17 de septiembre 2013    /   BUSINESS
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La rebelión de los jubilados

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Esta es la historia de una legión de jubilados que se resiste a matar el tiempo en el bar o apolillÔndose en el sofÔ frente a la tele. Tampoco les ha dado por caminar en grupo a paso ligero, el aquagym o el taichí. Llamémosles raros. EstÔ bien. Llamémosles raros, pero seguramente ni se inmuten porque a estas alturas les resbala la mayoría de cosas que no tengan que ver con lo esencial. Y en su caso lo esencial se reduce a la sencillez de un terruño, cuatro tomateras y un poco de mimo diario.

Lo que hace de esta historia llamativa no es que cultiven sin Ć”nimo de lucro —prĆ”cticamente regalan todo lo que recogen— sino que se han montado sus huertos a pie de rondas de circunvalación, bajo torres de alta tensión o a pocos metros de las vĆ­as del tren. En esos espacios vacĆ­os, mĆ”rgenes difusos en la periferia de la ciudad, regados por el Ćŗltimo tramo de los rĆ­os que bordean Barcelona justo antes de morir en el MediterrĆ”neo. Son hectĆ”reas y hectĆ”reas de tierra fĆ©rtil que no tienen un uso definido porque la propia lógica de los planes urbanĆ­sticos les otorgan ese cometido inĆŗtil: definir franjas, donde empieza y termina la urbe. Solo eso.

Ocurre, sin embargo, que a estos jubilados les llama, precisamente, esa tierra de nadie. Y mĆ”s si en ella se puede cultivar. Y, de paso, encontrar en el cuidado de su parcela un entretenimiento diario. AsĆ­ que cuando la administración de turno planea desmantelar sus huertos bajo criterios medioambientales y —atención— estĆ©ticos, ellos arquean una ceja y, como si nada, siguen con lo suyo. DecĆ­a el poeta Oliver Wendell Holmes que el joven conoce las reglas y el viejo las excepciones. Pues eso. Entre el cemento y el hierro inertes que cuartean los lĆ­mites de la ciudad, estos jubilados hacen crecer excepciones a base de imaginación y creatividad.

Pau Faus (Barcelona, 1974) es arquitecto de formación aunque Ć©l se define como artista visual y constructor. AtraĆ­do por lo que Ć©l denomina ā€œlos bastidores de la ciudadā€, inició en 2007 un trabajo sobre los huertos autoconstruidos en la periferia de Barcelona. DespuĆ©s de tres aƱos de investigación terminó plasmando la vida de estos ā€˜huerteros’ en un libro-diccionario y un corto documental titulado La Ciudad Jubilada, y que ha sido expuesto recientemente en el Festival de Arquitectura Eme3.

A travĆ©s de la fotografĆ­a, el vĆ­deo y el texto, Faus describe este fenómeno de autogestión que lleva aƱos desarrollĆ”ndose en el extrarradio de Barcelona —y de otras tantas ciudades— e invita a reflexionar modelos alternativos de relación con el entorno urbano. ā€œEl objetivo principal —explica el artista— es reivindicar otros modos de usar la ciudad mĆ”s allĆ” de aquellos definidos de antemano. La inmensa mayorĆ­a de las apropiaciones autónomas por parte de la ciudadanĆ­a en los entornos urbanos suelen ser puro sentido comĆŗn. En el caso de los huertos, cultivar tierras vacĆ­as al lado de los rĆ­os. Eso deberĆ­a prevalecer por encima de lo que algĆŗn urbanista decidió en su dĆ­a para esos lugaresā€.

Y lo que se decidió en Barcelona es que las vĆ­as de comunicación que escupen y absorben gente desde y hacia la ciudad aprovechen los corredores naturales (los rĆ­os Llobregat y Besòs), generando kilómetros de franjas de tierra ā€˜abandonadas’ y sin utilidad aparente. ā€œLo interesante es que no son espacios vacĆ­os, por mucho que la normativa insista en definirlos asĆ­. QuerĆ­a enfatizar en esa doble realidad urbana: la planificada (el vacĆ­o como espacio descartado) y la usada (el vacĆ­o como lugar de posibilidades)ā€. El urbanismo sigue siendo, segĆŗn Faus, una disciplina concluyente —en su sentido literal: que concluye, que convence sin dejar espacio para la duda o la discusión, irrebatible—. Y que creer que la ciudad es algo que uno puede anticipar al cien por cien es vivir muy alejado de la realidad. ā€œLa mayorĆ­a de reinterpretaciones que la ciudadanĆ­a hace de esos espacios supuestamente concluidos se concibe a menudo como una amenaza al orden establecido, el Ćŗnico, el correcto. A mĆ­ en cambio me gusta pensar que lo urbano no se planifica, lo urbano ocurre. Evidentemente, son necesarios ciertos parĆ”metros bĆ”sicos de planificación, pero el resto deberĆ­a permanecer siempre abierto a incorporar, o al menos considerar, los usos que la ciudadanĆ­a vaya fundando autónomamenteā€.

