Los arquitectos de la red han pasado a la acción para reivindicar la importancia de su trabajo. Existe una ignorancia generalizada sobre la labor del programador que lleva a muchos emprendedores (que no son programadores) a considerar que es algo tan sencillo como poner ladrillos. Nada más lejos de la realidad. “Es un trabajo creativo y artesanal”, defendió el programador y emprendedor David Bonilla anoche en un encuentro celebrado en Utopic_US para conectar a estos dos perfiles.
Bonilla no pide que todo el mundo intente convertirse en experto en la materia. Simplemente pide que los emprendedores hagan un esfuerzo para entender lo que hacen. “Hay una tendencia a mitificar la idea del emprendedor. Pero nadie sabe mejor que un programador que esa idea no vale nada sin un buen desarrollo detrás. Es un trabajo durísimo que requiere un esfuerzo intelectual brutal”, añadió Bonilla.
Eso incluye valorar de forma correcta el trabajo de un programador en el arranque de un proyecto. “Si no puedes pagar un sueldo acorde al trabajo deberías ofrecer una participación digna en la empresa. Un 3% son cacahuetes”. Pero el dinero no es lo único que reclaman. “Tienes que vender un proyecto que ilusione”.
El programador perdido
El evento de anoche se creó a raíz de una polémica generada por un artículo de Enrique Dans titulado “El programador perdido”. La columna fue publicada a principios de junio en Expansión. En él, Dans se lamentaba de la falta de programadores en España en contraste con Estados Unidos, donde “hay un auténtico culto al desarrollador”.
En España, las personas de verdad capaces de convertirse en el alma de un proyecto y transformar su esencia e ideas en código, esos participantes esenciales a los que se entregan acciones para asegurar que permanecen en él, prácticamente no existen. Pero no, no es porque se les pague poco: es que no se encuentran ni debajo de las piedras. El concepto y consideración social del programador como tal es sencillamente erróneo.
Resultado: Polémica. Más de 100 comentarios en los que había muchos insultos de programadores ofendidos. Pero también un debate constructivo.
David Bonilla respondió con un artículo absolutamente contrario a la visión de Dans pero también lleno de autocrítica. El problema, según el, no es uno de talento. Sino de valoración del talento.
Es cierto que en España es difícil encontrar buenos programadores. Difícil, pero no imposible. Si quieres encontrar un buen programador, básicamente sólo tienes que hacer una cosa: pagarlo.
Conozco a más de un CEO que afirma que no pueden permitirse ofrecer más de 33.000€ por ese gran programador que andan buscando desesperadamente, a pesar de que les intentes convencer de que sus posibilidades aumentarían exponencialmente si ofrecieran 40.000. Es hora de que alguien les diga la verdad: si permites que tu proyecto se pare o pierda time-to-market por 7.000€ al año, o eres un CEO de mierda o lo es tu proyecto. Deja de “jugar a las empresas” y despierta. Esto es la vida real, no el mundo falso y seguro de tu hoja Excel.
Hemos llegado a esta situación grotesca gracias a una cultura empresarial anclada en la Revolución Industrial, donde no se reconoce la excepcionalidad y la individualidad; al trabajador se le sigue llamando recurso humano; y el único factor que se considera de una oferta es el precio, no la calidad. ¿Cómo vamos a conseguir empresas informáticas que incentiven a los buenos técnicos si sus clientes no están dispuestos a pagar más por ellos?
Los principales responsables: los bancos y grandes corporaciones de este país, grandes aficionados a comprar bolsas de horas y subcontratar un 80-90% de su plantilla informática, sólo para que los gastos fijos de sus balances sean menores y así su acción suba siguiendo los dictámenes de “los Mercados”.
(…) Aquí, con un paro desbocado, nos llaman inmovilistas por decir que no a maravillosos proyectos mal financiados -y, por tanto, con escasísimas posibilidades de éxito o venta- rebajando nuestro salario hasta un 60%… a cambio del 1% de las acciones de algo que no vale nada.
Enrique, David, os propongo que juntemos a todos los buenos programadores que podamos y a todos los empresarios (de startup o no) que podamos y les demos tiempo para hablar entre ellos. Os propongo organizar un gran openspace donde podamos enriquecernos todos con las discusiones bien argumentadas y alejadas de dogmatismos que se producen cuando las personas se conocen y se hablan cara a cara. Me gustaría poder buscar salidas a los problemas que plantean gente como PeteteMundial en los comentarios del blog de Enrique (y también en el de David) y creo que esto ayudaría a conseguirlo.
