La rebelión de los mujercitos
”Yorokobu gratis en formato digital!
En los textos del extinto periódico policiaco Alarma! que la mexicana Susana Vargas ha seleccionado para su nuevo libro, a las mujeres de las que se habla se las califica de Ā«pervertidas, degeneradas, depravadas y asquerosasĀ». Lo que se ve en las fotos que ilustran la mayorĆa de esos mismos sucesos, son unas damas Ā«sensuales, hermosas, femeninas»⦠aporta la firmante.
Ā«Son mujercitos. AsĆ se apelaba denigratoriamente en MĆ©xico a estos hombres que se vestĆan de mujer. Los de esta recopilación lo hacĆan entre los 60 y los 80, y eran clase obrera, travestidos y para sobrevivir se dedicaban al negocio del sexo. Yo puse Mujercitos (editorial RM) como tĆtulo al libro porque a mi me parece que es algo mĆ”s que un apelativo ofensivo, pienso que es un sĆmbolo de rebeldĆa, de resistenciaĀ».
Todo empezó con una tesis. La de Vargas se llamabaĀ Alarma! Mujercitos performando el gĆ©nero en un sistema so-cultural pigmentocrĆ”tico. El germen de aquello fueron los ejemplares de ese periódico de nota roja que la autora habĆa localizado en el mercadillo defeƱo de la Lagunilla, una publicación mĆtica de actualidad rabiosa sobre los crĆmenes atroces de la urbe.
Ā«Las revistas eran de entre los aƱos 1963 y 1986. Me llamó mucho la atención que en esa Ć©poca, en una sociedad homofóbica, transfóbica y machista, existieran este tipo de publicaciones. Aparecen sujetos transgrediendo el gĆ©nero. De algĆŗn modo, aunque fuera para hablar de sus detenciones, o de sus asesinatos en algunos pocos casos, eran una minorĆa perseguida que se estaba haciendo notoria gracias a esas noticias muchas vecesĀ», explica. Ā«Eran su publicidad. Las fotos de esas detenidas son las de mujeres dignas, bellas. Eso era una manera de revolucionarse, de demostrar su identidad. No me hubiera esperado un acto asĆ en un paĆs como MĆ©xicoĀ».
Vargas ha investigado que lejos de tratarse de un fenómeno moderno, los grupĆŗsculos de individuos con Ā«sexualidades no normativasĀ» son un hecho de siempre. Como ejemplo arcaico pone el caso de Ā«el baile de los 41Ā», un suceso que ocurrió en 1901. Ā«En MĆ©xico ā41ā significa ser gayĀ», explica, Ā«fue por una redada de una fiesta de 42 hombres, en una casa del centro de la ciudad. Eran todos homosexuales y algunos estaban vestidos de mujer. Lo que ocurrió es que se escapó uno, Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio DĆaz, que obviamente no fue enjuiciado por eso. A los 41 se les acusó de faltas a la moral y a las buenas costumbres [fueron enviados a realizar trabajos forzados en Oaxaca]. Pero todo el mundo sabĆa que pasaban estas cosas. La razón por la que les pillaron es porque los vecinos se quejaron del ruidoĀ».
Para su tesis y su encuadernación, con diseƱo de Olivier Andreotti inspirado en las pĆ”ginas de Alarma! y prólogo del crĆtico CuauhtĆ©moc Medina, la autora quiso centrarse en dos dĆ©cadas en las que Ā«los ambientes en los que se movĆan los mujercitos eran distintos que aquellos de principios de sigloĀ».
Ā«En esta Ć©poca los hombres vestidos de mujer son sin duda los peor parados de todos las identidades sexogenĆ©ricas, y no vienen de una clase alta, sino de los sectores mĆ”s humildes, algo que sorprende porque creemos que la clase baja es la mĆ”s violenta y la mĆ”s cerrada a admitir a estos individuos, y sin embargo es el la que mĆ”s se permite esta transgresión del sexoĀ». Ā«Y son precisamente estos individuos, los mujercitos, los que mĆ”s han defendido los derechos colectivos de todos los demĆ”s tipos de minorĆasĀ».
Vargas opina que actualmente existe una heteronormatividad y una homonormatividad. «La de la heterosexualidad es histórica, pero por ejemplo ahora, también muchos homosexuales se han subido al carro del neoliberalismo, y piensan desde un foco individual. Las circunstancias les benefician: imagina una familia con el sueldo de dos hombres, y sin hijos⦠la sociedad tiene en cuenta su poder adquisitivo y se hacen planes enfocados a ellos. Lo mismo le ha pasado a movimientos como el feminismo. Antes era mÔs radical y mÔs colectivo, ahora muchas veces se asocia con la idea de mujer con individualidad financiera. Pero eso no deja de ser otra idea procedente del neoliberalismo, no es el feminismo de la equidad. Incluso la comunidad transexual y transgénero ha conseguido algo. Suelen ser personas con una mayor movilidad económica, que a menudo tienen dinero para acceder a cosas como operaciones de cambio de sexo».
