Según el caso reciente de la universidad de Stanford, los resultados pueden ser extraordinarios. El centro educativo californiano lleva desde agosto impartiendo tres de sus cursos de informática de forma gratuita, según Good.
Desde el comienzo del experimento, más de 3 millones de usuarios han visitado la home del curso, Introduction to Artificial Intelligence, que se imparte por Peter Norvig (director de investigación en Google) y Sebastian Thrun. Las primeras clases han sido seguidas por 160.000 estudiantes.
De ese número, 35.000 personas han realizado los exámenes junto con los 175 estudiantes que pagan para estar en la clase. Para poner ese número en perspectiva, Stanford inscribió un total de 15.666 estudiantes en el curso 2010-11.
Ambos profesores han adaptado las clases a internet con una serie de cápsulas explicativas que se pueden encontrar en YouTube y la web de la iniciativa.
Sobre las razones por la iniciativa, los profesores que participan en ella lo tienen claro. “Al abrir la educación, damos más oportunidades de trabajo y conocimiento a cualquiera que lo quiera”, explicó Jennifer Widom, responsable del departamento de informática en un artÃculo de Stanford.
Por supuesto hay una cosa que los internautas no reciben a diferencia de los estudiantes que sà han pagado: La titulación, pero si un certificado verificado por la universidad.
El ejemplo de Stanford vuelve a poner sobre la mesa el debate entre abierto y cerrado en la educación. La búsqueda por encontrar el equilibrio entre ambas acaba de empezar.
Según el caso reciente de la universidad de Stanford, los resultados pueden ser extraordinarios. El centro educativo californiano lleva desde agosto impartiendo tres de sus cursos de informática de forma gratuita, según Good.
Desde el comienzo del experimento, más de 3 millones de usuarios han visitado la home del curso, Introduction to Artificial Intelligence, que se imparte por Peter Norvig (director de investigación en Google) y Sebastian Thrun. Las primeras clases han sido seguidas por 160.000 estudiantes.
De ese número, 35.000 personas han realizado los exámenes junto con los 175 estudiantes que pagan para estar en la clase. Para poner ese número en perspectiva, Stanford inscribió un total de 15.666 estudiantes en el curso 2010-11.
Ambos profesores han adaptado las clases a internet con una serie de cápsulas explicativas que se pueden encontrar en YouTube y la web de la iniciativa.
Sobre las razones por la iniciativa, los profesores que participan en ella lo tienen claro. “Al abrir la educación, damos más oportunidades de trabajo y conocimiento a cualquiera que lo quiera”, explicó Jennifer Widom, responsable del departamento de informática en un artÃculo de Stanford.
Por supuesto hay una cosa que los internautas no reciben a diferencia de los estudiantes que sà han pagado: La titulación, pero si un certificado verificado por la universidad.
El ejemplo de Stanford vuelve a poner sobre la mesa el debate entre abierto y cerrado en la educación. La búsqueda por encontrar el equilibrio entre ambas acaba de empezar.
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