Lo que pretendo es que resolvamos de una vez por todas esa brecha que tenemos entre programadores y el resto del mundo porque no es más que la manifestación de nuestro complejo de inferioridad. Nos creemos menos que otros (por las razones que sean) y por eso reaccionamos como si nos agredieran o, peor aún, como si el mundo nos debiera algo. Es una reacción natural, pero no es inteligente, porque al hacerlo nosotros mismos nos estamos separando de la solución al problema. Tenemos la obligación de acercarnos al resto del negocio del desarrollo del software. Tenemos la obligación de dar un paso adelante y ofrecernos como parte de la solución. No estoy diciendo que bajemos los precios de lo que hacemos, no estoy hablando de dinero (aunque forma parte del problema) sino de actitud. Tenemos que salir de los cubículos y relacionarnos con el resto de los implicados en el negocio del desarrollo del software. Y así, todos juntos, podremos ayudarnos a hacer que las cosas ocurran, demostrarnos a nosotros mismos que somos mejores de lo que pensabamos y tirar definitivamente ese complejo de inferioridad al cubo de la basura.
Durante el evento se habló de temas como la importancia de contratar a un buen CTO que actúe de puente entre el negocio y los desarrolladores, o si conviene subcontratar o no los servicios de desarrollo de un empresa. Pero lo que realmente trascendió es que existe una gran brecha entre los que manejan el dinero y los que crean la arquitectura de los proyectos en internet.
Un último consejo. El que quiera acercarse a ellos no los encontrará en eventos de emprendedores como Iniciador. “Tienes que ir a sitios como BetaBeers o Codemotion”, explicó Beas.
Los arquitectos de la red han pasado a la acción para reivindicar la importancia de su trabajo. Existe una ignorancia generalizada sobre la labor del programador que lleva a muchos emprendedores (que no son programadores) a considerar que es algo tan sencillo como poner ladrillos. Nada más lejos de la realidad. “Es un trabajo creativo y artesanal”, defendió el programador y emprendedor David Bonilla anoche en un encuentro celebrado en Utopic_US para conectar a estos dos perfiles.
Bonilla no pide que todo el mundo intente convertirse en experto en la materia. Simplemente pide que los emprendedores hagan un esfuerzo para entender lo que hacen. “Hay una tendencia a mitificar la idea del emprendedor. Pero nadie sabe mejor que un programador que esa idea no vale nada sin un buen desarrollo detrás. Es un trabajo durísimo que requiere un esfuerzo intelectual brutal”, añadió Bonilla.
Eso incluye valorar de forma correcta el trabajo de un programador en el arranque de un proyecto. “Si no puedes pagar un sueldo acorde al trabajo deberías ofrecer una participación digna en la empresa. Un 3% son cacahuetes”. Pero el dinero no es lo único que reclaman. “Tienes que vender un proyecto que ilusione”.
El programador perdido
El evento de anoche se creó a raíz de una polémica generada por un artículo de Enrique Dans titulado “El programador perdido”. La columna fue publicada a principios de junio en Expansión. En él, Dans se lamentaba de la falta de programadores en España en contraste con Estados Unidos, donde “hay un auténtico culto al desarrollador”.
En España, las personas de verdad capaces de convertirse en el alma de un proyecto y transformar su esencia e ideas en código, esos participantes esenciales a los que se entregan acciones para asegurar que permanecen en él, prácticamente no existen. Pero no, no es porque se les pague poco: es que no se encuentran ni debajo de las piedras. El concepto y consideración social del programador como tal es sencillamente erróneo.
Resultado: Polémica. Más de 100 comentarios en los que había muchos insultos de programadores ofendidos. Pero también un debate constructivo.
David Bonilla respondió con un artículo absolutamente contrario a la visión de Dans pero también lleno de autocrítica. El problema, según el, no es uno de talento. Sino de valoración del talento.
Es cierto que en España es difícil encontrar buenos programadores. Difícil, pero no imposible. Si quieres encontrar un buen programador, básicamente sólo tienes que hacer una cosa: pagarlo.
Conozco a más de un CEO que afirma que no pueden permitirse ofrecer más de 33.000€ por ese gran programador que andan buscando desesperadamente, a pesar de que les intentes convencer de que sus posibilidades aumentarían exponencialmente si ofrecieran 40.000. Es hora de que alguien les diga la verdad: si permites que tu proyecto se pare o pierda time-to-market por 7.000€ al año, o eres un CEO de mierda o lo es tu proyecto. Deja de “jugar a las empresas” y despierta. Esto es la vida real, no el mundo falso y seguro de tu hoja Excel.