La autora sostiene que los mujercitos, Ā«a los que podrĆamos considerar travestisĀ» pero prefiere abstenerse porque Ā«cada uno tiene una consideración individualĀ», Ā«nunca pudieron subir el ese escalón socioeconómicoĀ». Ā«Ellas son las que salĆan en estas noticias de nota roja, de crĆmenes; nunca llegaron a tener una capacidad económica solvente; algunas morĆan asesinadas y muchas no sobrevivieron al VIH de los 80. Si tenĆan una redada, se las culpaba a ellas de haber engaƱado al cliente con el que se estaban prostituyendo en vez de al cliente; y todo eso, ademĆ”s de por su aspecto, era debido a pertenecer a la clase baja. En MĆ©xico no se puede hablar de gĆ©nero sin hablar de clase y tonalidad e la piel. Y la tonalidad de la piel ademĆ”s se hace, uno es mĆ”s o menos blanco depende del restaurante donde comaĀ».
Miradas voraces de hombres-mujeres que acababan de ser detenidos. Afrenta directa al objetivo de un fotoperiodista que cubre un suceso donde ellas son el cuerpo del delito, literalmente hablando. Lo que quiere resaltar el libro segĆŗn Vargas es como aquella Ć©poca de duro rĆ©gimen polĆtico, Ā«precisamente por existir una persecución, hizo que se reivindicaran cambiosĀ». Ā«Estas imĆ”genes de una revista con una tirada de medio millón de ejemplares, donde una vez al mes salĆa una noticia de un mujercitos, durante 20 aƱos, incidieron extensamente en un imaginario nacional de sexualidades no normativasĀ».
«Quieren decir aquà estoy, y miro a la cÔmara seductora aunque el texto que acompañe mi imagen sea para insultarme, y me reivindico. Yo, que pertenezco al sector mÔs perseguido y defenestrado de todos. Y también reivindico por los derechos de los demÔs porque vengo de lo mÔs bajo», pone como conclusión al fenómeno la mexicana.
Ā«Ahora estamos viviendo un rĆ©gimen similar en MĆ©xico, de opresión. Creo que lo que hacĆan estas detenidas posando para la cĆ”mara se puede comparar con lo que estĆ” pasando ahora cuando vemos a gente escribiendo 43 por todas partes. Un agotamiento y una resistencia. La represión polĆtica implica que tenemos mĆ”s conciencia. La gente se estĆ” movilizando en todas partes. Este libro es un homenaje y una esperanza. Siempre existe un espacio para ejercer subversión y resistencia a pesar del momento de violencia mĆ”ximaĀ».
”Yorokobu gratis en formato digital!
En los textos del extinto periódico policiaco Alarma! que la mexicana Susana Vargas ha seleccionado para su nuevo libro, a las mujeres de las que se habla se las califica de Ā«pervertidas, degeneradas, depravadas y asquerosasĀ». Lo que se ve en las fotos que ilustran la mayorĆa de esos mismos sucesos, son unas damas Ā«sensuales, hermosas, femeninas»⦠aporta la firmante.
Ā«Son mujercitos. AsĆ se apelaba denigratoriamente en MĆ©xico a estos hombres que se vestĆan de mujer. Los de esta recopilación lo hacĆan entre los 60 y los 80, y eran clase obrera, travestidos y para sobrevivir se dedicaban al negocio del sexo. Yo puse Mujercitos (editorial RM) como tĆtulo al libro porque a mi me parece que es algo mĆ”s que un apelativo ofensivo, pienso que es un sĆmbolo de rebeldĆa, de resistenciaĀ».
Todo empezó con una tesis. La de Vargas se llamabaĀ Alarma! Mujercitos performando el gĆ©nero en un sistema so-cultural pigmentocrĆ”tico. El germen de aquello fueron los ejemplares de ese periódico de nota roja que la autora habĆa localizado en el mercadillo defeƱo de la Lagunilla, una publicación mĆtica de actualidad rabiosa sobre los crĆmenes atroces de la urbe.
Ā«Las revistas eran de entre los aƱos 1963 y 1986. Me llamó mucho la atención que en esa Ć©poca, en una sociedad homofóbica, transfóbica y machista, existieran este tipo de publicaciones. Aparecen sujetos transgrediendo el gĆ©nero. De algĆŗn modo, aunque fuera para hablar de sus detenciones, o de sus asesinatos en algunos pocos casos, eran una minorĆa perseguida que se estaba haciendo notoria gracias a esas noticias muchas vecesĀ», explica. Ā«Eran su publicidad. Las fotos de esas detenidas son las de mujeres dignas, bellas. Eso era una manera de revolucionarse, de demostrar su identidad. No me hubiera esperado un acto asĆ en un paĆs como MĆ©xicoĀ».
