Todo empezó como “un recuerdo a los preciados pero olvidadas bicis de montaña y de carretera de mi padre”, añade Appleton. “Se podrÃa argumentar que el proceso nació de un desprecio posmoderno por el consumo desaforado de objetos. La realidad es que es un poco de diversión llevado demasiado lejos, convertido ya en una pequeña obsesión”.
Appleton ha reinventado una disciplina de dudoso gusto y lo ha reconvertido en algo bastante apetecible pero no es la primera en hacerlo. En 1942 Picasso convirtió un sillÃn viejo y un manillar oxidado en una obra de arte que llamó Cabeza de toro. La historia se repite.
Todo empezó como “un recuerdo a los preciados pero olvidadas bicis de montaña y de carretera de mi padre”, añade Appleton. “Se podrÃa argumentar que el proceso nació de un desprecio posmoderno por el consumo desaforado de objetos. La realidad es que es un poco de diversión llevado demasiado lejos, convertido ya en una pequeña obsesión”.
Appleton ha reinventado una disciplina de dudoso gusto y lo ha reconvertido en algo bastante apetecible pero no es la primera en hacerlo. En 1942 Picasso convirtió un sillÃn viejo y un manillar oxidado en una obra de arte que llamó Cabeza de toro. La historia se repite.
Comentarios cerrados.