AUTONOMIA

Sin embargo, en cuanto un ayuntamiento analiza el fenómeno de los huertos espontĆ”neos en sus ā€˜dominios’, no se suele tener en consideración las necesidades reales de sus creadores. Las dos posturas que adoptan son: o bien decir que se trata de ocupaciones ilegales que se toleran hasta próximo aviso, o directamente sustituir esos huertos autoconstruidos por huertos municipales. ā€œSobre esta segunda postura no tendrĆ­a ningĆŗn problema, siempre y cuando se considerara como un complemento y no como un sustituto. Y sobre la primera, considero sumamente arrogante no cuantificar los beneficios que esos huertos han dado y siguen dando a las poblaciones de la periferia de Barcelona. Hay que tener en cuenta que la mayorĆ­a de los ā€˜huerteros’ son jubilados que se mantienen sanos y ocupados por su cuenta sin que la administración pague ni un euro por ello, y que ademĆ”s con su actividad mantienen gratuitamente los mĆ”rgenes de los rĆ­os mucho mĆ”s limpios que allĆ­ donde no hay huertosā€.

La Ciudad Jubilada pone de manifiesto el choque entre las ideas de los urbanistas y las de los ciudadanos. ĀæCuĆ”l de las dos es mĆ”s cierta? ā€œLa planificación urbana sigue definiendo como franjas de seguridad para el trĆ”fico rodado o ferroviario lugares donde hace dĆ©cadas que hay huertos, incluso allĆ­ donde los huertos ya estaban antes de esa planificación. Y que yo sepa, aĆŗn no ha descarrilado ningĆŗn tren por culpa de una tomateraā€.

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Esta es la historia de una legión de jubilados que se resiste a matar el tiempo en el bar o apolillÔndose en el sofÔ frente a la tele. Tampoco les ha dado por caminar en grupo a paso ligero, el aquagym o el taichí. Llamémosles raros. EstÔ bien. Llamémosles raros, pero seguramente ni se inmuten porque a estas alturas les resbala la mayoría de cosas que no tengan que ver con lo esencial. Y en su caso lo esencial se reduce a la sencillez de un terruño, cuatro tomateras y un poco de mimo diario.

Lo que hace de esta historia llamativa no es que cultiven sin Ć”nimo de lucro —prĆ”cticamente regalan todo lo que recogen— sino que se han montado sus huertos a pie de rondas de circunvalación, bajo torres de alta tensión o a pocos metros de las vĆ­as del tren. En esos espacios vacĆ­os, mĆ”rgenes difusos en la periferia de la ciudad, regados por el Ćŗltimo tramo de los rĆ­os que bordean Barcelona justo antes de morir en el MediterrĆ”neo. Son hectĆ”reas y hectĆ”reas de tierra fĆ©rtil que no tienen un uso definido porque la propia lógica de los planes urbanĆ­sticos les otorgan ese cometido inĆŗtil: definir franjas, donde empieza y termina la urbe. Solo eso.

Ocurre, sin embargo, que a estos jubilados les llama, precisamente, esa tierra de nadie. Y mĆ”s si en ella se puede cultivar. Y, de paso, encontrar en el cuidado de su parcela un entretenimiento diario. AsĆ­ que cuando la administración de turno planea desmantelar sus huertos bajo criterios medioambientales y —atención— estĆ©ticos, ellos arquean una ceja y, como si nada, siguen con lo suyo. DecĆ­a el poeta Oliver Wendell Holmes que el joven conoce las reglas y el viejo las excepciones. Pues eso. Entre el cemento y el hierro inertes que cuartean los lĆ­mites de la ciudad, estos jubilados hacen crecer excepciones a base de imaginación y creatividad.