Hemos llegado a esta situación grotesca gracias a una cultura empresarial anclada en la Revolución Industrial, donde no se reconoce la excepcionalidad y la individualidad; al trabajador se le sigue llamando recurso humano; y el único factor que se considera de una oferta es el precio, no la calidad. ¿Cómo vamos a conseguir empresas informáticas que incentiven a los buenos técnicos si sus clientes no están dispuestos a pagar más por ellos?
Los principales responsables: los bancos y grandes corporaciones de este país, grandes aficionados a comprar bolsas de horas y subcontratar un 80-90% de su plantilla informática, sólo para que los gastos fijos de sus balances sean menores y así su acción suba siguiendo los dictámenes de “los Mercados”.
(…) Aquí, con un paro desbocado, nos llaman inmovilistas por decir que no a maravillosos proyectos mal financiados -y, por tanto, con escasísimas posibilidades de éxito o venta- rebajando nuestro salario hasta un 60%… a cambio del 1% de las acciones de algo que no vale nada.
Enrique, David, os propongo que juntemos a todos los buenos programadores que podamos y a todos los empresarios (de startup o no) que podamos y les demos tiempo para hablar entre ellos. Os propongo organizar un gran openspace donde podamos enriquecernos todos con las discusiones bien argumentadas y alejadas de dogmatismos que se producen cuando las personas se conocen y se hablan cara a cara. Me gustaría poder buscar salidas a los problemas que plantean gente como PeteteMundial en los comentarios del blog de Enrique (y también en el de David) y creo que esto ayudaría a conseguirlo.
Lo que pretendo es que resolvamos de una vez por todas esa brecha que tenemos entre programadores y el resto del mundo porque no es más que la manifestación de nuestro complejo de inferioridad. Nos creemos menos que otros (por las razones que sean) y por eso reaccionamos como si nos agredieran o, peor aún, como si el mundo nos debiera algo. Es una reacción natural, pero no es inteligente, porque al hacerlo nosotros mismos nos estamos separando de la solución al problema. Tenemos la obligación de acercarnos al resto del negocio del desarrollo del software. Tenemos la obligación de dar un paso adelante y ofrecernos como parte de la solución. No estoy diciendo que bajemos los precios de lo que hacemos, no estoy hablando de dinero (aunque forma parte del problema) sino de actitud. Tenemos que salir de los cubículos y relacionarnos con el resto de los implicados en el negocio del desarrollo del software. Y así, todos juntos, podremos ayudarnos a hacer que las cosas ocurran, demostrarnos a nosotros mismos que somos mejores de lo que pensabamos y tirar definitivamente ese complejo de inferioridad al cubo de la basura.
Durante el evento se habló de temas como la importancia de contratar a un buen CTO que actúe de puente entre el negocio y los desarrolladores, o si conviene subcontratar o no los servicios de desarrollo de un empresa. Pero lo que realmente trascendió es que existe una gran brecha entre los que manejan el dinero y los que crean la arquitectura de los proyectos en internet.
Un último consejo. El que quiera acercarse a ellos no los encontrará en eventos de emprendedores como Iniciador. “Tienes que ir a sitios como BetaBeers o Codemotion”, explicó Beas.
No creo que sea sólo cosa de programadores, es la cultura empresarial del pelotazo de este país. En cuanto a Diseño y comunicación el problema es el mismo con el agravante de que todo el mundo cree que sabe de la materia porque les gusta un color y una vez hicieron una chorrada en photoshop. El problema es que los “emprendedores” no están dispuestos a pagar lo que valen las cosas, buscan el beneficio fácil, rápido y desmedido; en este país no hay una cultura de montar un negocio para poder vivir de él, si no para forrarse en el plazo más corto posible.
Muy bueno, aunque no el problema no es limitado a los programadores –puede sin embargo que sí sean de los erróneamente menos visibles y por lo tanto más afectados–, pero estoy segura que cualquiera de los lectores de este artículo como yo están hartos de verlo en cualquier departamento/posición/ámbito/proyecto de la empresa. El ahorro por el ahorro sale caro, además de ser una completa estupidez. Todo esto es una obviedad, pero habrá a quien haya que explicárselo. Está en nuestra mano, no?
La programación tiene poco de artesanía y mucho de ingeniería. Por ello en los años 70 se creó una rama conocida como Ingeniería del Software.
