
No hay mucha diferencia entre un anciano que recita un poema o un joven rapero que canta unos versos acerca de Fez. Al final, la mayorĆa de los que habitan una ciudad la aman de una u otra manera. AsĆ lo cree Liz Kueneke, una artista estadounidense que pensó que esos sentimientos se podĆan bordar en forma de mapas sobre una sĆ”bana. El Tejido Urbano es un proyecto que apela al contacto humano, al intercambio de opiniones entre vecinos y a la creación colectiva como herramientas de debate urbanĆstico.
Cuando Liz Kueneke se inspiró en los situacionistas de los aƱos 60 para intentar leer los lugares a travĆ©s de las experiencias de quienes los habitaban, no consideró que tendrĆa que explicar esta corriente de pensamiento al ciudadano de a pie. La artista, nacida en Chicago pero de suela incansable, pensó que una aguja y un poco de hilo se podĆa utilizar en cualquier parte del mundo. AsĆ comenzaron sus experimentos de confección participativa de mapas, de conglomerados de experiencias y de sentimientos que definĆan cada rincón del planeta.
El Tejido Urbano surge en la Barceloneta en 2008. āMe di cuenta de que cuanto mĆ”s tiempo pasaba la gente participando en la creación de los mapas, mĆ”s conversaban y mĆ”s se implicaban. BordĆ© un mapa del vecindario en una sĆ”bana. Me llevó mĆ”s de cien horas de trabajo. Una amiga arquitecta, Sigrid Ostlund, creó una estructura que estiraba la sĆ”bana para hacer mĆ”s fĆ”cil el bordado. Me lo llevaba todo a la plaza, bajo mi casa, y esperaba a que los transeuntes se acercasenā.

AhĆ comenzaba la relación con los vecinos y las largas conversaciones en las que Liz dejaba que le contasen quĆ© significaba cada lugar del barrio para ellos. Entonces les hacĆa seƱalar los puntos neurĆ”lgicos del vecindario: un corazón rojo serĆa el nĆŗcleo del lugar; un pez negro, el punto donde ocurrió algĆŗn hecho histórico; un cĆrculo verde mostraba un lugar con connotaciones positivas para los habitantes y una cruz amarilla, lo que necesitaba ser cambiado. AsĆ, esa sĆ”bana, que salió de casa para hablar con la gente, escuchaba lo que cada ciudadano tenĆa que decir. āLa experiencia fue asombrosa. Los vecinos comenzaban a hablar entre ellos por primera vez y debatĆan la belleza o utilidad de un nuevo mercado o el impacto de los turistas en el entornoā.
MĆ”s allĆ” de la dimensión social del proyecto, del buscado objetivo de tejer relaciones entre vecinos que nunca habĆan cruzado una palabra, el Tejido Urbano aporta un interesante material urbanĆstico creado por los propios habitantes de las ciudades, por gente que suda en las calles y que luego describe con aguja e hilo. āComo poco, este serĆa un buen punto de partida para el debateā, explica Kueneke. AdemĆ”s, ālo que queda al final, el objetivo mĆ”s poĆ©tico, es el de crear una especie de retrato de cada lugarā.

Tras las primeras puntadas con hilo en Barcelona, Kueneke empaquetó el costurero y cogió carretera y manta con destino a Manhattan. Y luego a Los Ćngeles. Y despuĆ©s a Bangalore. Quito. Ecuador. Fez. Y de vuelta a casa, en Ibiza, donde sigue haciendo crecer la paleta de hilos de color sobre una sĆ”bana blanca. āEn cada lugar habĆa factores culturales que suponĆan diferencias a la hora de participar en el proyectoā, dice la artista norteamericana. āMientras que en India los hombres cosĆan sin que eso supusiera un tabĆŗ, en Ecuador era una tarea reservada a las mujeres. Lo que no cambia de un lugar a otro son los sentimientos y experiencias de las personas en relación a sus ciudades y las ganas de hacer visibles recuerdos y pensamientos invisiblesā.
Lo que queda es una huida de esa visión por encima del hombro que nos acostumbró a pensar que las ciudades tenĆan que ser planificadas por estirados urbanistas alojados en lujosos despachos. āUna ciudad estĆ” hecha a base de un sentimiento de propiedad compartida. Cuando las personas piensan que la ciudad es de ellos, se sienten responsables de hacer de ella un lugar bello y se sienten motivados para realizar cambios a mejorā, cuenta Kueneke.

Al final de todo, el asunto no va de eliminar de un plumazo el planeamiento de la manera en que se ha concebido en los Ćŗltimos aƱos, sino de que los arquitectos sean capaces de beber de la inspiración de los ciudadanos. El cambio de cultura bien podrĆa comenzar a dibujarse con el centenario idioma de la aguja y el dedal.
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Ester artĆculo fue publicado en la edición de febrero de Yorokobu, en su versión papel.
QuƩ grande Liz Kueneke!
Gracias!
Creatividad con corazón
Me alegro que te guste!
Para ver fechas y lugares del proyecto y mÔs fotos, se puede ver la pÔgina de Facebook: ¨The Urban Fabric¨.
http://www.facebook.com/pages/The-Urban-Fabric/172392776120653
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