Tras las protestas del 25-S y la actuación policial con disparos de cargas de pólvora para mayor congoja de la estación de Atocha en Madrid, varios políticos del partido en el poder han hablado de modular el derecho a manifestación. Así, tanto Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid y última responsable de la estrategia de los antidisturbios; como la alcaldesa y el presidente de la Comunidad de Madrid por sucesión, Ana Botella e Ignacio González, consideran que “la Ley Orgánica de 1983 [que regula este derecho]” es “muy permisiva y amplia”. Lo cierto es que el Partido Popular surfea una ola que ya ha pasado por varios países en lo que va de 2012.
Tras el anuncio en febrero de este año de Jean Charest, entonces primer ministro de Quebec, de incrementar las bajas tasas universitarias en un 60%, varias organizaciones estudiantiles protagonizaron unos meses de manifestaciones nocturnas en las que, cierto es, algún que otro desperfecto se causó y hubo choques entre policía y manifestantes.
La respuesta del gobierno de Quebec fue suspender las clases en las universidades afectadas hasta agosto, aprobar multas de hasta 125.000 dólares canadienses-unos 100.000 euros- para las asociaciones de estudiantes que rompieran la ley, prohibir tanto las manifestaciones a menos de 50 metros de las universidades como que los participantes llevarán máscaras, exigir a los organizadores una agenda con ocho horas de antelación y permitir que la policía pudiera cambiar las rutas en base a la seguridad pública. Estas medidas, que la independentista y nueva primer ministro, Pauline Marois, retiró nada más salir su primer gobierno a finales de septiembre, llevaron a que a los pocos días unos 700 manifestantes fueran arrestados.
El gran vecino de Norteamérica, EE UU, también ha pasado su propia ley moduladora del derecho de manifestación. Firmada por el presidente Barack Obama en marzo con el inaudito y casi unánime apoyo del Congreso, la ley H.R. 347, llamada Federal Restricted Buildings and Grounds Improvement Act of 2011, ha sido denominada por ciertos analistas como anti-Ocuppy y en la práctica permite presentar cargos contra ciudadanos involucrados en protestas políticas en cualquier lugar donde esté el servicio secreto, con penas de uno hasta 10 años de prisión federal en caso de entrar con “conocimiento” en una zona restringida sin autorización, realizar una conducta “disruptiva y desordenada”, bloquear las salidas o las entradas a dichas zonas y por supuesto ejercer la violencia física.
Estos lugares son tanto espacios protegidos por el servicio secreto estadounidense o donde se halle una persona protegida por estos así como los National Special Security Event, acontecimientos que van desde el funeral del expresidente Reagan hasta la SuperBowl. Como bromea el cómico Lee Camp en un post en el Huffington Post, las situaciones posibles van desde desfilar delante de las Convenciones Nacionales de los partidos políticos, gritar “C**k-face corporate whore” delante de la barbería donde Mitt Rommey se recorta las patillas, protestar ante la entrada de la bolsa de Nueva York o lanzarle purpurina a Rick Santorum.
También en Europa ha habido su parte. Si Francia prohibió las protestas de musulmanes contra el impertinente trailer de la vida del profeta Mahoma y recordaba a los posibles manifestantes ilegales que se enfrentaban a una multa de 7.500 euros y seis meses de cárcel, en España la flamante reforma del Código Penal introduce un nuevo delito, penado con entre tres meses y un año de cárcel, por difundir mensajes a través de las redes sociales que inciten a alteraciones del orden público, y finalmente, tras el globo sonda mandado en abril, recularon de subir la tipificación para los delitos de resistencia pasiva y desobediencia grave en el capítulo de atentados a la autoridad. A ver que hacen esta vez.
Tras las protestas del 25-S y la actuación policial con disparos de cargas de pólvora para mayor congoja de la estación de Atocha en Madrid, varios políticos del partido en el poder han hablado de modular el derecho a manifestación. Así, tanto Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid y última responsable de la estrategia de los antidisturbios; como la alcaldesa y el presidente de la Comunidad de Madrid por sucesión, Ana Botella e Ignacio González, consideran que “la Ley Orgánica de 1983 [que regula este derecho]” es “muy permisiva y amplia”. Lo cierto es que el Partido Popular surfea una ola que ya ha pasado por varios países en lo que va de 2012.