Pau Faus (Barcelona, 1974) es arquitecto de formación aunque Ć©l se define como artista visual y constructor. AtraĆ­do por lo que Ć©l denomina ā€œlos bastidores de la ciudadā€, inició en 2007 un trabajo sobre los huertos autoconstruidos en la periferia de Barcelona. DespuĆ©s de tres aƱos de investigación terminó plasmando la vida de estos ā€˜huerteros’ en un libro-diccionario y un corto documental titulado La Ciudad Jubilada, y que ha sido expuesto recientemente en el Festival de Arquitectura Eme3.

A travĆ©s de la fotografĆ­a, el vĆ­deo y el texto, Faus describe este fenómeno de autogestión que lleva aƱos desarrollĆ”ndose en el extrarradio de Barcelona —y de otras tantas ciudades— e invita a reflexionar modelos alternativos de relación con el entorno urbano. ā€œEl objetivo principal —explica el artista— es reivindicar otros modos de usar la ciudad mĆ”s allĆ” de aquellos definidos de antemano. La inmensa mayorĆ­a de las apropiaciones autónomas por parte de la ciudadanĆ­a en los entornos urbanos suelen ser puro sentido comĆŗn. En el caso de los huertos, cultivar tierras vacĆ­as al lado de los rĆ­os. Eso deberĆ­a prevalecer por encima de lo que algĆŗn urbanista decidió en su dĆ­a para esos lugaresā€.

Y lo que se decidió en Barcelona es que las vĆ­as de comunicación que escupen y absorben gente desde y hacia la ciudad aprovechen los corredores naturales (los rĆ­os Llobregat y Besòs), generando kilómetros de franjas de tierra ā€˜abandonadas’ y sin utilidad aparente. ā€œLo interesante es que no son espacios vacĆ­os, por mucho que la normativa insista en definirlos asĆ­. QuerĆ­a enfatizar en esa doble realidad urbana: la planificada (el vacĆ­o como espacio descartado) y la usada (el vacĆ­o como lugar de posibilidades)ā€. El urbanismo sigue siendo, segĆŗn Faus, una disciplina concluyente —en su sentido literal: que concluye, que convence sin dejar espacio para la duda o la discusión, irrebatible—. Y que creer que la ciudad es algo que uno puede anticipar al cien por cien es vivir muy alejado de la realidad. ā€œLa mayorĆ­a de reinterpretaciones que la ciudadanĆ­a hace de esos espacios supuestamente concluidos se concibe a menudo como una amenaza al orden establecido, el Ćŗnico, el correcto. A mĆ­ en cambio me gusta pensar que lo urbano no se planifica, lo urbano ocurre. Evidentemente, son necesarios ciertos parĆ”metros bĆ”sicos de planificación, pero el resto deberĆ­a permanecer siempre abierto a incorporar, o al menos considerar, los usos que la ciudadanĆ­a vaya fundando autónomamenteā€.

AUTONOMIA

Sin embargo, en cuanto un ayuntamiento analiza el fenómeno de los huertos espontĆ”neos en sus ā€˜dominios’, no se suele tener en consideración las necesidades reales de sus creadores. Las dos posturas que adoptan son: o bien decir que se trata de ocupaciones ilegales que se toleran hasta próximo aviso, o directamente sustituir esos huertos autoconstruidos por huertos municipales. ā€œSobre esta segunda postura no tendrĆ­a ningĆŗn problema, siempre y cuando se considerara como un complemento y no como un sustituto. Y sobre la primera, considero sumamente arrogante no cuantificar los beneficios que esos huertos han dado y siguen dando a las poblaciones de la periferia de Barcelona. Hay que tener en cuenta que la mayorĆ­a de los ā€˜huerteros’ son jubilados que se mantienen sanos y ocupados por su cuenta sin que la administración pague ni un euro por ello, y que ademĆ”s con su actividad mantienen gratuitamente los mĆ”rgenes de los rĆ­os mucho mĆ”s limpios que allĆ­ donde no hay huertosā€.

La Ciudad Jubilada pone de manifiesto el choque entre las ideas de los urbanistas y las de los ciudadanos. ĀæCuĆ”l de las dos es mĆ”s cierta? ā€œLa planificación urbana sigue definiendo como franjas de seguridad para el trĆ”fico rodado o ferroviario lugares donde hace dĆ©cadas que hay huertos, incluso allĆ­ donde los huertos ya estaban antes de esa planificación. Y que yo sepa, aĆŗn no ha descarrilado ningĆŗn tren por culpa de una tomateraā€.

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Opiniones 5
  • Lo que se predica en el texto y en la teorĆ­a estĆ” muy bien pero, personalmente, creo que el documental no refleja eso en absoluto. Una pena porque la historia podrĆ­a dar mucho mas de si.

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