Las últimas encuestas con respecto a la intención de voto de los españoles traen consigo en las últimas semanas anÔlisis de todo tipo. El principal titular, claro estÔ, es el descalabro del PP y el PSOE, el ascenso estabilizado pero imparable de Podemos y la constatación de que Ciudadanos se convierte en una opción mÔs que anecdótica.
(Este post se publicó en primer lugar en ElDiario.es)
Pero recientemente se ha instaurado la convicción de que el sesgo en intención de voto es tambiĆ©n de gĆ©nero. āLas mujeres han votado siempre de manera conservadoraā, es un lema que se repite en tertulias y anĆ”lisis en medios de comunicación. Pero ĀæcuĆ”n realista es esta afirmación?
La imagen tradicional de la mujer espaƱola nos devuelve un perfil muy concreto: el ama de casa, reticente a cambios, que se dedica en exclusiva al trabajo domĆ©stico y a los cuidados. Este perfil cumple, sin dudas, el estereotipo del voto conservador. SegĆŗn el estudio Perfil polĆtico y religioso de las amas de casa en EspaƱa, elaborado por los profesores Josep Lobera, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y Xavier Coller, de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), el perfil del ama de casa en EspaƱa es el de una mujer católica practicante, votante de derechas sin formación por encima de la enseƱanza secundaria obligatoria. Pero este dibujo no define a una gran parte de la población femenina espaƱola, ya que en la actualidad, solamente el 16% se dedica exclusivamente al trabajo domĆ©stico no remunerado.
Si tomamos el Ćŗltimo barómetro del CIS de octubre de 2014, en lo que respecta a la intención de voto āy teniendo en cuenta siempre que se trata de una estimaciónā, encontramos que las mujeres se definen como āconservadorasā mĆ”s que los hombres, y se identifican menos que ellos con las etiquetas āsocialistaā, āsocialdemócrataā o ācomunistaā.
Por otro lado, en intención de voto directo, si maƱana hubiera elecciones votarĆan menos a todos los partidos que los hombres, Ćŗnicamente con dos excepciones: PSOE y UPyD. Si el anĆ”lisis clĆ”sico consideraba que las mujeres castigan mĆ”s a los partidos tradicionales y mantienen la indecisión de voto y la vacilación electoral hasta Ćŗltimo momento, esto se mantiene en todas las formaciones -dónde votan sensiblemente menos que los hombres- menos en estos casos. ĀæQuĆ© papel juega el atractivo de un lĆder en el voto femenino? ĀæO que la cabeza de la formación polĆtica sea una mujer?
Si nos fijamos en otros paĆses, podrĆamos afirmar que las polĆticas concretas pueden superar muchas generalizaciones. Por ejemplo: la campaƱa de Barack Obama en las elecciones de 2012 se centró en medidas que garantizaran la igualdad de salarios y la ampliación de las leyes sanitarias para que incluyera, entre otras cosas, las mamografĆas gratuitas. ĀæEl resultado? El 55% de las mujeres votó por Obama, y sólo el 44% por Mitt Romney. AĆŗn asĆ, las medidas se establecen teniendo en cuenta un patrón: segĆŗn los datos de los Ćŗltimos veinticinco aƱos, las mujeres han votado siempre a candidatos demócratas por encima de los republicanos, creando una división de gĆ©nero que el Center for American Women and Politics de la Rutgers University declaró como āevidente e históricaā.

El arquetipo en cultura
Pero esto no ocurre Ćŗnicamente en polĆtica. La industria cultural construye tambiĆ©n sus productos y estrategias teniendo en cuenta nĆŗmeros globales y grandes generalizaciones con respecto a los gustos de los ciudadanos. Ese es el caso de una parte de la industria editorial, centrada en atrapar a una consumidora de libros tipo construida a partir de datos masivos: segĆŗn el Ćŗltimo baremo de los hĆ”bitos de lectura, el perfil del lector en EspaƱa sigue siendo el de una mujer con estudios universitarios, joven y urbana, que prefiere la novela, en castellano, y que, cuando lee, lo hace por entretenimiento. Las mujeres leen mĆ”s que los hombres en su tiempo libre – el 64,1% frente al 54%- y esta diferencia es mayor entre los 25 y los 54 aƱos.
AdemĆ”s, las ciudades mĆ”s pobladas concentran el mayor nĆŗmero de lectores (71%). ĀæEl manejo de estos datos tiene algo que ver con que entre los libros mĆ”s vendidos estĆ©n El tiempo entre costuras de MarĆa DueƱas o Mi color favorito es verte de Pilar Eyre? ĀæQuĆ© viene antes, el dato o la construcción de un catĆ”logo?
Irene Lucas, editora del grupo Planeta, donde suelen editarse bestsellers de amplio calado entre el pĆŗblico femenino, sostiene que fomenta un tipo de libro āteniendo en cuenta precisamente ese perfil de lector, que es en realidad lectoraā. Lucas se resiste a decir que las colecciones se diseƱen a partir de esa idea, pero sĆ que la āidea preconcebida de lo que puede gustarle al pĆŗblico femenino puede primar y generar muchos rĆ©ditosā.
En el mundo televisivo, la generalización ha acuƱado el ya famoso concepto de āla seƱora de Cuencaā -la ciudad es sustituible por cualquier otra urbe de provincia-. SegĆŗn esta idea, que manejan tanto productores como guionistas, no se puede realizar un producto demasiado sofisticado o innovador en las teleseries puesto que el pĆŗblico mayoritario que consume televisión son amas de casa proclives a tramas sencillas y finales felices.
Algo de eso habrĆ” cuando las series nacionales arrasan. Las Ćŗltimas grandes producciones de las cadenas privadas, El tiempo entre costuras (Antena 3), El PrĆncipe (Telecinco) y Velvet (Antena 3) -cuyas tramas parecen diseƱadas para ese prototipo- han superado los cinco millones de espectadores este aƱo.
Gema R. Neira, directora de desarrollo en BambĆŗ, productora responsable deVelvet confirma que ese estereotipo āes el pĆŗblico mĆ”s fiel al que se dirigen las cadenasā. AĆŗn asĆ, insiste en que ācuando se desglosa el pĆŗblico se encuentra que hay muchos mĆ”s espectadores hombres y jóvenes de lo que en principio pensamosā. ĀæPor quĆ©, entonces, perdura esta idea? āEl consumo en internet todavĆa no incide en la publicidad y lo que importa a las cadenas. Cuando exista otra cosa mĆ”s allĆ” de los audĆmetros televisivos para medir la audiencia, probablemente la seƱora de Cuenca dejarĆ” de tener tanta importanciaā, concluye Neira.
Que las cifras absolutas dejen de lado la atomización del consumo de series en internet, a los lectores con gustos menos predecibles o un alto grado de ciudadanos que no han decidido aún su voto -el 20%, según el último barómetro- no parece estropear un cuadro pintado a brochazos. Según este, la mujer española es de Cuenca, lectora y, por lo que parece, de derechas.