Vargas ha investigado que lejos de tratarse de un fenómeno moderno, los grupĆŗsculos de individuos con Ā«sexualidades no normativasĀ» son un hecho de siempre. Como ejemplo arcaico pone el caso de Ā«el baile de los 41Ā», un suceso que ocurrió en 1901. Ā«En MĆ©xico ā41ā significa ser gayĀ», explica, Ā«fue por una redada de una fiesta de 42 hombres, en una casa del centro de la ciudad. Eran todos homosexuales y algunos estaban vestidos de mujer. Lo que ocurrió es que se escapó uno, Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio DĆaz, que obviamente no fue enjuiciado por eso. A los 41 se les acusó de faltas a la moral y a las buenas costumbres [fueron enviados a realizar trabajos forzados en Oaxaca]. Pero todo el mundo sabĆa que pasaban estas cosas. La razón por la que les pillaron es porque los vecinos se quejaron del ruidoĀ».
Para su tesis y su encuadernación, con diseƱo de Olivier Andreotti inspirado en las pĆ”ginas de Alarma! y prólogo del crĆtico CuauhtĆ©moc Medina, la autora quiso centrarse en dos dĆ©cadas en las que Ā«los ambientes en los que se movĆan los mujercitos eran distintos que aquellos de principios de sigloĀ».
Ā«En esta Ć©poca los hombres vestidos de mujer son sin duda los peor parados de todos las identidades sexogenĆ©ricas, y no vienen de una clase alta, sino de los sectores mĆ”s humildes, algo que sorprende porque creemos que la clase baja es la mĆ”s violenta y la mĆ”s cerrada a admitir a estos individuos, y sin embargo es el la que mĆ”s se permite esta transgresión del sexoĀ». Ā«Y son precisamente estos individuos, los mujercitos, los que mĆ”s han defendido los derechos colectivos de todos los demĆ”s tipos de minorĆasĀ».
Vargas opina que actualmente existe una heteronormatividad y una homonormatividad. «La de la heterosexualidad es histórica, pero por ejemplo ahora, también muchos homosexuales se han subido al carro del neoliberalismo, y piensan desde un foco individual. Las circunstancias les benefician: imagina una familia con el sueldo de dos hombres, y sin hijos⦠la sociedad tiene en cuenta su poder adquisitivo y se hacen planes enfocados a ellos. Lo mismo le ha pasado a movimientos como el feminismo. Antes era mÔs radical y mÔs colectivo, ahora muchas veces se asocia con la idea de mujer con individualidad financiera. Pero eso no deja de ser otra idea procedente del neoliberalismo, no es el feminismo de la equidad. Incluso la comunidad transexual y transgénero ha conseguido algo. Suelen ser personas con una mayor movilidad económica, que a menudo tienen dinero para acceder a cosas como operaciones de cambio de sexo».
La autora sostiene que los mujercitos, Ā«a los que podrĆamos considerar travestisĀ» pero prefiere abstenerse porque Ā«cada uno tiene una consideración individualĀ», Ā«nunca pudieron subir el ese escalón socioeconómicoĀ». Ā«Ellas son las que salĆan en estas noticias de nota roja, de crĆmenes; nunca llegaron a tener una capacidad económica solvente; algunas morĆan asesinadas y muchas no sobrevivieron al VIH de los 80. Si tenĆan una redada, se las culpaba a ellas de haber engaƱado al cliente con el que se estaban prostituyendo en vez de al cliente; y todo eso, ademĆ”s de por su aspecto, era debido a pertenecer a la clase baja. En MĆ©xico no se puede hablar de gĆ©nero sin hablar de clase y tonalidad e la piel. Y la tonalidad de la piel ademĆ”s se hace, uno es mĆ”s o menos blanco depende del restaurante donde comaĀ».
Miradas voraces de hombres-mujeres que acababan de ser detenidos. Afrenta directa al objetivo de un fotoperiodista que cubre un suceso donde ellas son el cuerpo del delito, literalmente hablando. Lo que quiere resaltar el libro segĆŗn Vargas es como aquella Ć©poca de duro rĆ©gimen polĆtico, Ā«precisamente por existir una persecución, hizo que se reivindicaran cambiosĀ». Ā«Estas imĆ”genes de una revista con una tirada de medio millón de ejemplares, donde una vez al mes salĆa una noticia de un mujercitos, durante 20 aƱos, incidieron extensamente en un imaginario nacional de sexualidades no normativasĀ».
«Quieren decir aquà estoy, y miro a la cÔmara seductora aunque el texto que acompañe mi imagen sea para insultarme, y me reivindico. Yo, que pertenezco al sector mÔs perseguido y defenestrado de todos. Y también reivindico por los derechos de los demÔs porque vengo de lo mÔs bajo», pone como conclusión al fenómeno la mexicana.
Ā«Ahora estamos viviendo un rĆ©gimen similar en MĆ©xico, de opresión. Creo que lo que hacĆan estas detenidas posando para la cĆ”mara se puede comparar con lo que estĆ” pasando ahora cuando vemos a gente escribiendo 43 por todas partes. Un agotamiento y una resistencia. La represión polĆtica implica que tenemos mĆ”s conciencia. La gente se estĆ” movilizando en todas partes. Este libro es un homenaje y una esperanza. Siempre existe un espacio para ejercer subversión y resistencia a pesar del momento de violencia mĆ”ximaĀ».
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