Tras el anuncio en febrero de este año de Jean Charest, entonces primer ministro de Quebec, de incrementar las bajas tasas universitarias en un 60%, varias organizaciones estudiantiles protagonizaron unos meses de manifestaciones nocturnas en las que, cierto es, algún que otro desperfecto se causó y hubo choques entre policía y manifestantes.
La respuesta del gobierno de Quebec fue suspender las clases en las universidades afectadas hasta agosto, aprobar multas de hasta 125.000 dólares canadienses-unos 100.000 euros- para las asociaciones de estudiantes que rompieran la ley, prohibir tanto las manifestaciones a menos de 50 metros de las universidades como que los participantes llevarán máscaras, exigir a los organizadores una agenda con ocho horas de antelación y permitir que la policía pudiera cambiar las rutas en base a la seguridad pública. Estas medidas, que la independentista y nueva primer ministro, Pauline Marois, retiró nada más salir su primer gobierno a finales de septiembre, llevaron a que a los pocos días unos 700 manifestantes fueran arrestados.
El gran vecino de Norteamérica, EE UU, también ha pasado su propia ley moduladora del derecho de manifestación. Firmada por el presidente Barack Obama en marzo con el inaudito y casi unánime apoyo del Congreso, la ley H.R. 347, llamada Federal Restricted Buildings and Grounds Improvement Act of 2011, ha sido denominada por ciertos analistas como anti-Ocuppy y en la práctica permite presentar cargos contra ciudadanos involucrados en protestas políticas en cualquier lugar donde esté el servicio secreto, con penas de uno hasta 10 años de prisión federal en caso de entrar con “conocimiento” en una zona restringida sin autorización, realizar una conducta “disruptiva y desordenada”, bloquear las salidas o las entradas a dichas zonas y por supuesto ejercer la violencia física.
Estos lugares son tanto espacios protegidos por el servicio secreto estadounidense o donde se halle una persona protegida por estos así como los National Special Security Event, acontecimientos que van desde el funeral del expresidente Reagan hasta la SuperBowl. Como bromea el cómico Lee Camp en un post en el Huffington Post, las situaciones posibles van desde desfilar delante de las Convenciones Nacionales de los partidos políticos, gritar “C**k-face corporate whore” delante de la barbería donde Mitt Rommey se recorta las patillas, protestar ante la entrada de la bolsa de Nueva York o lanzarle purpurina a Rick Santorum.
También en Europa ha habido su parte. Si Francia prohibió las protestas de musulmanes contra el impertinente trailer de la vida del profeta Mahoma y recordaba a los posibles manifestantes ilegales que se enfrentaban a una multa de 7.500 euros y seis meses de cárcel, en España la flamante reforma del Código Penal introduce un nuevo delito, penado con entre tres meses y un año de cárcel, por difundir mensajes a través de las redes sociales que inciten a alteraciones del orden público, y finalmente, tras el globo sonda mandado en abril, recularon de subir la tipificación para los delitos de resistencia pasiva y desobediencia grave en el capítulo de atentados a la autoridad. A ver que hacen esta vez.
Un artículo muy ilustrativo. Lástima que, al acabar, el autor haya escrito “Haber” en vez de “A ver”. Me ha petado un ojo pero no me enfado.
¡Aitor! Aceptamos la flagelación con humildad y esperamos que tu ojo se recupere. Ya está cambiado 🙂
Con demasiado carbón, las calderas tienden a reventar…
Estamos en el prinzipio del final de un plan ke empezo haze 300 aňos ,se empieza a konozer la finalidad del mismo .Triunfe o no ,Kaiga antes o despues el ser humano de a pie tambien tiene ke kambiar su konzienzia sobre las kosas para evitar ke esto vuelva a pasar para dar paso a una soziedad /mundo mejor .DRA.KK
Un artículo muy ilustrativo. Lástima que, al acabar, el autor haya escrito “Haber” en vez de “A ver”. Me ha petado un ojo pero no me enfado.
¡Aitor! Aceptamos la flagelación con humildad y esperamos que tu ojo se recupere. Ya está cambiado 🙂
Con demasiado carbón, las calderas tienden a reventar…
Estamos en el prinzipio del final de un plan ke empezo haze 300 aňos ,se empieza a konozer la finalidad del mismo .Triunfe o no ,Kaiga antes o despues el ser humano de a pie tambien tiene ke kambiar su konzienzia sobre las kosas para evitar ke esto vuelva a pasar para dar paso a una soziedad /mundo mejor .DRA.KK
Como los cangrejos, avanzado hacia atrás… :-S
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