La tarea de programador no es para nada sencilla y cualquiera no puede realizarla si pretende realizar un trabajo mínimamente decente y profesional
Los técnicos nunca acaban de entender que el pagar más o menos no tienen nada que ver con valorar una labor. Es algo de lo que no salen. Una empresa que fabrique bicicletas a bajo costo no puede pagar a su ingeniero que hace bicicletas como a un ingeniero de Formula 1, aunque sea igual de bueno y haya estudiado en la misma Escuela Técnica para superdotados.
Luego está ese empeño en decir que las empresas sólo saben ahorrar y eso es malo para el negocio ¿ahora resulta que son los ingenieros lo que de verdad saben de negocios, sin haber estudiado ciencias empresariales y sin haber estado nunca al frente de una empresa?¿y se quejan de que los empresarios desconocen su trabajo?¿no pasa también al contrario?.
Los bancos externalizan sus servicios informáticos porque su forma de ganar dinero es prestando dinero, concediendo hipotecas, y lo informático sólo es una commodity para ellos, como la electricidad. No son una empresa tecnológica. Todos los bancos tienen ya ordenadores y cajeros automáticos, faltaría más, no les diferencia en nada, y por eso quieren ahorrar ahí, porque no consiguen más dinero ni más clientes por tener el mejor equipo informático del mundo. De hecho ni lo notarían en sus cuentas.
Por cierto, hay buenísmos artesanos del mimbre, pero para ganarse la vida deben hacer verdaderas y únicas obras de arte, para que se las compren los ricos, porque la gente normal prefiere cosas de plástico, que son más feas pero más baratas. El dinero prefieren gastarlo en comida, vestido y algún capricho.
No creo que sea sólo cosa de programadores, es la cultura empresarial del pelotazo de este país. En cuanto a Diseño y comunicación el problema es el mismo con el agravante de que todo el mundo cree que sabe de la materia porque les gusta un color y una vez hicieron una chorrada en photoshop. El problema es que los “emprendedores” no están dispuestos a pagar lo que valen las cosas, buscan el beneficio fácil, rápido y desmedido; en este país no hay una cultura de montar un negocio para poder vivir de él, si no para forrarse en el plazo más corto posible.
Muy bueno, aunque no el problema no es limitado a los programadores –puede sin embargo que sí sean de los erróneamente menos visibles y por lo tanto más afectados–, pero estoy segura que cualquiera de los lectores de este artículo como yo están hartos de verlo en cualquier departamento/posición/ámbito/proyecto de la empresa. El ahorro por el ahorro sale caro, además de ser una completa estupidez. Todo esto es una obviedad, pero habrá a quien haya que explicárselo. Está en nuestra mano, no?
Conocía el post de EDans pero el de Bonilla, que me ha recordado mucho a este del diseñado Andy Budd de hace unos meses
http://www.andybudd.com/archives/2012/03/most_web_design_agencies_suck/
La programación tiene poco de artesanía y mucho de ingeniería. Por ello en los años 70 se creó una rama conocida como Ingeniería del Software.
La tarea de programador no es para nada sencilla y cualquiera no puede realizarla si pretende realizar un trabajo mínimamente decente y profesional
Los técnicos nunca acaban de entender que el pagar más o menos no tienen nada que ver con valorar una labor. Es algo de lo que no salen. Una empresa que fabrique bicicletas a bajo costo no puede pagar a su ingeniero que hace bicicletas como a un ingeniero de Formula 1, aunque sea igual de bueno y haya estudiado en la misma Escuela Técnica para superdotados.
Luego está ese empeño en decir que las empresas sólo saben ahorrar y eso es malo para el negocio ¿ahora resulta que son los ingenieros lo que de verdad saben de negocios, sin haber estudiado ciencias empresariales y sin haber estado nunca al frente de una empresa?¿y se quejan de que los empresarios desconocen su trabajo?¿no pasa también al contrario?.
Los bancos externalizan sus servicios informáticos porque su forma de ganar dinero es prestando dinero, concediendo hipotecas, y lo informático sólo es una commodity para ellos, como la electricidad. No son una empresa tecnológica. Todos los bancos tienen ya ordenadores y cajeros automáticos, faltaría más, no les diferencia en nada, y por eso quieren ahorrar ahí, porque no consiguen más dinero ni más clientes por tener el mejor equipo informático del mundo. De hecho ni lo notarían en sus cuentas.
Por cierto, hay buenísmos artesanos del mimbre, pero para ganarse la vida deben hacer verdaderas y únicas obras de arte, para que se las compren los ricos, porque la gente normal prefiere cosas de plástico, que son más feas pero más baratas. El dinero prefieren gastarlo en comida, vestido y algún capricho.
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