1 de febrero 2013    /   CINE/TV
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Las mujeres de rosa que luchan contra la corrupción en India

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GULABI GANG2_0_phixr
En muy poco tiempo, Gulabi Gang se las ha arreglado para operar fuera de India. Este gigantesco ejĆ©rcito de mĆ”s de trescientas mil mujeres batalla desde hace siete aƱos en contra de la pobreza y corrupción en el paĆ­s. Armadas con mucha convicción y un pequeƱo garrote protector, dicen de sĆ­ mismas que la palabra es su principal recurso. Por eso actĆŗan bajo el lema “Verdad, honestidad, sacrificio”. Ahora su dĆ­a a dĆ­a es cine para todos los pĆŗblicos que se proyecta hasta en el fin del mundo (o casi).
Esta brigada de mujeres son a veces la única autoridad en los distritos en los que actúan. El atuendo rosa al que deben su nombre -Gulabi significa rosa en hindi- simboliza en su sociedad una feminidad llena de fortaleza e inspira seguridad en sus conciudadanos. Con él se enfrentan a la desigualdad de género de una sociedad patriarcal y a un intocable sistema de castas. Su símbolo cromÔtico es también un recurso cinematogrÔfico gracias a la cineasta Nishtha Jain.
La directora aprovechó para su documental el color que las unifica como contraste del paisaje ocre durante los meses otoƱales que pasó en el centro del paĆ­s. En Ć©l muestra cómo las mujeres reclutan nuevos miembros para la causa o su capacidad resolutiva en algunos conflictos domĆ©sticos. “Se trataba de despiezar la compleja cebolla social de India a travĆ©s de las Gulabi Gang”, se explica Jain.
Guiadas por el liderazgo natural de la fundadora del movimiento, Sampat Pal, jamÔs imaginaron que los pocos medios con los que desempeñan su labor les llevarían aún mÔs lejos de las fronteras indias. Gracias a Jain llegan a lugares como Tromsø (Noruega), una ciudad situada tan al norte del planeta que vive bajo auroras boreales y cuyo festival de cine aprovecha la oscuridad casi permanente del mes de enero para invitar a la gente a encerrarse en una sala de proyección.
La oportunidad y el destino enfrentó a Nishtha Jain ante la decisión de mostrar de manera explĆ­cita cómo estas mujeres se enfrentan a la muerte de una mujer quemada viva sin caer en el morbo. Ella misma se cuestiona y se responde. Defiende que, para el espectador, experimentar este documental puede ser una vivencia “algo incómoda al principio, pero extremadamente esclarecedora”. Al menos asĆ­ le ocurrió a ella mientras lo rodaba.
La actividad de estas mujeres es tan intensa que hacen que la historia se acerque a géneros de ficción, pero Jain intenta con su cÔmara que el drama no ensombrezca el relato. El documental es su oportunidad para contar una gran historia que interese a un público general, sin suponer necesariamente un ejercicio de activismo visual. Poco antes de que ella tomara su cÔmara para rodar este documental la britÔnica Kim Longinotto hizo algo parecido en 2010 en Pink Saris. Y no parece que la curiosidad del mundo del cine vaya a quedarse en estos dos títulos.

———————–
Imagen: Festival de Cine de Tromso.

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En muy poco tiempo, Gulabi Gang se las ha arreglado para operar fuera de India. Este gigantesco ejĆ©rcito de mĆ”s de trescientas mil mujeres batalla desde hace siete aƱos en contra de la pobreza y corrupción en el paĆ­s. Armadas con mucha convicción y un pequeƱo garrote protector, dicen de sĆ­ mismas que la palabra es su principal recurso. Por eso actĆŗan bajo el lema “Verdad, honestidad, sacrificio”. Ahora su dĆ­a a dĆ­a es cine para todos los pĆŗblicos que se proyecta hasta en el fin del mundo (o casi).
Esta brigada de mujeres son a veces la única autoridad en los distritos en los que actúan. El atuendo rosa al que deben su nombre -Gulabi significa rosa en hindi- simboliza en su sociedad una feminidad llena de fortaleza e inspira seguridad en sus conciudadanos. Con él se enfrentan a la desigualdad de género de una sociedad patriarcal y a un intocable sistema de castas. Su símbolo cromÔtico es también un recurso cinematogrÔfico gracias a la cineasta Nishtha Jain.
La directora aprovechó para su documental el color que las unifica como contraste del paisaje ocre durante los meses otoƱales que pasó en el centro del paĆ­s. En Ć©l muestra cómo las mujeres reclutan nuevos miembros para la causa o su capacidad resolutiva en algunos conflictos domĆ©sticos. “Se trataba de despiezar la compleja cebolla social de India a travĆ©s de las Gulabi Gang”, se explica Jain.
Guiadas por el liderazgo natural de la fundadora del movimiento, Sampat Pal, jamÔs imaginaron que los pocos medios con los que desempeñan su labor les llevarían aún mÔs lejos de las fronteras indias. Gracias a Jain llegan a lugares como Tromsø (Noruega), una ciudad situada tan al norte del planeta que vive bajo auroras boreales y cuyo festival de cine aprovecha la oscuridad casi permanente del mes de enero para invitar a la gente a encerrarse en una sala de proyección.
La oportunidad y el destino enfrentó a Nishtha Jain ante la decisión de mostrar de manera explĆ­cita cómo estas mujeres se enfrentan a la muerte de una mujer quemada viva sin caer en el morbo. Ella misma se cuestiona y se responde. Defiende que, para el espectador, experimentar este documental puede ser una vivencia “algo incómoda al principio, pero extremadamente esclarecedora”. Al menos asĆ­ le ocurrió a ella mientras lo rodaba.
La actividad de estas mujeres es tan intensa que hacen que la historia se acerque a géneros de ficción, pero Jain intenta con su cÔmara que el drama no ensombrezca el relato. El documental es su oportunidad para contar una gran historia que interese a un público general, sin suponer necesariamente un ejercicio de activismo visual. Poco antes de que ella tomara su cÔmara para rodar este documental la britÔnica Kim Longinotto hizo algo parecido en 2010 en Pink Saris. Y no parece que la curiosidad del mundo del cine vaya a quedarse en estos dos títulos.

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Imagen: Festival de Cine de Tromso.

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