“Cuando vuelves a tu propia cultura, brilla de una forma diferente”. LucĂa Herrero llevaba unos años viviendo fuera de España y empezĂł a sentir una cierta fascinaciĂłn otra vez por su paĂs. Por primera vez era capaz de verlo todo con otros ojos más objetivos.
Durante unas vacaciones se topĂł con una playa turĂstica. Una de esas que te encuentras en cualquier rincĂłn del Mediterráneo. De arriba abajo estaba tomada por grupo de personas cuya seña de identidad eran las sombrillas, toallas, colchonetas, palas y sillas. Cada uno acompañado por un compendio de suministros para pasar horas y horas en la arena.
Herrero no estaba observando personas sino tribus con el ojo de una antropóloga. La fotógrafa empezó a recopilar estas escenas con su cámara, inspirada en los retratos antiguos de clanes que posaban orgullosamente rodeados de su parafernalia.
El proceso de trabajo lo dividĂa en tres pasos. Primero Herrero se bajaba del coche con una cámara acompañada de su asistente y empezaba a observar el entorno. “La gente te mira y empieza a hablar. Algunos piensan que vienes de la tele”.
Desde la distancia sus presas empiezan a estar familiarizados con ella. La artista aprovecha para escanear el espacio en busca de la familia que más le interesa. “Generalmente buscaba a gente de clase media porque en el fondo somos mayorĂa”.
Una vez localizada la presa, la artista se presentaba y tardaba unos 10 minutos en explicar el proyecto. “Requiere un cierto tipo de poderes de convicciĂłn. La gente está en la intimidad y semidesnuda. Juega a mi favor que están de vacaciones, contentos y dispuestos a aventuras. Cuando explicas que no vienes a vender mecheros y que estás realizando un proyecto artĂstico el 98% acepta”.
Las reglas del juego están establecidas y los siguientes 5 minutos se emplean para hacer las fotos. “Giraba a las familias para que el mar quedara a sus espaldas al igual que la luz. Hay una dirección teatral, no son actores ni quiero que lo sean, necesito pureza, que sean ellos pero con un punto de actuar a ser ellos mismos”.
Una vez terminada la sesiĂłn, Herrero se sentaba con cada familia y empezaban a hablar. “Me invitaban a una Coca Cola. La mayor parte de las veces acabamos hablando de la crisis, por lo tanto de alguna forma este trabajo tiene algo que ver con ello. Todos habĂan sido tocados por ella directa o indirectamente”.
“Cuando vuelves a tu propia cultura, brilla de una forma diferente”. LucĂa Herrero llevaba unos años viviendo fuera de España y empezĂł a sentir una cierta fascinaciĂłn otra vez por su paĂs. Por primera vez era capaz de verlo todo con otros ojos más objetivos.
Durante unas vacaciones se topĂł con una playa turĂstica. Una de esas que te encuentras en cualquier rincĂłn del Mediterráneo. De arriba abajo estaba tomada por grupo de personas cuya seña de identidad eran las sombrillas, toallas, colchonetas, palas y sillas. Cada uno acompañado por un compendio de suministros para pasar horas y horas en la arena.
Herrero no estaba observando personas sino tribus con el ojo de una antropóloga. La fotógrafa empezó a recopilar estas escenas con su cámara, inspirada en los retratos antiguos de clanes que posaban orgullosamente rodeados de su parafernalia.
El proceso de trabajo lo dividĂa en tres pasos. Primero Herrero se bajaba del coche con una cámara acompañada de su asistente y empezaba a observar el entorno. “La gente te mira y empieza a hablar. Algunos piensan que vienes de la tele”.
Desde la distancia sus presas empiezan a estar familiarizados con ella. La artista aprovecha para escanear el espacio en busca de la familia que más le interesa. “Generalmente buscaba a gente de clase media porque en el fondo somos mayorĂa”.
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Una vez localizada la presa, la artista se presentaba y tardaba unos 10 minutos en explicar el proyecto. “Requiere un cierto tipo de poderes de convicciĂłn. La gente está en la intimidad y semidesnuda. Juega a mi favor que están de vacaciones, contentos y dispuestos a aventuras. Cuando explicas que no vienes a vender mecheros y que estás realizando un proyecto artĂstico el 98% acepta”.
Las reglas del juego están establecidas y los siguientes 5 minutos se emplean para hacer las fotos. “Giraba a las familias para que el mar quedara a sus espaldas al igual que la luz. Hay una dirección teatral, no son actores ni quiero que lo sean, necesito pureza, que sean ellos pero con un punto de actuar a ser ellos mismos”.
Una vez terminada la sesiĂłn, Herrero se sentaba con cada familia y empezaban a hablar. “Me invitaban a una Coca Cola. La mayor parte de las veces acabamos hablando de la crisis, por lo tanto de alguna forma este trabajo tiene algo que ver con ello. Todos habĂan sido tocados por ella directa o indirectamente”.
Es gente, LucĂa Herrero. Si no lo sabĂas, o si eres extraterrestre, te lo digo yo: es gente muy normal.
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