Y lo que se decidió en Barcelona es que las vĆas de comunicación que escupen y absorben gente desde y hacia la ciudad aprovechen los corredores naturales (los rĆos Llobregat y Besòs), generando kilómetros de franjas de tierra āabandonadasā y sin utilidad aparente. āLo interesante es que no son espacios vacĆos, por mucho que la normativa insista en definirlos asĆ. QuerĆa enfatizar en esa doble realidad urbana: la planificada (el vacĆo como espacio descartado) y la usada (el vacĆo como lugar de posibilidades)ā. El urbanismo sigue siendo, segĆŗn Faus, una disciplina concluyente āen su sentido literal: que concluye, que convence sin dejar espacio para la duda o la discusión, irrebatibleā. Y que creer que la ciudad es algo que uno puede anticipar al cien por cien es vivir muy alejado de la realidad. āLa mayorĆa de reinterpretaciones que la ciudadanĆa hace de esos espacios supuestamente concluidos se concibe a menudo como una amenaza al orden establecido, el Ćŗnico, el correcto. A mĆ en cambio me gusta pensar que lo urbano no se planifica, lo urbano ocurre. Evidentemente, son necesarios ciertos parĆ”metros bĆ”sicos de planificación, pero el resto deberĆa permanecer siempre abierto a incorporar, o al menos considerar, los usos que la ciudadanĆa vaya fundando autónomamenteā.
Sin embargo, en cuanto un ayuntamiento analiza el fenómeno de los huertos espontĆ”neos en sus ādominiosā, no se suele tener en consideración las necesidades reales de sus creadores. Las dos posturas que adoptan son: o bien decir que se trata de ocupaciones ilegales que se toleran hasta próximo aviso, o directamente sustituir esos huertos autoconstruidos por huertos municipales. āSobre esta segunda postura no tendrĆa ningĆŗn problema, siempre y cuando se considerara como un complemento y no como un sustituto. Y sobre la primera, considero sumamente arrogante no cuantificar los beneficios que esos huertos han dado y siguen dando a las poblaciones de la periferia de Barcelona. Hay que tener en cuenta que la mayorĆa de los āhuerterosā son jubilados que se mantienen sanos y ocupados por su cuenta sin que la administración pague ni un euro por ello, y que ademĆ”s con su actividad mantienen gratuitamente los mĆ”rgenes de los rĆos mucho mĆ”s limpios que allĆ donde no hay huertosā.
Y lo que se decidió en Barcelona es que las vĆas de comunicación que escupen y absorben gente desde y hacia la ciudad aprovechen los corredores naturales (los rĆos Llobregat y Besòs), generando kilómetros de franjas de tierra āabandonadasā y sin utilidad aparente. āLo interesante es que no son espacios vacĆos, por mucho que la normativa insista en definirlos asĆ. QuerĆa enfatizar en esa doble realidad urbana: la planificada (el vacĆo como espacio descartado) y la usada (el vacĆo como lugar de posibilidades)ā. El urbanismo sigue siendo, segĆŗn Faus, una disciplina concluyente āen su sentido literal: que concluye, que convence sin dejar espacio para la duda o la discusión, irrebatibleā. Y que creer que la ciudad es algo que uno puede anticipar al cien por cien es vivir muy alejado de la realidad. āLa mayorĆa de reinterpretaciones que la ciudadanĆa hace de esos espacios supuestamente concluidos se concibe a menudo como una amenaza al orden establecido, el Ćŗnico, el correcto. A mĆ en cambio me gusta pensar que lo urbano no se planifica, lo urbano ocurre. Evidentemente, son necesarios ciertos parĆ”metros bĆ”sicos de planificación, pero el resto deberĆa permanecer siempre abierto a incorporar, o al menos considerar, los usos que la ciudadanĆa vaya fundando autónomamenteā.
Sin embargo, en cuanto un ayuntamiento analiza el fenómeno de los huertos espontĆ”neos en sus ādominiosā, no se suele tener en consideración las necesidades reales de sus creadores. Las dos posturas que adoptan son: o bien decir que se trata de ocupaciones ilegales que se toleran hasta próximo aviso, o directamente sustituir esos huertos autoconstruidos por huertos municipales. āSobre esta segunda postura no tendrĆa ningĆŗn problema, siempre y cuando se considerara como un complemento y no como un sustituto. Y sobre la primera, considero sumamente arrogante no cuantificar los beneficios que esos huertos han dado y siguen dando a las poblaciones de la periferia de Barcelona. Hay que tener en cuenta que la mayorĆa de los āhuerterosā son jubilados que se mantienen sanos y ocupados por su cuenta sin que la administración pague ni un euro por ello, y que ademĆ”s con su actividad mantienen gratuitamente los mĆ”rgenes de los rĆos mucho mĆ”s limpios que allĆ donde no hay huertosā.
Lo que se predica en el texto y en la teorĆa estĆ” muy bien pero, personalmente, creo que el documental no refleja eso en absoluto. Una pena porque la historia podrĆa dar mucho mas de si.
Lo que se predica en el texto y en la teorĆa estĆ” muy bien pero, personalmente, creo que el documental no refleja eso en absoluto. Una pena porque la historia podrĆa dar mucho mas de si.
Comentarios cerrados.