ha inspirado en las fotografÃas que muestran a mujeres posando en actitud sensual junto a animales disecados o sobre alfombras de piel de tigre, tan populares en los años 20 y 30 del siglo XX, es inevitable rememorar aquella moda fotográfica que empezó a plasmar una extraña relación entre mujeres y fieras desde finales del siglo XIX y que parecÃa aludir a la historia de ‘La bella y la bestia’. Las pin-ups más actuales, como Dita Von Teese, todavÃa las recrean al posar con tigres, leopardos y osos.
El videoclip en el que Eartha Kitt canta ‘I want to be evil’ sin desprenderse de una de esas sempiternas alfombras de piel de tigre con cabeza disecada, y en la que no ocurre nada más que una chica monÃsima soñando con ser mala y odiosa sobre un animal muerto, es el mejor ejemplo de que esta moda fue más allá de la fotografÃa.
La mujer y la fiera muerta ya habÃan creado una imagen que, al menos en su dÃa, despertó las fantasÃas eróticas de más de uno. Sin entrar en la historia de Evelyn Nesbit y los turbulentos acontecimientos que resumirÃan la vida de la que está considerada la primera supermodelo, Nesbit posaba con osos en fotografÃas que se imprimÃan en forma de postales.
Sin buscar el paralelismo y de forma totalmente accidental, Erika Masterson ha acudido a este tipo de imagen para lanzar un mensaje de amor por la naturaleza, que se aleja de ese cuestionable erotismo tan popular durante la primera mitad del siglo XX y que parte de la importancia de relacionarnos con los animales. Aunque sea muertos. Porque disecados, dice Erika, «es como los animales se quedan aquû para recordarnos lo que fueron. Seres cuya belleza que ni la muerte lograrÃa marchitar.
Es normal que lo veas asÃ. Simplemente estaba escribiendo sobre esa moda tan popular en los años 20 y di con un trabajo actual que me parece que como mÃnimo hay que mostrar para hablar de esto hoy. Yo tampoco entiendo la taxidermia, ni me parece arte, ni coleccionarÃa animales disecados ni posarÃa con ellos. Vamos, que ni me acerco. Pero sà que me interesa mucho que esta unión (chica+animal disecado) se lleve dando tanto tiempo en fotografÃa y esta autora es la persona que, guste o no, puede contar algo al respecto hoy.
Hola Virginia.
Lamento no compartir en absoluto la visión de la fotógrafa. En mi opinión, este tipo de fotografÃas hacen gala de un muy mal gusto para con el mundo animal. Y no, no me vale el supuesto “romanticismo” alegado por la autora.
El “arte?” de la taxidermia nunca me ha parecido como tal, asà como tampoco me lo hubiera parecido la misma técnica aplicada a los humanos… ¿Acaso ésto hubiera suscitado algún tipo de “romanticismo”?
No soy ningún experto en arte, ni tampoco me tengo por ningún “animalista” y/o “integrista natural”, pero hace falta bastantes tragaderas para ver algo de artÃstico en estas imágenes.
Después de leer tu artÃculo, queda claro que el objetivo de la autora está muy lejos de pretender remover conciencias, que serÃa lo único por lo que considerarÃa “justificable” la utilización de estas fotos.
En resumen, y en mi humilde opinión, un trabajo totalmente DELEZNABLE.
Un saludo.
Hola, Roberto.
Es normal que lo veas asÃ. Simplemente estaba escribiendo sobre esa moda tan popular en los años 20 y di con un trabajo actual que me parece que como mÃnimo hay que mostrar para hablar de esto hoy. Yo tampoco entiendo la taxidermia, ni me parece arte, ni coleccionarÃa animales disecados ni posarÃa con ellos. Vamos, que ni me acerco. Pero sà que me interesa mucho que esta unión (chica+animal disecado) se lleve dando tanto tiempo en fotografÃa y esta autora es la persona que, guste o no, puede contar algo al respecto hoy.
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